Mi querido Lolo

in spanish •  7 years ago  (edited)

Recuerdo con mucho cariño cuando, en mi primer semestre de la universidad, me encontré con una de las profesoras más extrañas que he conocido. Era una mujer pequeña con el cabello corto y desaliñado de unos 40 años de edad que solía expresarse de muy variadas formas. Pokemon Go estaba en su auge, por lo que ella, como toda una mujer con el alma de una niña, entró una vez al salón emocionada porque había capturado un Snorlax. En otro caso, recuerdo que en la plaza cercana al salón habían personas gritando, por lo que ella, como si fuese lo más normal, se asomó por la ventana y gritó "Vayan a gemir por sus orgasmos a otro lado".

Era extraña, pero por ella conocí libros y películas; conocí y reconocí que tenía errores y horrores al escribir; conocí el potencial de una buena historia; conocí lo que es solamente escribir y lo que es escribir de verdad. No es que ver lingüística 1 con ella me haya iluminado entre los demás escritores, aunque quizás si entre los de mi clase, pero realmente creo que ella ayudó un poco a darme cuenta del potencial -grande o pequeño, eso según TU opinión- que puedo tener.

Un día nos asignó una tarea: escribir una carta a un árbol. Obviamente, fue otra de sus estrafalarias estrategias para poner a volar la imaginación de sus estudiantes. Yo simplemente me dejé llevar y el resultado me agradó. "Lolo, el árbol de mi vida" es una historia escrita por un novato, pero que espero que pueda proyectarles un poco del cariño que pretendí que sintieran.

Mi querido Lolo

Ayer recibí una noticia horrible al llegar a mi casa: un viento muy fuerte logró hacer que te cayeras.

Cuando era pequeño, unos 5 años o menos, hacía cosas estúpidas. Recuerdo estar jugando con mi hermana a la gallinita ciega –juego donde se coloca un trapo en los ojos con el fin de no ver nada- y fui corriendo lo más rápido en una dirección posible porque pensé que sabía dónde estaba ella; me encontré con algo, sí, pero no fue mi hermana: me rompí la nariz al chocar la cara contra tu tronco, y digamos que ese fue el comienzo de nuestros años como amigos.

Luego de unos días de recuperación volví al parque donde estabas. Aún recuerdo lo majestuoso que eras: el resto de los árboles estaban muy cerca unos de otros, pero tú, en medio de un claro lleno de pasto verde bien cuidado, te erguías en el centro del parque conectando tus ramas con el resto de los árboles. Al principio, admito, me intimidaste, pero día a día luego de ir a clases empecé a pasar el rato bajo tu sombra. Tenías una marca en tu tronco: un corazón que contenía en el medio un “lolo”. Nunca entendí el porqué de la marca, pero con el nombre te quedaste.

Con el tiempo, empecé a traer amigos y ellos empezaron a traer amigos, y nuestra sombra se convirtió en la sombra de muchos niños que iban a pasar la tarde bajo tus ramas. A los 12, tomé la decisión de subirte: esperé a que no hubiera nadie en el parque y luego empecé a trepar. Fue gracioso cuando estando arriba me di cuenta de que no iba a poder bajarme sin ayuda, ya que mi corta mente de 12 años no me informó antes de subir que le tenía miedo a las alturas, lo hizo cuando ya estaba en tu rama más alta. Tuve que pasar la noche recostado en ti, por lo que avisé por teléfono a mi mami que iba a quedarme en casa de mi mejor amigo –prefería morirme del miedo arriba que sufrir humillaciones abajo, mi mente de 12 años era muy lógica-. Las ardillas, los búhos, las hormigas, la altura, todo me daba miedo, pero encontré un sitio entre las ramas en el que podía recostarme sin miedo a caer, y allí, al final, me quedé dormido.

En la mañana, la primera persona en llegar fue una niña. Tengo la firme creencia de que todo pasa por algo Lolo, y si me quedé atrapado entre tus ramas fue porque debía conocerla, y si me rompí la nariz fue porque de alguna manera debía conocerte a ti. Ojos cafés, cabello tan oscuro como la obsidiana y una risa tan contagiosa como la gripe, así pude verla mientras se acercaba caminando hacia ti, Lolo.

Creo que una de las cosas más estúpidas que he hecho por conocer –impresionar- alguien fue lanzarme de un árbol de 6 metros de alto para quedar como valiente. Los resultados de mi proeza fueron puntos en las rodillas, un brazo roto y dos meses caminando con muletas. La niña, que hoy es mi esposa, quedó traumada –muy- por cómo estaba cuando caí, así que gritó y gritó hasta conseguir ayuda.

Es increíble, Lolo, pero fue conmigo al hospital. Luego de llamarme loco por un rato y tranquilizarse, me dijo que me había visto en nuestra escuela y que también solía ir todos los días a acostarse bajo tu sombra. Las coincidencias no existen: me recuperé, nos hicimos muy amigos y día a día, luego de ir a la escuela, nos acercábamos a disfrutar de tu sombra. Tu dichosa sombra fue nuestro hogar, Lolo, tu sombra fue el sitio donde nos conocimos, nos fuimos enamorando y donde, años después, celebramos nuestra boda. Te vestimos y decoramos con todo el amor posible: verte era tan espectacular que nunca podré sacar la imagen de mi memoria, Lolo, nunca podríamos habernos casado en otro lugar.

Con el tiempo los niños crecieron y dejaron de visitarte, y por motivos de la vida y de las decisiones que debimos tomar, decidimos mudarnos de nuestra ciudad natal. Nos dolió mucho cuando nos enteramos que te habías ido, Lolo, que solo quedaba allí, en nuestro hogar, un claro vacío y triste. Te agradezco por cada momento, Lolo, y aunque no puedas leerme, debo dejar claro algo: romperme la nariz en tu tronco fue lo mejor que pudo pasarme en la vida.

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I'm not sure to understand u, but thanks (?)