Reconocimiento a Loto Azul como institución voluntaria del año en Mérida-Venezuela.

Agradezco de corazón a Walter Trejo y a todo el equipo de colaboradores de Cátedra de la Paz, este reconocimiento que comparto inmediatamente con el equipo de trabajo al cual pertenezco: Sandra Paz, Ana Paredes, Yolima Arellano, Deccy Gonzalez, Ana Sánchez, todas buenas amigas y miembros de la junta directiva de Loto Azul. Quiero agradecer también a Pietro Lazzeri, Jean-Pierre Villard, Matthias Bachmman, y a la Embajada Suiza en Venezuela por todo el apoyo, asesoría, seguimiento y acompañamiento en el desarrollo de los proyectos sociales realizados durante estos últimos años. A José Mestre, Claudia La Valle, María Peña, Frankner Moreno y a los padres y representantes actuales de nuestros jóvenes Loto, por su cariño, apoyo y confianza en nuestra labor.

Gracias al apoyo de cada una de estas personas, instituciones y organizaciones, hemos brindado formación educativa, deportiva, cultural, recreativa, artística, agrícola y laboral a personas con discapacidad, logrando con el apoyo del Centro Óptico Johnen, el subsidio del 100% del pago de sus matrículas, permitiéndonos además a través de sistemas de autogestión, el mantenimiento de las actividades de Loto Azul Asistencial, coordinado por Ana Paredes y Deccy González, quienes hacen posible la dotación semanal de jabón de manos, limpieza y desinfección de áreas de faena en 27 áreas de servicio del I.A.H.U.L.A.

En Loto Azul Mujer, hemos realizado a lo largo del 2018, más de 38 talleres de Alfabetización y Empoderamiento Digital con la participación de distintas instituciones, con el propósito de ofrecer herramientas para afrontar, desde los nuevos avances digitales, la crisis económica y educativa que enfrentamos en la actualidad, a través de la producción de contenidos digitales y formación en criptofinanzas, así también como la realización de la campaña 16 Días de Activismo contra la Violencia de Género, a través de 16 Concursos literarios, artísticos, fotografícos y de diseño, a nivel nacional e internacional con más de 64 premiaciones patrocinadas por el Proyecto Milkbox, y la asesoría y participación de Yolima Arellano del Observatorio Venezolano de Derechos Humanos de las Mujeres y Linda Loiza López, imagen de campaña y primera mujer venezolana en lograr un fallo a favor por violencia de género en la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Actualmente, el grupo de alfabetización y empoderamiento digital Loto Azul, cuenta con más de 70 personas, entre ellas, personas con discapacidad, adultos mayores, niños y adolescentes, a nivel nacional e internacional, a través de las redes de la Web 2, 3 y 4.0 con el propósito de capacitarse y desarrollarse en los nuevos avances digitales para poder superar la brecha que nos separa actualmente de los sistemas económicos e informáticos de la nueva era digital.
Nuestras obras son solo una mínima expresión de lo que hemos evidenciado en relación al arduo trabajo que realizan muchas otras personas e instituciones a nivel regional, pero si algo hemos aprendido en esta labor, es que no hay acto de generosidad minúsculo cuando es realizado desde el corazón y con la visión de querer mejorarnos tanto a nosotros como a aquello que nos rodea.

Durante este año, nos ha tocado superar grandes pérdidas humanas entre nuestros aliados, entre ellas Yuraima Salcedo de la Fundación Botellas por Vida, Sor Mery y Sor Consuelo de la Fundación San Martín de Porres, y el Sr Jacinto Rivera, presidente del Centro Óptico Johnen, principal patrocinador de nuestra institución. También hemos visto partir fuera del país a muchos de nuestros voluntarios, amigos, familiares por la crisis que ya todos conocemos, y vemos las intenciones de muchos otros en hacerlo. A nivel personal creo que no sería responsable convencerlos de lo contrario.

Considero que en estos difíciles momentos el primer y más importante voluntariado que debemos realizar los que aún continuamos con deseos de colaborar por la reconstrucción de este país, debe ser con nosotros mismos, garantizarnos las condiciones básicas para asegurar nuestra salud, ética y bienestar, y a partir de esa integridad continuar apoyando a otros. Pareciera un planteamiento egoísta pero es todo lo contrario. Los que aún quedamos somos pocos pero no menos en valor de misión, al punto que coincidimos en cada encuentro las mismas caras. En estos duros tiempos es importante aprender a soltar para no quebrarnos, porque aunque seamos pocos, cada uno representamos una luz en el entorno en el cual estamos.

Todos llevamos esa luz por dentro, le permitimos resplandecer cada vez que damos, sintiendo que recibimos, cuando ofrecemos la cola en el carro para llevar la donación de medicina al hospital, cuando compramos una entrada a beneficio de un acto benéfico aunque no tengamos tiempo de asistir a él, cuando compartimos con el vecino la comida porque sabemos que sus niños no tienen que cenar hoy. Cuando regalamos una sonrisa, un poco de tiempo o espacio a quien lo necesita cuando ya no hay nada más que dar.

Todos podemos ser voluntarios en el rescate de nuestro país en cada lugar y a cada instante. Creo que el reto más grande entre quienes consideramos al voluntariado como un estilo de vida, es lograr despertar esa llama entre quienes nos rodean, lograr activar en miembros de nuestra comunidad ese potencial, en especial, apoyando a las luces más importantes que aún nos quedan: al personal hospitalario, docente y los defensores de derechos humanos que aún siguen luchando por mantener viva la esperanza de un futuro promisorio para las próximas generaciones. Apoyémonos en todo lo que esté al alcance de nuestras manos, porque son los ángeles, héroes y heroínas silenciosas que aún nos quedan. Sigamos trabajando por ello, juntos o desde cada uno de nuestros espacios, porque aunque ahora sea difícil, sin lugar a dudas, el bien prevalecerá, y aprenderemos a valorar más y mejor cada regalo que nos ofrecerá la vida, en compañía de nuestros seres queridos.

Fuente de textos e imágenes de mi autoría.