En el espejo

A medida que he ido creciendo, me he ido dando cuenta de la perdida de emociones, sensibilidad y felicidad en mi vida factores que escapan poco a poco de mi dejandome ser un “adulto” más del monton. Cada mañana me levanto para comenzar la rutina; los estudios, el trabajo, la casa y el caminar del día a día. Pero durante la monotonía de dicha “etapa de madurar ” solo me hace extrañar mis tiempos de inocencia y niñez, de la manera en que te diviertias sin preocupaciones.

En el reflejo de ese espejo que suelo usar en las mañanas al levantarme para lavarme la cara, suelo ver ese niño recorriendo el parque y jugando al balompié, corriendo y saltando queriendo ser el hombre araña, con las rodillas cortadas por caer en las carretera al manejar bicicleta; solo reaccionó el ruido de la alarma que indica mi hora de salida luego de quedar hipnótico a la mirada del reflejo de mi versión pequeña que tanto extraño y logró ver la evolución o la distorsión de mi cara, hasta lo que he llegado a ser actualmente.

Solíamos jugar sin pensar en el tiempo, caernos pero seguir jugando, pelear con cualquier amigo pero al rato perdonar, llorar y luego reír, preguntar por todo para aprender, amar y querer a las personas por lo que son y no por lo que tienen, también sin la existencia de la envidia y la maldad; sencillamente la inocencia en el estado puro.

Del camino a las duras horas del trabajo solo escapan preguntas del más profundo rincón de mi pensamiento:

• ¿Que pasa con nosotros ahora?
• ¿Es culpa de la sociedad?
• ¿Que hemos hecho?

Esas preguntas dándole vueltas a la mente, finalmente concluidas al llegar la noche, cuando acomodó mi cuerpo y asiento mi cabeza a la almohada para dormir bien y que el día siguiente sea lo mismo que el anterior día. Todo es fácil, la respuesta es sencilla; Deseamos mejorar al mundo mientras no nos dedicamos a mejorarnos a nosotros mismos, pensamos en que hemos madurado pero no solo hemos sido un producto de tantos factores de la sociedad o de la misma vida, pensamos en ir al gimnasio para formar cuerpos envidiables, tomarnos una foto en cualquier lugar hermoso solo para presumir, trabajamos día y noche, de sol a sol, nos consumimos en él estrés, pero ¿cuando nos preocupamos de nuestra salud?, ¿de nuestra vida?, ¿de disfrutar cada segundo de ella para que el ultimo segundo de aliento no estemos arrepentido de lo vivido?. A veces nos fastidia escuchar a nuestros abuelos o padres de sus experiencia pero usemos la historia de nuestros ancestros como abono de nuestro presente para cosechar el futuro, y sobretodo no olvidemos nuestros principios y las raíces de nuestro pensamiento… En conclusión no perdamos ese linaje que todos llevamos a pesar de la sociedad que nos rodea y disfrutemos de la experiencia vividas que es lo único que queda