Da igual el camino que tomes, el destino es el mismo

...Sólo existió un ser que entendía mi pintura. Mientras tanto estos cuadros deben de confirmarles cade vez más en su estúpido punto de vista.
Y los muros de este infierno serán, así, cada día más herméticos.

...Al entrar, encontraron, colgado en la pared, un espléndido retrato de su amo, tal como le habían visto últimamente, en toda la maravilla de su exquisita juventud y de su belleza. Tendido sobre el suelo había un hombre muerto, en traje de etiqueta, con un cuchillo en el corazón. Estaba ajado, lleno de arrugas y su cara era repugnante. Hasta que examinaron las sortijas que llevaba no reconocieron quién era.

...Habló con sus captores, diciéndoles que ahora comprendía su error.
-¿Qué error? ¿pedir la mano de una chica? Lo mismo hice yo cuando me casé.
El joven, sientiendo entonces que estaba loco sin remedio, puesto que no podía hacer contacto con nada, se negó a comer durante muchos días y, al fin, se tumbó en la cama de cara a la pared y murió.

...Todos, tanto hombres como mujeres, habían cometido ya en alguna ocasión un asesinato u otro crimen infame. Pero, ¿devorar a un hombre? De una cosa tan horrible, pensaron, jamás habían sido capaces. Y se extrañaron de que les hubiera resultado tan fácil y de que, a pesar de su turbación, no sintieron la menor punzada de remordimiento.
¡Al contrario! Aparte de una ligera pesadez en el estómago, tenían el ánimo tranquilo. En sus almas tenebrosas se insinuó de repente una alegría muy agradable. Y en sus rostros brillaba un resplandor de felicidad suave y virginal. Tal vez por eso no se decidían a levantar la vista y mirarse mutuamente a los ojos. Cuando por fin se atrevieron, con disimulo al principio y después con total franqueza, tuvieron que sonreír. Estaban extraordinariamente orgullosos.
Por primera vez habían hecho algo por amor.