Gemía y sollozaba la joven atada,
Rodeada de una multitud expectante de ojos que
Irradiaban lascivia y transmitían lo más vil del
Ser humano. Expuesta ante tal circunstancia
Vacilaba su conciencia, lo real y lo
Irreal se suplantaban, aquello era de contar y no creer.
A veces al cruzar la plaza puedo oír su susurro, pues
No existe suficiente fuego para extinguir el alma de una bruja.