Una pregunta muy frecuente que me hacen cuando alguien sabe que soy evangélico es por qué no adoramos a María, la madre de Jesús. La verdad es que no hay nada en contra de ella como personaje clave en el plan de Dios para la redención de la humanidad, pero el nivel de adoración al que la elevan otras ramas del cristianismo va en contra de lo expresado en la Biblia.
María fue la mujer que Dios escogió para gestar su expresión humana. Fue la persona que lo crió y lo vio partir a su destino divino sabiendo que era el mesías. La Biblia no habla mucho de ella después de la despedida de la cruz y solo la menciona una vez después de eso para decir que estaba en una reunión con varios de los seguidores de Jesús.
Sin embargo, la iglesia católica venera y adora a María como una deidad, pues aseguran que "cumplido el curso de su vida terrena, fue llevada en cuerpo y ala a la gloria del cielo, en donde ella participa ya en la gloria de la resurrección de su Hijo, anticipando la resurrección de todos los miembros del cuerpo de Cristo". * No obstante no existe registro bíblico que avale esta versión, ya que ella desaparece de los relatos justo antes de Pentecostés. Ni el libro de los Hechos la menciona más después de allí, ni luego Pablo la nombra ni le atribuye ningún poder especial en la obra espiritual de la salvación.
Por otro lado, el tratamiento de culto que recibe María, contradice el primer mandamiento. **
También creen los católicos que "todo influjo de la Santísima Virgen en la salvación de los hombres... brota de la sobreabundancia de los méritos de Cristo, se apoya en su mediación, depende totalmente de ella y de ella saca toda su eficacia". * Simplemente afirman que para acceder a la salvación que es por gracia, se requiere la intervención de María cuando claramente la palabra señala que solo existe un mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo. ***
Se le da un rol a María que ningún humano, ni siquiera Moisés para los judíos, ha tenido jamás. Prácticamente se afirma que Dios necesita a María para que creamos en su hijo Jesús, quien murió por nuestros pecados en la cruz, por el hecho de que fue su madre.
Los apóstoles nos dieron ejemplos de lo que significa la adoración hacia las personas. A Pablo y Bernabé los creyeron dioses y esto fue lo que sucedió, según nos relata Hechos 14:12-15:
A Bernabé lo llamaban Zeus, y a Pablo, Hermes, porque era el que dirigía la palabra. El sacerdote de Zeus, el dios cuyo templo estaba a las afueras de la ciudad, llevó toros y guirnaldas a las puertas y, con toda la multitud, quería ofrecerles sacrificios.
Al enterarse de esto los apóstoles Bernabé y Pablo, se rasgaron las vestiduras y se lanzaron por entre la multitud, gritando:
—Señores, ¿por qué hacen esto? Nosotros también somos hombres mortales como ustedes. Las buenas nuevas que les anunciamos es que dejen estas cosas sin valor y se vuelvan al Dios viviente, que hizo el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos.
Otro ejemplo nos los da el apóstol Juan en Apocalipsis 19:9-10 cuando escribió lo siguiente:
El ángel me dijo: «Escribe: “¡Dichosos los que han sido convidados a la cena de las bodas del Cordero!” » Y añadió: «Estas son las palabras verdaderas de Dios.»
Me postré a sus pies para adorarlo. Pero él me dijo: «¡No, cuidado! Soy un siervo como tú y como tus hermanos que se mantienen fieles al testimonio de Jesús. ¡Adora sólo a Dios! El testimonio de Jesús es el espíritu que inspira la profecía.»
En conclusión, hay dos razones principales por las cuales no se adora a María en la fe protestante. La primera es que dicho culto es contrario al mandato de Dios de adorarlo solo a Él y la segunda es que nada de lo que se atribuye a su derecho a ser venerada es coherente con la enseñanza bíblica, piedra angular de la fe cristiana.
Fuentes
* Catecismo de la iglesia católica (1998) Ediciones Trípode. Caracas
** Éxodo 20:3
*** 1 Timoteo 2:5