Tu percepción de mí, es un reflejo de ti. Aprendamos de cada uno, lo grande que cada quien tiene. Con estas dos frases, quiero compartir con ustedes, una gran experiencia, del por qué no debemos dejarnos llevar por la primera impresión, pudiendo perder así grandes oportunidades. Cuando estudiaba en la Universidad, conocí una compañera de estudios, Magaly Romberg, que me llamaba la atención por su motivación al logro y aplicación en sus estudios. Al compartir tal afinidad, con el tiempo, empezamos a realizar las asignaciones de clases juntos y nos convertimos en grandes amigos. Lo interesante fue cómo mi amiga me reveló, al existir confianza entre ambos, sus primeras impresiones prejuiciadas sobre mi persona. Según ella, mi capacidad argumentativa le molestaba, le chocaba y le hacía decirse a sí misma: “ que jamás realizaría un trabajo o tarea, con mi persona, por tal motivo”. Resulta que mi forma de ser, le mostraba su también espíritu crítico, de liderazgo y competitividad. Al transcurrir el tiempo, formamos una gran amistad, que ya supera los veinte años. Inclusive, los que antes de mí, fueron sus mejores amigos, se alejaron, perdieron el contacto con ella, mientras que yo, he permanecido en el tiempo, compartiendo grandes y significativos momentos. Así es la vida. Esta anécdota nos muestra que debemos mirar más allá de las apariencias, para calibrar, conocer y valorar en profundidad a cada persona.
En la foto con mi gran amiga Magaly Romberg. De cómo un corto circuito prejuiciado se convirtió en un gran amistad.!
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