Manual anti-manipulación | El "Gaslighting" o los inicios del abuso psicológico

El Gaslighting -o "hacer luz del gas"- es probablemente uno de los mecanismos de abuso psicológico más elementales y cotidianos. Su nombre proviene de la obra de teatro del autor Patrick Hamilton, estrenada en el año 1938, que se haría famosa años más tarde, cuando la actriz Ingrid Bergman protagonizara la versión llevada al cine en 1944.

En la obra, una mujer cree tener estar perdiendo la cordura, padece de severas lagunas de memoria y percibe cambios en los objetos del entorno. Es, sin embargo, su propio marido quien manipula todo a su alrededor, quien pone tan insistentemente en duda los hechos que, evidentemente, se generan alrededor de su esposa para que ésta comience a dudar de sí misma y de su sanidad mental.

Ejecuta este plan con el propósito de adueñarse de la riqueza de su mujer, que trata de encontrar en el ático de su casa, y que registra con la ayuda de lámparas de gas (de ahí el nombre de la película y de la técnica de la manipulación).

El gaslighting es precisamente la tergiversación de los hechos del entorno compartido. Consiste en hacer dudar a la víctima de su propia memoria y de sus capacidades de percepción del ambiente que hay a su alrededor. Funciona, por ejemplo, cuando alguien niega rotundamente haber llegado a un acuerdo mutuo en una relación de pareja; o, cuando un político reniega de una promesa que emitió al alguna comunidad, pero que no fue registrada propia y literalmente.