Esta es una historia 100% real que viví (y aún vivo) en carne propia. La idea es irles contando en varios posts todo lo que me fue pasando hasta descubrir que sufría de bipolaridad y cómo se desarrolló mi vida después de ello.
Mi papá me había ido a buscar al hospital, cuando salí en la silla de ruedas y vi el sol, sentí de nuevo un renacer, otra oportunidad que no sabía muy bien en ese momento como aprovechar. Llegamos a la casa y fue una serie de días muy difíciles para mis padres y muy confusos para mí. Hubo un día que di vueltas alrededor de la mesa de la cocina gritando “TODOS NOS VAMOS A MORIR”, hubo otro día que me desnudé y me eché un vaso de agua encima, hubo otro día que empecé a golpear a mi papá hasta el cansancio, pasaban muchas cosas todos los días, uno era peor que otro.
Tiempo antes de esto, tal vez como una premonición, yo había empezado a ir a un psiquiatra a modo de terapia, para conocerme mejor y tratar cosas de mi personalidad que quería controlar. Era un psiquiatra muy bueno y mis padres lo sabían, así que después de algunos días me llevaron con él, cuando llegué a la consulta estuve hablando por mucho tiempo, tratando de explicar lo que me había pasado, por algún motivo en mi cabeza yo le atribuía a esto a que había dejado el cigarro, pero no tenía nada que ver. Él sólo me escuchaba y asentía, porque en ese momento no había nada que podía decir que pudiera yo entender lógicamente. Luego de eso, habló con mis padres y le explicó que yo estaba sufriendo una crisis psicótica, les dio instrucciones de como debían tratarme y comportarse a mi alrededor y me recetó muchos, muchísimos medicamentos.
Esta muñequita china fue mi compañera todo ese tiempo, jugaba todo el tiempo con ella como si fuera una niña, la hacía patinar por toda la casa, y aveces sentía que me quería hablar.
Los siguientes meses fueron protagonizados más que nada por mi reacción a los medicamentos, uno me hacía babear y no podía comer ni masticar bien, el otro me hacía desmayar, otro me bajaba la tensión, otro me hacía caminar de manera rígida sin mover los brazos (afectaba mis funciones motoras), entre todos eran un cóctel que borraron por completo mi personalidad y mis pensamientos, pero viéndolo en perspectiva fue un mal necesario, porque eventualmente me hicieron mejorar, y hasta el día de hoy sigo tomando medicamentos, en una menor dosis, y muchos menos, ya no me afectan tanto pero los necesito para estar estable.
En todo este tiempo varios de mis amigos se preguntaban qué me pasaba, por qué estaba tan ausente, algunos se enteraron de lo que pasaba realmente, otros no, algunos lo entendían, otros no, eso fue un filtro importantísimo para saber que amistades estaban conmigo realmente. Los más importantes para mí me fueron a visitar, en ese rato hablábamos pero no me entendían, dibujábamos, les mostraba mis adornos, o comíamos juntos y se daban cuenta de lo mucho que me costaba comer por los medicamentos, entre otras cosas sin mucho sentido, se iban muy tristes (me contaron tiempo después), pensando en que yo iba a estar así para siempre, que me habían perdido.
Para ese momento, después de progresar un poco por la medicina, e ir a consulta con el psiquiatra, se me había diagnosticado esquizofrenia. Poco a poco al pasar de los días recuperaba un poquito más la normalidad, aunque aveces pasaba horas bañándome tirada en el piso de la ducha jugando con el champú y el enjuague, o que pensaba que mis amigos estaban en la casa de la vecina y pasaba media hora tocándole la puerta, pero eventualmente me daba cuenta de que estaba actuando erráticamente y corregía ese tipo de actitudes.
En la siguiente entrega les estaré contando de mi recuperación, recaídas, y como fui volviendo a mí misma, hasta finalmente enterarme de mi condición real: la bipolaridad.
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Seguiré en la ultima parte.
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