Nair, un alma rota

Amanece y Nair se despierta entre nostalgia y agotamiento mental. Hay muchas cosas con las que ella carga día a día: su temor a las personas, el poco amor que tiene por sí misma, la pésima situación económica del país, sus problemas mentales y, sobre todo, el poco apoyo que le brinda su familia.

Nair se levanta de la cama, se da un lento baño mientras hace planes para el día que apenas está comenzando, se viste de manera provocativa —eso hace que se sienta menos invisible ante el mundo— y luego se prepara el desayuno. Ha vivido sola desde hace un año aproximadamente. Inicialmente vivía con su ex novio, pero lo dejó porque era muy mujeriego. Durante todo el tiempo que lleva viviendo sola, jamás necesitó ayuda de nadie para cubrir los gastos personales y el pago del alquiler o los servicios.

Luego de preparar café, se sienta a desayunar y a ver las noticias en internet: continúan las protestas, los políticos hablan más de lo que efectúan y nuevamente han muerto más personas a causa de la inseguridad. Mira la hora y se da cuenta de que se le ha hecho tarde para llegar al trabajo. Toma sus cosas: su bolso, el almuerzo, sus lentes oscuros y un paraguas. Termina de tomar el café y sale de casa en dirección al metro.

Son las 08.15 a.m. y Nair ha llegado tarde a su trabajo como pasante de moda en una aclamada marca de ropa. Su jefe le dio un sermón por haber llegado tarde, pero no era nada que no le hubiese sucedido antes. Todo resultaba ser muy irónico, pues a pesar de su temor a las personas, lograba convivir cada semana junto a sus compañeros, aunque claramente era por el trabajo.

Aprender por aquí, aprender por allá: dulce y cruel rutina. Llega la hora de almorzar y para Nair eso es todo un alivio. Se sienta a comer con sus compañeros y casi no puede soportar que ellos le cuenten sus vidas.

— Pobres personas, en sus hogares no son escuchados y vienen a su trabajo para que alguien les regale un poco de atención —pensó.

Se terminó la hora de almorzar y ella regresa al trabajo. Nuevamente se siente triste, sola y malhumorada. Se sirvió una taza de café y mantuvo la calma. La tarde transcurrió de manera aburrida y nada sorprendente.

Nair era una chica muy sentimental, aunque muy poco expresiva. Le habían roto el corazón, por eso era tan fría y poco amistosa con las personas. Su familia la había hecho a un lado porque no aceptaban a su ex novio y claro, ella siempre prefirió estar con él. Pero, a pesar de todo, de alguna manera lograba salir adelante sola. La vida no era nada fácil, pero era suya y podía mantenerse firme ante cualquier adversidad.

Por fin llegó la hora de salida. De nuevo tomó sus cosas y salió en dirección al metro. Llegó a casa, preparó café, encendió un cigarro, puso un disco de Coldplay y analizó su día laboral. Tenía una rutina para sobrellevar las cosas: mantenerse ocupada con cualquier cosa, no pensar tanto y decirse a sí misma que nadie puede ayudarla más que ella misma. Realmente no era nada sencillo tener que soportar la tristeza y la ansiedad. Fue a la nevera, cogió una cerveza y escribió unos cuantos textos. Revisó su celular y notó que no tenía ningún mensaje ni llamadas perdidas, así que se resignó una vez más a que las cosas, como iban, estaba bien. Terminó de beber la cerveza y se acostó a descansar un rato.

Despertó a eso de las 10 p.m. y fue a preparar tanto la cena como el almuerzo del día siguiente. A las 11:30 p.m. había terminado de cocinar y comer, así que se volvió a acostar, pero esta vez a dormir hasta el próximo día.

— He sobrevivido otro día más en este mundo de mierda, pero ¿a qué precio? —pensó.

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Escrito: @medinowski
Dibujo: @horty

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