Entre el amor y la guerra

Una mañana me bastó para darme cuenta que mi hogar era un campo de batalla y mi relación se había convertido en una guerra.

Esa mañana desperté pensando que el ambiente se sentía como si estuviéramos bajo cero, mi habitación parecía más amplia, fría y desolada, no contribuyó a tal estado, mirar a un lado de la cama y encontrar un vacío que ya no puedo ignorar, supongo que el error se viene cometiendo desde hace meses, cuando mis discusiones con quien siempre creí que era el amor de mi vida, nos hizo comportarnos como tropas en guerra.

Aún no sé que nos pasó, realmente éramos muy felices, supongo que el orgullo, la soberbia y hasta el egocentrismo, nos llevó a pensar que alguno debía llevar las riendas de la relación y allí comenzó el deterioro de nuestras vidas.

Recuerdo perfectamente la tarde en que todo comenzó, ese fue el día que él y yo convertimos las discusiones en un deporte para llevarlo luego a una batalla de voluntades, se nos hacía más fácil atacar el punto débil de nuestro contrincante que dar el brazo a torcer.

Mi madre siempre decía que antes de tomar una decisión importante debía siempre tomarla por mi amor y felicidad, aun creo que tenía razón, pero que pasa cuando ese amor es lo que te impide ser feliz, acaso debemos denominar al corazón el total dueño de nuestra vida y olvidar por completo la razón, será que debo dejarme llevar por mi instinto y dejar todo atrás.

Hoy me he levantado con una actitud distinta, siguiendo el consejo de mi madre busco la felicidad y el amor, hoy he decidido reparar mi relación. Supongo que hablar sería el primer paso, por ello me dirijo a la sala, donde sé que se encuentra él, leyendo ese libro que tanto le gusta.

Una vez allí, comienzo a tartamudear, el miedo me invade frente a él, aun así después de unos segundos, mi valentía sale a flote y le digo:

-Necesitamos hablar, es urgente.

Algo en mi expresión le ha llamado la atención, pues en su rostro leo la preocupación, lo que me hace pensar que me ama tanto como yo a él, y que lo de nosotros no está perdido.

Por un momento veo que quiere acercarse, pero con un gesto detengo su marcha y prosigo con mi discurso:

-Necesito que me escuches, me rindo, ya no puedo seguir participando en esta guerra. Al parecer no soy tan sabia como pensaba (y creo que puedo decir lo mismo de ti), como nos hemos equivocado amándonos tanto, me ha tomado mucho tiempo darme cuenta que pasamos de amantes a enemigos, hemos desatado una guerra de poderes con la consigna de quien manda más en nuestra relación, nuestras armas son los gritos, las recriminaciones (por cosas absurdas) y hasta la crítica, quisiera ser la culpable y decir que solo yo puedo solucionar tal conflicto, pero tristemente hemos contribuidos los dos en el desgaste de esta relación.

Como si no pudiera entenderme me preguntas sin más:

-¿De qué hablas? Es por lo de ayer, estás haciendo todo este drama por lo de ayer, esa fue una simple discusión, todas las parejas discuten, además eso fue por tu culpa.

Niego con la cabeza, tomo sus manos y le digo:

-No es la discusión de ayer, ni la del lunes, la semana pasada o el mes pasado, son todas esas discusiones, tienes razón todas las parejas discuten pero nosotros hemos llevado esta lucha a otro nivel, pues nos atacamos, ya sea ofendiéndonos de manera sutil o de alguna otra forma y, nos escudamos detrás de un orgullo que no nos deja ceder, competimos por quien grita más fuerte y hemos usado nuestro punto débil para probar que uno es más fuerte que el otro. Podemos echarle la culpa a nuestro carácter, pero donde queda el respeto y el cariño base de nuestra relación. No podemos seguir así amor, ya basta de estar entre el amor y la guerra.

Veo como te pasas las manos por tu rostro, y alzas la voz diciendo:

-Que quieres de mí, acaso quieres separarte y dejarme, si es así adelante no tienes que darle tantas vueltas al asunto.

Rompo a llorar como nunca, pues he desnudado mi corazón y él no ha comprendido, así que me doy por vencida, pero antes susurro:

-No has comprendido, te amo, no quiero separarme de ti, quiero que me ayudes a reparar lo que hay entre nosotros porque en el fondo sabes que esto no puede continuar así, ya no quiero vivir en vigilia debatiéndome si me atacarás o debo atacar primero, no quiero siempre tener la razón si te pierdo, pero tampoco puedo dejar que te impongas a mí siempre que lo quieras, es tan difícil entender que ambos estamos equivocados, que podemos pasar más tiempo amándonos que en un enfrentamiento día y noche.

Miré como se dio la vuelta, así que tomo la decisión de partir, no puedo permitir que destruya mi corazón, sé que lo extrañaré pero debo alejarme, así que hago mis maletas y me marcho de mi hogar.

Han pasado semanas desde que la vi partir ahogada en un mar de lágrimas, nunca la había visto así, me siento culpable por ser el causante de su desdicha, mas cuando pienso en como me tomo gran parte de mi voluntad (o terquedad) no salir tras ella a disculparme.

Mientras la observo conversar con nuestros amigos, no puedo evitar rememorar los errores que he cometido en mi relación, sobretodo los últimos 3 consecuencia de su partida.

El primer error lo cometí justo a horas de que se fuera lejos de mí, me encontraba en mi sala viendo en la Tv un programa absurdo mientras trataba de justificar porque no fui tras ella, como letanía me repetí: "esto es solo una riña pasajera", hasta que la soledad hizo mella en mí, días después me di cuenta que la extrañaba y le di la razón, estábamos en guerra. Ahora veo los destrozos, el vacío, las armas esparcidas por el piso, y por último, en vez de hombres caídos, nuestro corazones fueron vencidos justo en la línea enemiga, sin embargo, a pesar de todo no corrí tras de ella.

El segundo error o como yo lo llamo idiotez, lo cometí justo después de que unos amigos me invitaran a un bar, afirmé: "puedo estar sin ella" y me lo repetí trago tras trago mientras brindaba con mis compañeros, me apoyé en la teoría: "mujeres hay por montones", tomé la decisión de seguir adelante, la soledad me había hecho pensar en ella una vez, pero no volvería a pasar por tan terrible momento. Sin embargo, cuando pensé que no podía estar más equivocado lo estaba, cada mujer frente a mí, me recordaba ella. Ese día que aprendí la lección regresé a casa solo y recordé porque la amaba, adoraba su fuerte pero aguerrido carácter, su sonrisa, esas manías tan adorables que antes me causaban molestia, por último, rememoré como se veían sus labios luego de besarnos en un rincón como par de adolescentes, en como mi corazón se aceleraba cada vez que la veía usar algo sexy solo para complacerme, y sobretodo, recordé su rostro que perdió brillo poco a poco a través de nuestra discusiones, aun así nuevamente volví a dejarme absorber por mis pensamientos y a pesar que esa vez logré tomar el auto, simplemente preferí verla de lejos, la valentía no venció al orgullo.

Mi tercer error lo cometí justo hoy, después de tanto reflexionar llegue a la siguiente frase: "está mejor sin mí," al fin y al cabo yo solo la llene de angustia, ella me pidió reparar todo y yo la alejé de mí, además, luego de verla aquí, con una sonrisa en el rostro ya no pienso que le hago falta.

Por un momento me debato entre la rabia, pues como me olvidó tan rápido, pero luego la tristeza se presenta frente a mí y me recuerda que ella izó una bandera blanca y yo la tiré en su rostro. Por último, mi estúpido orgullo me grita que no me muestre débil ante ella, que lo mejor será partir.

Me despido de todos, evito ser visto por ella y camino a mi auto, me sorprendo al darme cuenta que me mira desde el suyo y justo cuando pasa por mi lado, pensando que no valgo nada para ella, mi corazón se detiene al verla llorar.

A pesar de que su semblante denota tristeza no puedo evitar pensar que le importo lo suficiente para recuperar nuestra relación.

Compro unas flores en el camino y me dirijo al apartamento donde sé que está viviendo, espero por horas hasta darme por vencido, pero luego la veo llegar con una sonrisa triste, no pierdo tiempo y la abrazo, no se resiste pero aun así noto que no he borrado ni un rastro de su tristeza con mi muestra de afecto.

Así que tomo sus manos y antes de robarte un corto beso, le digo:

-No soy un romántico, soy torpe a la hora de expresar lo que siento, pero desde mi corazón quiero que sepas que te quiero junto a mí, no quiero guerras, no quiero enfrentarme a ti y mucho menos a nuestro amor, quiero bajar las armas y pedirte reparar nuestra relación, sé que nos tomará tiempo pero podemos lograrlo.

Veo como en sus ojos brilla la alegría y me dice:

-Pensé que nunca volverías por mí.

Antes de besarla decido susurrarle al oído:

-Siempre vendré por ti, pero antes, quiero pedirte que hablemos antes de discutir y en caso de hacerlo todo se hará sin herirnos, porque ahora si participamos en una guerra que sea para luchar juntos contra cualquier adversidad, no quiero ser tu enemigo, quiero ser tu pareja, esposo o amante.

Nos besamos sin más, esa noche no dormí pero por una razón completamente distinta a las anteriores, nuestros días no fueron fáciles pero aprendimos a convivir, como dije fue inevitable volver a discutir pero ya no era lo mismo, ya no estábamos entre el amor y la guerra pues entre los dos dejamos de hacernos la guerra pero vivir nuestro amor.

Esta es una historia de amor con un toque sentimental, inspirada en todas aquellas relaciones en donde ambos compañeros de vida son una especie de luchadores, pues cada uno con su carácter quiere dominar la relación, a riesgo de acabar con la misma.
Es importante tener claro que aunque las discusiones son normales entre pareja, siempre debe hacerse bajo un entorno de respeto, nunca tratando de lastimar al otro solo para sentirse ganador.
Pienso que las discusiones son necesarias para una buena comunicación, pues así se ve el nivel de comprensión, tolerancia y hasta adaptación entre dos enamorados. El respeto y la comunicación son las bases para una relación de cualquier tipo, pero como todo debe haber un límite, ningún exceso es sano.
En este caso, he querido contar la historia desde la perspectiva del chico y la chica, para que vean como ambos pueden sufrir bajo un entorno como este. Se preguntaran porque ambos personajes están sin nombres, pues les cuento que cuando lo escribí pensé en no darles nombres, pues es una historia que se da en muchas ocasiones y me gustaría que alguien se reflejara en ella.
Me gustó darle un final feliz a esta pareja, porque creo que las relaciones no tienen que ser perfectas para encontrar la felicidad, simplemente los involucrados deben trabajar en conseguir lo que quieren de manera conjunta y superando barreras.

_{Las imágenes están enlazadas correctamente, la edición fue hecha utilizando Befunky, Canva y Fotor.
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