Un mundo espiritual

¿Los indios, eran buenos o malos?

¡Qué pregunta!

Hace un siglo, quizás un poco más atrás todavía, a los pobladores primitivos de América toda se los refería como “salvajes”. Con el tiempo esa percepción fue cambiando y ahora podemos afirmar que para muchos ha girado 180°.

En la actualidad no pocos hablan de esos mismos pueblos originarios como seres rayanos con la perfección, por el contrario los conquistadores, evangelizadores o simplemente colonizadores pasaron a ser depredadores y hasta asesinos o como mínimo abusivos.

Aquí y ahora no voy a opinar sobre ambos extremos, sería una pérdida de tiempo y no llegaríamos a nada; simplemente voy a mencionar datos que extraje de libros que hablan sobre algunos de esos indígenas, específicamente de una tribu del extremo sur de la Patagonia Argentina y Chilena, los Selk’nam también conocidos como Onas.

Son solo datos del pasado que fueron difíciles de recolectar porque varios de esos pueblos que fueron los primeros pobladores de la zona han desaparecido casi totalmente y para dificultar aún más la tarea mencionaremos que no conocían la escritura, o sea no hay información escrita de la propia gente, solo se conserva información de terceros que observaron, hablaron con ellos, anotaron y sacaron sus propias conclusiones, por supuesto sesgadas o influenciadas por su formación y sus creencias.

Podríamos mencionar varios aspectos de la vida de los primeros pobladores de esas tierras duras, frías y áridas sin embargo solo voy a referirme en esta oportunidad al aspecto espiritual que como verán era muy simple.

Los Onas al igual que sus vecinos los Yaganes no poseían un culto o religión en un sentido similar al que le damos nosotros, tampoco tenían una jerarquía o clan dentro de la sociedad equivalente a sacerdotes o predicadores (clero), solo poseían unos pocos Xo”on que eran los hechiceros o brujos y que en ocasiones actuaban como médicos o mejor dicho curanderos.

Sin embargo tenían una concepción espiritual profunda que se representaba dentro de las cosas materiales, inclusive en la topografía, los diversos elementos de la naturaleza y también el cielo y los astros.

La forma de preservar sus vivencias y sentimientos era mediante leyendas que se trasmitían oralmente de generación en generación. En las diversas investigaciones se pudieron recopilar unas 80 donde se resumía toda su vida como pueblo, sus costumbres y sus creencias. Algunas de esas leyendas ya las he desarrollado dentro de este blog y otras pocas serán presentadas en su momento.

Los Onas no han dejado templos ni monumentos, tampoco edificios, obras de arte ni siquiera cerámica, pero su legado son esas leyendas que hablan del hombre, de la creación de los mares y las montañas, del sol y la luna, de los ríos y de los héroes. Nadie más alejado que los Onas de las pertenencias materiales que tanto dominan hoy al hombre moderno, es su legado y no es poca cosa.

Héctor Gugliermo

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@hosgug