Él es fuego y ella es agua.

fotografía tomada con un Blu Neo X en este año.

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Salí a acompañar a mi padre. no sabía qué rumbo tenía pero quería salir de casa. Hacía buen clima y como cosa de un milagro, el clima era algo frio en San Francisco. Estaba taciturno en el asiento de atrás del auto cuando levanté la mirada y el cielo me dijo algo hermoso. era inevitable capturarlo.

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Eran las tres de la tarde y me sentía cansado como normalmente me siento después de un entrenamiento de Rugby. Busqué mi teléfono y le envie un mensaje a Joss: «¿Te puedo llamar?». Como es normal en Joss, tuve que esperar unas dos horas para que respondiera. Mientras ella respondía me senté a corregir unos relatos cortos que había escrito. Estaba frente a la pantalla de la computadora con un bolígrafo negro en la boca haciendo la función de un cigarro imaginario y un vaso de agua que jugaba a ser un trago de Whisky. El teléfono sonó.
—¿Joss? —Pregunté.
—Sí. ¿Cómo estás Heber?
—Ayer practicamos Tackles. Sólo estoy cansado.
Joss es una desconocida físicamente para mí. Tengo esta manía de hablar con personas por internet y nunca verlas. Hay cierta magia en eso. Sólo puedes juzgar el alma y no el físico. Todo lo que escribimos viene de adentro, no importa si no es algo literario. Lee bien lo que escribe una personas, así sea un mensaje de texto, mira bien lo que dice y la conocerás de verdad. A veces el cuerpo no pone ciegos. Mejor es sólo escuchar o leer. A mí me gusta eso. Lo malo es que se me es muy difícil que una persona me parezca interesante. Normalmente abandonó la conversación después de cinco minutos. (Cuando el cuerpo carece de alma, las palabras son vacías) Joss era una de esas chicas para mí. La conocí en cierta red social. Luego de hablar por dos minutos ya sabía que a Joss le encantaba la poesía, las novelas y escribir, además de que se maravillaba viendo fotos y pinturas al óleo. Una completa loca. Como yo.
—Mmm. ¿Has escrito algo?
—No. Corrijo lo del mes pasado.
—Heber, ¿te puedo hacer una pregunta?
—Me gusta responder preguntas
—¿Crees que soy linda? Los chicos no me dicen que soy linda.
En mi manía de caminar mientras hablo por teléfono llegué al frente de mi casa, desde donde se puede ver el cielo sobre las estructuras de las casas. Había un hermoso arrebol.
—Ellos no saben apreciar la vida. Y tú estás confundida o lo ignoras.
—¿Qué dices? ¿Quien no sabe apreciar la vida?
—Veamos, ¿te gusta mirar el cielo?
—Claro, es algo bueno de mirar.
—¿Por qué?
—Es hermoso.
—Aún así las personas no miran el cielo, a pesar de lo grande y hermoso que es, a las personas les gusta mirar el suelo sucio y polvoriento.
—¿Qué quieres decir Heber?
—Es fácil, las grandes cosas hermosas son ignoradas por la mayoría. Una pequeña minoría va caminando mirando hacia arriba.
—Eres muy joven para hablar de ese modo.
—Tengo alma de viejo. Pero con menos sabiduría.
—¿Te gustan las noches azules?
—Soy más de las noches naranjas.
—Yo odio las noches naranjas —dice Joss—, siempre me pongo a pensar que el munda se acabara.
—El arrebol es hermoso —dije.
—Las noches azules es hermosa.
—Bueno, como tú digas.
—Es una lastima, el color del cielo es como las personas, el fuego y el agua no se pueden unir.
—Una vez vi fuego en el mar. Fue una fotografía.
la Llamada se colgó. No tenía señal. Disfrute un rato más y me quede pensando sobre la similitud del cielo y las personas.

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