Dejarte ir

— que tal lo llevas, despechado? —

Marcus suspiró mientras cerraba los ojos negándose a llorar de nuevo. Era increíble el daño que una persona podía causarle en tan poco tiempo.

— No estoy de humor, Alex — murmuró el chico llevándose las manos a la cara; negándose a que su amigo viera las prominentes ojeras que tenía y el tono rojizo que sus globos oculares habían tomado.

— tu mamá dijo que tienes tres meses sin salir de tu habitación — dijo Alex llevándose una mano a la nariz al sentir el olor a polvo y suciedad que había en la habitación del chico — y créeme que el estado de tu habitación y el tuyo lo comprueban —

— solía ser de los que viven solo para ellos mismos — susurra con la voz quebrada — ahora paso mi tiempo pensando como sacarla de mi mente —

— ¿sabías que está comprobado científicamente que es más fácil pensar en un ambiente limpio? — preguntó el chico tomando con dos dedos una camisa que había en el suelo para luego echarla en el cesto de la ropa sucia — o al menos en un lugar iluminado — dijo algo incómodo mientras abría las cortinas de la habitación. Marcus se tapó con las sucias y ya desgastadas sábanas de su cama hasta la cabeza al instante, como si el sol le quemara — necesitas un poco de calle — dijo Alex ya cansado de ver a su amigo en aquel estado — una buena salida es todo lo que necesitas para olvidar a Sophie —

Y ahí escapó el primer sollozo de Marcus.

— necesitas superarla, Marcus — dijo Alex quitando toda la basura que había en la silla de la habitación para luego sentarse — ya has faltado tres meses a la universidad y no quiero imaginar cómo estás ahí abajo — comentó señalando el bulto de sábanas en el que se hallaba Marcus.

— no es tan fácil — se quejó el mencionado secándose las lágrimas bruscamente — Si Jules llegase un día diciendo que te odia, que eres lo peor y no quiere volver a verte ni siquiera en pintura ¿como te sentirías? — interrogó al borde de la cólera mirando a Alex

— bueno... —

— Mal, destrozado, herido — ni siquiera le dio tiempo de acabar cuando Marcus había vuelto a hablar — así que no fingas que es algo tan fácil como tomar agua, porque no lo es —

Alex abrió la boca para tratar de argumentar algo, pero al ver que no tenía qué decir solo se limitó a levantarse de la silla

— Lamento que te haya dejado — farfulló en forma lastimera — si necesitas algo... Recuerda que puedes llamarme siempre que lo necesites —

Y sin más, abrió la puerta de la habitación, pero antes de irse las palabras de Marcus lo hicieron estremecerse.

— El amor es como una casita de naipes — murmuró el chico tomando una foto de Sophie, la cual se encontraba en la mesita de noche — es tan difícil de armar... Pero tan fácil de destruir —

— Solo es fácil de destruir cuando no existe amor realmente - enunció Alex dándose la vuelta - porque si quieres que la casa de naipes dure para siempre, usarías pegamento para unir las cartas y la pondrías en un lugar donde nadie pueda dañar —

Luego de aquello abandonó la habitación, dejando a Marcus reflexionando sobre lo dicho

— Tal vez solo eras alguien tóxica... Pero joder, también eres tan jodidamente adictiva que duele dejarte ir — musitó el chico mirando la fotografía

«El infierno nos envió la más cruel de las enfermedades... Y los humanos la llamamos "Amor"» Conny Cernik

(Créditos de la canción a sus correspondientes autores)