Hola amigos encantada de saludarles nuevamente, hoy hablaremos del perdón como parte de mi participación en el #Reto12votos semana 54 - Perdón para esa persona toxica. Particularmente este tema es motivo de reflexión constante en mi vida, así que será interesante compartir mi punto de vista sobre el ejercicio de perdonar y la liberación que trae el practicarlo a diario.

  A diario compartimos con personas toxicas, exageradamente negativas que esperan lo peor de los demás hasta de la naturaleza, que si no están enfermos se enferman de tantos pensamientos nocivos, estas personas no están conscientes que contaminan todo a su alrededor, por lo tanto no tienen intención de herir o cambiarte el humor, por lo tanto no tienes nada que perdonarles; Imaginen que su día es una hoja en blanco, lista para ser escrita y estas personas nocivas son un pincel mojado de pintura negra, cuando tú las veas, corre, aléjate, porque mancharan la hoja de tu día con su tinte de ideas negativas, no puedes gastar tu energía sacando borrador o pintura blanca para enmendarlo, pues a la final siempre estará enmendado. Partamos de esta analogía:

   Si tratamos de huir de todas las personas que consideramos negativas, no habría un lugar verdaderamente seguro donde estar, cuando digo que corras no es literal, tu mente debe enfocarse en ideas y personas que realmente aporten luz, sabiduría, y hasta alegría a tu vida, y descartar en tu mente todo lo demás que no produce nada bueno en ti, yo lo veo como la maestra de los Rabanitos, ( y rodó mi cédula), esas personas hablan como ella, bla bla bla bla.... De tal manera, que no manchen mi día con su negatividad. Ahora citemos las premisas de los cuatro acuerdos:

  Estos acuerdo y especialmente el ultimo, nos ayudara a mantener al margen todo ente contaminante, no tomarnos nada personal nos funciona con esas personas toxicas con las que convivimos a diario en nuestros trabajos, por ejemplo, quien no tienen un compañero de trabajo que se queje constantemente, o que si tienes una idea te la derrumba sin ni siquiera haberla expuesto; un vecino molesto o por el contrario tan egocéntrico que te da dolor de cabeza; o peor aún un familiar en casa que constantemente es una nube grises, así el día este muy luminoso con un sol resplandeciente.

   Nadie puede herirnos, más que nosotros mismos. Estaremos en contacto siempre con personas toxicas, nosotros las dejamos entrar en nuestras vidas, somos responsables de permitirle a otros herirnos, de amar a personas equivocadas, de creer ciegamente e idealizar erradamente a otros. Muchas veces me he equivocado, con amistades, amores, etc; y he resultado herida de gravedad en mi espíritu, no hay nada peor que sanar las heridas del alma; y veo como las personas que tienen el alma rota viven con dolor y culpando a otros del producto de sus malas decisiones, yo no, me caigo y me levanto, reviso mis errores que son solo míos, me perdono, aprendo de mis fallas, y me libero del peso del rencor y de la persona toxica que le permití herirme, con o sin intención, somos humanos nos equivocamos, podemos recapacitar, liberarnos del dolor de todo lo que nos hiere, y seguir adelante.

  Cuando nuestros familiares hieren nuestros sentimientos, es allí cuando se pone a prueba el ejercicio liberador del perdón, porque a tu familia, no puedes simplemente dejarla atrás, el ejercicio del perdón es también un ejercicio de amor propio y amor al otro, nos libera de rencores, sana heridas y da apertura a la alegría y la armonía. Algunas palabras nos hieren profundamente, nos minimizan, nos castigan injustamente y es allí cuando debemos, pausarnos y hablar desde el corazón, decir lo que nos molesta, pedir perdón si nos hemos equivocado, perdonar a la persona que nos dijo algo hiriente, no tomarlo personal, y continuar nuestra vidas sin rencores porque ¿a quién le hace daño sentir rencor?, al que lo siente o al que lo genera.

  Para finalizar les dejo a reflexión parte de la oración de todos los días, el Padre Nuestro:

  Tal vez no sea tan fácil practicar el perdón, pero es un ejercicio totalmente necesario para el buen vivir.