-No entiendo por qué la insistencia.- dijo Natasha mientras cruzaba a hurtadillas con Victoria el patio trasero de su enorme casa.
-No te arrepentirás.- respondió Vicky. – estoy aburrida, vamos a ponerle un poco de alegría a la noche.
-¡Como digas! – bufando la chica saltó la verja que separaba su hogar de la calle.
Victoria aplaudía entusiasmada mientras salía de la majestuosa vivienda. Tenía el cabello color chocolate con unos rizos explosivos, su cuerpo era esbelto y poseía unas piernas larguísimas que parecían interminables. Era hermosa, casi tanto como su mejor amiga. Salieron a una oscura calle sin mucho que ofrecer, solo una noche estrellada que las arropaba. Natasha se quitó la costosa chaqueta de cuero que llevaba puesta y la amarró en su cintura, el calor fuera de casa era asfixiante. Comenzaron a caminar por una extensa avenida que parecía conectar el exclusivo vecindario en el que vivían con el resto de la ciudad. Conforme avanzaban, algunas casas más humildes se hacían visibles, Natasha no dejaba de observar con curiosidad como algunos pequeños jugaban en las afueras de sus casas, unos con sus hermanos y otros más afortunados con sus padres. Patines, bicicletas, muñecas tiradas en el suelo y hermosas caritas riendo a carcajadas, disfrutando de cosas simples; todo lo que ella no tuvo en la niñez.
-¿Tendremos que caminar como perdidas toda la noche?- preguntó con una molestia que no entendía de donde había salido.
-No estoy perdida Natty, no seas tan amargada.- respondió Victoria en su habitual tono musical.
Natasha comenzó a halar ligeramente las puntas de su corto cabello en clara señal de aburrimiento. Si algo la sacaba de quicio era la eterna alegría con la que su amiga vivía, parecía jactarse de tener una vida perfecta, cuando ambas sabían que no era así. Caminaron unos minutos más adentrándose en lugares que jamás estarían permitidos frecuentar por personas como ellas. Natasha miraba a su alrededor con angustia, comenzando a sentir miedo de lo que su amiga tendría en mente, la diversión para Victoria no tenía límites.
-Si mi padre se entera de donde estoy hará un escándalo tal que saldrá hasta en las noticias.
-Seguramente estarás castigada de por vida.- respondió Vicky riendo. – Ya puedo escucharlo gritar y corriéndote de casa.- Ambas explotaron en carcajadas.
-Iré a vivir contigo cuando eso suceda.- dijo Natasha aún entre risas.
-Yo no tengo tanto dinero como tú. Podrías pasarlo muy mal sin tantos sirvientes y todo eso.- Respondió Victoria.
-¡Calla tonta! No sabes lo que dices.- Bufando Natasha vio cómo su amiga se perdía entre unos arbustos.
Con los ojos en blanco la chica cruzó los espesos matorrales para seguir a su compañera. Después de caminar durante 45 minutos por calles desconocidas y sin una idea clara de a dónde iban, el malhumor comenzaba a invadirla. A pesar de ser conocida como una chica rebelde sin causa, la verdad es que su personalidad iba más hacia intentar no desatar la furia de sus padres sin un sentido que valiera realmente la pena y este parecía no hacerlo.
-Hola chicos – Victoria saludaba muy cariñosamente a dos chicos que se encontraban del otro lado.
Natasha se encontraba confundida. No entendía que estaba sucediendo ni quienes eran esos sujetos, lo que si sabía es que mientras más corría el tiempo menos le gustaba haber salido de su casa. Miró de arriba a abajo al moreno que se acercaba a su amiga más de lo políticamente correcto. Era alto y de piel oscura, sus labios gruesos y el cabello ensortijado. Si la madre de Victoria presenciara aquella escena seguramente armaría un escándalo digno de su padre.
-Te dije que te iba a gustar la idea.- Vicky volteó a mirarla con picardía.
El otro chico era apuesto también pero de piel más clara. Si se metían en problemas esa noche, ella desataría mucho menos la furia aristócrata de su familia
-¡Que idiotez!- pensó en voz baja sobre las creencias tan retrogradas de sus padres. – Sigo sin entender que hacemos aquí Vicky.
-¿Acaso no es obvio?- le preguntó. - ¡Nos vamos de fiesta! Mi amigo Ignacio conoce un club cerca de aquí y quiere llevarnos.
-Nos vamos a divertir mucho chicas.- Comentó Ignacio intentando acercar su mano a la cintura de Natasha.
Ella dio dos pasos hacia atrás alejándose.
-¿Michael, has traído lo que te pedí?- Preguntó Ignacio al chico moreno, retirando la mirada de los ojos de Natasha.
Michael asintió abriendo un pequeño bolso que colgaba de su hombro. Natasha puso los ojos como platos al mirar el interior.
-Ganaremos mucho dinero hoy hermano.- dijo el castaño sonriendo con suficiencia.
-“No te vas a arrepentir”.- dijo Natasha remedando a su amiga– ¿En que estabas pensando?
Victoria miraba a los chicos confundida.
-No sé qué está pasando. – respondió a su amiga. – oigan chicos, nosotras solo queremos ir de fiesta, nada más.
Michael se acercó a Victoria y la besó suavemente en los labios.
-Tranquilízate nena, irán de fiesta. Nosotros tenemos otros asuntos por resolver.
El ambiente comenzó a hacerse tenso.
-Nosotras nos vamos.- dijo Natasha tomando a su amiga por el brazo.
-Ustedes no van a ninguna parte.- Ignacio tomó a la chica con fuerza intentando arrastrarla hacia un auto que se encontraba a pocos metros.
-¡Suéltame! – Gritó – suéltame o llamaré a la policía.
Sacó el móvil de su bolso y comenzó a marcar el número de emergencias.
-¡Estás loca perra!- gritó Ignacio.
Comenzaron a forcejear, él para arrebatarle el celular y ella para evitarlo. Michael decidió alejarse sigilosamente mientras Victoria chillaba intentando ayudar a su amiga. El momento para ambas pareció eterno, pero solo unos pocos segundos habían pasado cuando el castaño rendido ante la situación empujó a Natasha hacia la calle y echo a correr en dirección al auto que el moreno había encendido.
El sonido de unos frenos clavándose y el olor de llantas quemadas invadió el lugar cuando una motocicleta casi atropelló a la joven.
-¡Dios mío! – Victoria salió de los arbustos para ayudar al chico que ahora se retorcía en el piso debajo de la motocicleta. - ¿Me escuchas? – Se abalanzó sobre él y comenzó a zarandearlo.
Natasha abrió los ojos y miró angustiada a su alrededor. Se encontraba tirada en la acera un poco adolorida, comenzó a revisar su cuerpo, buscando señales de estar herida, pero afortunadamente todo estaba bien. Sus oídos sin embargo pitaron estruendosamente cuando una chillona voz comenzó a gritar un nombre - ¡Oliver! – Fue entonces cuando miró al chico tirado en el pavimento y lo reconoció: si, se llamaba Oliver, no recordaba su apellido pero iban en la misma clase. La rubia corrió hacia su hermano gemelo y quitó con fuerza a Victoria de su lado. Su amiga se alejó de la escena con aire molesto, mirando a la chica con verdadero odio. Olivia Patrick, ahora si recordaba su apellido. Era la chica más insufrible y celosa que había podido conocer alguna vez. Sabía que les daría problemas si no se largaban rápido de ahí.
Podía entender la actitud arisca de Olivia hacia todas las personas como ella. Era cierto que muchos de sus compañeros solían hacerlos sentir como mierda por no ser igual de afortunados económicamente. Sin embargo la chica no podía disimular que su actitud más que molesta, era envidiosa de no poder tener todo lo que otros chicos sí. Su hermano, muy diferente a ella hacía caso omiso a las opiniones y sacaba el mayor provecho de la educación en un colegio tan prestigioso, siendo el más destacado en sus estudios y orgullo académico del lugar.
-mmm quítamela. – Escuchó al chico quejarse en voz baja.
Natasha se incorporó de la acera en la que había caído. Olivia miró con rabia como se acercaba a ellos con seguridad.
-Que le quites la moto de encima.- dijo halando la motocicleta. – ¿Puedes levantarte?
-¿Y ustedes que hacen aquí?- preguntó Olivia despectivamente. – Este no es lugar para personas como ustedes ¿Qué dirían sus padres si se enteran? Solo problemas es lo que saben traer ¡Lárguense!
Natasha ignoró por completo el comentario de la rubia boba que tenía en frente. Sabía que solo quería hacerlas molestar y ella no era nada manipulable por amenazas tontas. Hizo señas a su amiga y ambas tomaron sus bolsos del piso, haciendo gala de una educación elitista, con las cabezas en alto decidieron marcharse. Olivia por el contrario mostrando una completa falta de modales resolvió despedirlas con una vulgar seña de su mano.
-Afff la noche se arruinó por completo.- bufó Victoria mientras caminaban de regreso. – No sé por qué los chicos iban armados y luego viene la estúpida de Patrick a terminar de amargar el momento.
Natasha solo asintió perdida en sus pensamientos.
-¡No la soporto! – seguía hablando sin parar. – Ahora entiendo por qué nadie en la escuela la quiere, es una idiota.
Natasha clavó sus ojos azules en su amiga intentando hacer que se callara, pero parecía inútil detener el torbellino de palabras que brotaban de sus labios.
-Y me llamó babosa ¿Puedes creerlo? – gesticulaba exageradamente. – Además amenazó con decirle a nuestros padres, si lo hace estaremos perdidas.
-Vicky por el amor de Dios ¡Ya cállate! - dijo Natasha algo hastiada. – ¿Crees que esa niña tiene siquiera noción de donde viven o trabajan nuestros padres? No, no lo sabe, solo quería molestar. Ahora cierra el pico y camina, que solo me hiciste salir para perder el tiempo y casi la vida a manos de ese chico.
Victoria puso los ojos en blanco e intentó guardar silencio, minutos después comenzó a tararear su canción favorita y finalmente se aclaró la garganta para volver a hablar.
-¿Ya dije que es una idiota?
-¿Qué? – Preguntó Natasha claramente irritada.
-La tal Olivia ¡Es una idiota! – Repitió como si hablara con un niño de kínder. – aunque su hermano no está nada mal.
-¿De qué hablas?- Preguntó su amiga algo descolocada.
-Del chico, Oliver.- dijo Victoria resaltando lo obvio. – Sin el uniforme todo desaliñado y en esa motocicleta se veía algo sexy.
Natasha la miró como si se hubiese vuelto loca.
-Deberías comenzar a controlar tus hormonas. – comentó ya cansada y hambrienta – ves atractivo todo lo que se mueve ¡es repugnante!
-Debes admitir que es guapo.- dijo clavando el codo en las costillas de su amiga.
Natasha sonrió y empujó a su amiga a un lado.
-Si lo es, pero nada de otro mundo.- respondió encogiéndose de hombros mientras se acercaban cada vez más a casa.
-¿Nada de otro mundo? – dijo Victoria casi ofendida. – ¡Es guapísimo! Una mezcla de misterio y dulzura, no sé cómo no le había prestado atención en los últimos años
Saltaron nuevamente la verja y entraron en la enorme casa de Natasha.
-¿Por qué no te devuelves y le pides matrimonio? – Fastidiada comenzó a caminar sigilosamente hacia la ventana de su habitación.
-¿Matrimonio? ¿Yo? – Victoria intentó ahogar una carcajada – Eso arruinaría por completo mi colección de chicos
Natasha negó con la cabeza mientras sonreía, su amiga no tenía compón.
-Entremos antes de que nos descubran.
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