Análisis Iconográfico "Expulsión de los demonios de Arezzo"

in spanish •  7 years ago 

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Titulo: Expulsión de los demonios de Arezzo
Autor: Giotto di Bondone
Fecha: 1290-1300
Museo: Basílica de San Francisco en Asís
Dimensiones: 270 x 230 cm.
Soporte: Lienzo y Óleo
Estilo: Renacimiento Italiano

Significación Primaria:
La Obra posee en primera estancia una escena en la cual se observan varias edificaciones siendo atacadas por algunos personajes en forma de criaturas, y se puede ver que existen cuatro personajes de tipo humano que son masculinos hasta donde la obra permite observar, dos de ellos dentro de una edificación y dos mas fuera de ella uno mirando y señalando a la parte superior de la obra y el otro arrodillado con su manos juntas, en cuanto a los colores son llamativos los cuales incitan al espectador a observarle y generar un recorrido visual alrededor de la misma, podemos observar en la parte inferior de la obra distintos tonos y matices de verdes y tonos cremas que dan la apariencia de un suelo de montaña, verdoso y rocoso, el cielo posee distintos tonos de azul, que matizado con el blanco genera la sensación de revuelo tormenta, al mismo tiempo tragedia y lucha, las edificaciones poseen sus propios colores los cuales varían entre rojo, amarillo, blanco y un azul muy suave, los personajes del tipo criaturas tienen tonos grisáceos muy oscuros los cuales contrastan con el cielo tan claro y dan realce visual a su sola presencia, mientras que los personajes poseen una especie de tunica que tiene colores bronce, marrón y un gris oscuro.

En cuanto a la línea se refiere, existe de una forma muy fina pero reconocible que da a lugar la separación entre fondo y forma, observamos que son líneas muy rectas y limpias lo cual es grato ante la vista del espectador, también se presenta en los pliegues de la vestimenta que llevan algunos de los personajes y en las decoraciones que poseen las edificaciones, lo curioso de este cuadro es que la línea recta predomina entre las figuras incluyendo a dos de los personajes ya que el resto posee líneas entre curvas y rectas igual que alguna que otra decoración de las edificaciones.

El recorrido visual que brinda la obra es de la siguiente manera: el primer personaje en la esquina inferior izquierda apunta con sus manos juntas al personaje que se encuentra de pie y este a su ver señala la parte superior derecha del cuadro donde se observa gran parte de las edificaciones y las criaturas lo cual da paso a bajar hasta la parte inferior derecha y se corta el recorrido visual permitiendo apreciar en una totalidad el presente trabajo.

Y su textura se encuentra de forma visual aunque las edificaciones y las túnicas den una sensación lisa dentro de la obra.

Significación Secundaria:
Nos encontramos ante un cuadro completamente figurativo el cual no deja nada abstracto ya que hasta la extraña forma que posee en cielo es entendible, este cuadro posee tendencia cubista ya que gran parte del mismo posee figuras geométricas entre las edificaciones y sus detalles bien sea desde las ventanas hasta los balcones pasando por una de las paredes de la ciudad que posee muchos rectángulos, y los techos poseen formas piramidales.

Observamos pues la presencia de aureola en uno de los monjes y la túnica de distintos colores en el resto de los sujetos que se pueden apreciar dentro del cuadro, entre las decoraciones de las edificaciones de la derecha encontramos ojos en las paredes como si fuese relieve de la construcción y en la parte izquierda del cuadro podemos apreciar como una iglesia se alza ante la vista del espectador, uno de los personajes se encuentra arrodillado y con las manos juntas en posición de rezo.

La aureola (según el diccionario iconográfico de Alfonso Serbano) el la imagen solar que posee el sentido de corona se manifiesta como un resplandor por enzima de los rostros de las personas que los poseen, como podemos apreciar en la obra sobre la cabeza de uno de los monjes. Esto indica el grado de santidad y de la conexión con lo divino, se utiliza dentro de las obras para valorizar y dar nobleza a un personaje que en la mayoría de los casos son enviados santos, el hijo de dios, ángeles o la presencia de la vírgenes, inocentes o mártires de las puestas escénicas.

La Túnica (Según el diccionario iconográfico de Alfonso Serbano) De todas las vestimentas la túnica es la que más se aproxima en su simbolismo al alma; revela una relación con el espíritu. Los agujeros o las manchas sobre la túnica evocan las cicatrices o las heridas del alma como las manchas claras que se aprecian en las túnicas de los monjes quienes están combatiendo a los demonios. La túnica de Nessos es un símbolo de venganza.

El Ojo (Según el diccionario iconográfico de Alfonso Serbano) El ojo, órgano de la percepción sensible, es naturalmente y casi, universalmente símbolo de la percepción intelectual. Conviene considerar sucesivamente el ojo físico en su función de recepción de la luz; el ojo frontal (el tercer ojo de Shiva); y por último el ojo del corazón, la luz espiritual, que reciben uno y otro. En la obra vemos una ciudad con edificaciones, sus paredes son decoradas con ojos espectadores en la parte frontal de cada uno de los edificios.

La Iglesia (Según el diccionario iconográfico de Alfonso Serbano) La Iglesia cristiana simboliza la imagen del mundo. La expresión de Pedro Damiano es significativa: Ecc/esia enim figuram mundi gerit. La Iglesia simboliza Jerusalén, el reino de los elegidos, la Iglesia paradisíaca, el microcosmos y el alma humana. En la obra podemos apreciar una iglesia que se levanta a la izquierda, el cual se hace imponente y que esta estructura es mucho mas grande que las edificaciones de la ciudad.

Significado Intrínsico:
Estamos frente a una obra importante dentro del renacimiento italiano esta es La Expulsión de los demonios de Arezzo de Giotto di Bondone donde escenifica uno de los episodios de la vida de San Francisco que confluyó en la determinación milagrosa del santo. Se presenta a San Francisco arrodillado tras un compañero franciscano, que se dirige con fuerza hacia las criaturas que figuran en el cielo. San Francisco, durante la guerra civil de Arezzo, exhortó al hermano Silvestre a que expulsara los demonios que habitaban en la ciudad. Mientras que el santo se presenta concentrado en sus rezos y oraciones, Silvestre ejecuta la acción propuesta. Su figura, de fuerte consistencia, se dirige con la mano hacia el cielo, donde las criaturas del mal parecen replegarse y huir de la ciudad. Para todo ello, Giotto ha creado un espacio verosímil.

A la derecha se sitúa la ciudad asediada por los demonios, cuyas arquitecturas resaltan por el colorido típico de los edificios de la época, en diversos colores. A la izquierda, separando la composición y las acciones claramente, figura una iglesia, donde se sitúan los santos que salvarán a la ciudad de la ruina, de mano de la fe de San Francisco. El objetivo ha sido alcanzado, ya que de entre las puertas de la muralla, podemos distinguir algunos ciudadanos que vuelven tras la liberación milagrosa. El espacio representado, aunque excesivamente vertical, se hace creíble como marco para la acción que se escenifica. La sensación espacial y la fuerza de las expresiones de los santos que consigue Giotto se presenta como una labor de adoctrinamiento para las masas, ya que lo que pretende es dejar ejemplificado el carácter benefactor del santo y, al tiempo, el poder de la Iglesia, que es la responsable última de la liberación de la ciudad.

Las primeras Obras conocidas de Giotto son las escenas de la vida de San Francisco, en Asís: La expulsión de los diablos de Arezzo una de las tantas obras quien realizo en homenaje a San Francisco de Asís “El homenaje de un hombre sencillo”.

El segundo ciclo de frescos de importancia asociado o atribuido a Giotto es la "Vida de San Francisco" en la Iglesia Superior de San Francisco, en Asís. Si el autor fue en verdad Giotto no es solamente uno de los mayores problemas que enfrentan los expertos, sino también una de las mayores controversias de la historia del arte. Los frescos de San Francisco son, evidentemente, obra de un pintor de enorme talento. Sus retratos íntimos y humanos han definido, en realidad, la imagen popular que se tiene del santo. Pero existen, sin embargo, grandes diferencias técnicas y estilísticas entre estas obras y las de la Capilla de los Scrovegni. Ellas han hecho que muchos críticos se nieguen, aún hoy en día, a aceptarlas como obras del mismo artista. Los intentos de atribuir a Giotto otros frescos de la ciudad de Asís han producido disputas similares entre los estudiosos de su obra.

En la actualidad, sin embargo, son mayoría los estudiosos que consideran segura la autoría de Giotto, si bien admiten que habría contado con amplia colaboración de los miembros de su taller. No hay acuerdo en cuanto a la cronología de la obra, pues, aunque es mayoritaria la datación en los primeros años del siglo XIV, hay autores que retrotraen la fecha hasta 1291-1292. Hay acuerdo en cuanto a que se trata de una obra anterior a la de la Capilla de los Scrovegni.

Los frescos cubren la parte inferior de tres de las paredes del templo, las dos laterales y la interior de la fachada, a ambos lados de la puerta. Se trata de 28 episodios de la vida del recientemente canonizado Francisco de Asís, siguiendo el relato de la Legenda mayor de San Buenaventura.

Cuando Giotto promediaba la treintena, su fama había trascendido las fronteras de Florencia y se extendía ya por toda Italia, a tal punto que el papa Bonifacio VIII le envió un mensajero para pedirle algunas muestras de su arte, con la intención de ver por sí mismo si el renombrado pintor era digno de recibir propuestas para trabajar en Roma. Según Vasari, Giotto tomó un lienzo blanco en presencia del recadero, hundió su pincel en pintura roja y, con un solo trazo continuo, dibujó a mano alzada un círculo geométricamente perfecto, diciendo al hombre: "La valía de este trabajo será reconocida". Escribe Vasari: "Cuando el papa vio el lienzo, percibió instantáneamente que Giotto era superior a todos los demás pintores de su tiempo".

Provisto de su talento natural y de las enseñanzas de Cimabue, Giotto comenzó pronto a ocuparse de encargos de terceros, principalmente trabajos religiosos. Así, se le atribuyen como primeras obras dos series de frescos en la Basílica de San Francisco de Asís. Un primer ciclo, en la parte alta de las paredes del templo, realizado posiblemente en la primera mitad de la última década del siglo XIII, y de atribución bastante dudosa, desarrolla temas bíblicos. Más adelante, entre 1297 y 1299, una nueva serie de frescos fue muy probablemente ejecutada por Giotto en la parte inferior de los muros de la iglesia, acerca de la vida de San Francisco de Asís. Vistos los excelentes resultados, se le solicitó que pintara (entre 1305 y 1306) los extraordinarios frescos de la Capilla de la Arena en Padua.

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