Hola, estimados Steemians.

Es agradable volver por aquí y responder sus comentarios y, a la vez, comentar y votar por el trabajo de los demás.
Hoy continúo con el poemario conceptual La clínica del Doctor Ernst Alt - o, como se llamaría en alemán: Die Nebligberg Nervenklinik-.

Hoy les traigo a una escritora famosa de la literatura norteamericana que publicó sólo un libro en vida, y por el cual recibió duros comentarios de parte de la crítica. Sin embargo, luchó contra la tristeza que esto le produjo y trató de permanecer estable lo más que pudo.

Zelda Sayre -o Fitzgerald, después de que contrajo nupcias- fue una mujer alegre y sociable. De hecho organizaba reuniones y fiestas que siempre estaban amenizadas con bebidas alcohólicas de diversos tipos. Su condición mental, la esquizofrenia, le hacía sentir sospechas de cualquier persona de su círculo social, y esto le llevó a ser agresiva, temperamental y poco predecible.

Su única novela, Resérvame el Vals, es una biografía comparable a la Campana de Cristal, de Sylvia Plath. Su esposo, Francis Scott Fitzgerald, le acusó de hacer plagio de una obra de su autoría y le recriminó, además, por el hecho de haber expuesto su matrimonio en la literatura.

Me permito salir de mi escondite y decir, que yo he actuado así en ocasiones: histérica, depresiva, dramática a más no poder y le he expresado odio al mundo incontables veces.

Si se encuentran con alguien así o que es pariente suyo, entiendan que no está pensando, es la enfermedad o la condición la que habla por esa persona. Él o ella estallarán unas cuantas veces más hasta que entiendan que lo que hacen es absurdo y fuera de lugar.

Fuente

Réservame el vals

Todo empezó con una mala impresión.
Era una simple plática entre una bailarina que bajó del Olimpo , levitando protegida
por velos y mi príncipe creador de mundos de noches doradas y mares de champaña.
Corrí despavorida del salón de baile
huyendo de una realidad pervertida por una mala química
cerebral y unos pobres pilares de seguridad.

Pisé en falso el primer escalón, el segundo pareció ocultarse de mí
¿Hicieron eso los demás o el licor los hizo desaparecer?
Un compás de tres cuartos marca el ritmo en mi destino hacia el abismo.

El aire melífluo de la ciudad de las luces,
los Campos Eliseos donde moran las almas de los héroes, los santos
y las criaturas que murieron antes de entender cómo funciona el mundo,
no fueron suficientes para valorar una realidad de la que me alejaba cada vez más.

El alcohol es bueno para celebrar, es bueno para olvidar...
También es bueno para destruir todo lo que mis ojos ven y que mi mente pervirtió.

Alabama, mi dulce hija, producto de mi desencanto con la vida.
Si tan sólo me hubiese conocido lo suficiente.
Si tan sólo hubiese respirado, tú serías capaz de bailar la música
más alegre que yo jamás conoceré.