Era viernes y había tenido un día de trabajo extenuante en la oficina, Salí como a las ocho y decidí llamar a mi novia para comernos algo y luego ir a despejar la mente con unos tragos a la disco de moda, subí a mi auto y la pase buscando en el lugar acordado, ella estaba bella como siempre, me saludo con un efusivo beso como para darme animó y tomamos rumbo a la autopista, hacia el este de la ciudad.
Cenamos ligero y nos fuimos de rumba, llegamos a la disco, entramos y el ambiente enseguida nos envolvió, después de cuatro horas de tragos y baile decidimos dirigirnos a mi apartamento para seguir la fiesta en privado.
Salimos hacia el estacionamiento, subimos al auto y en medio de caricias y besos nos fuimos a mi hogar, sin notar que al salir una camioneta negra nos seguía. Ya nos habían marcado dentro de la disco y solo estaban esperando que saliéramos para llevar a cabo sus oscuros planes.
Nos interceptaron en un semáforo, y allí empezó la pesadilla, eran cuatro hombres de apariencia normal, pistola en mano nos subieron en la camioneta, nos amarraron y nos metieron la cabeza entre las piernas, intente protestar y un duro golpe en el cuello, junto a una advertencia de “cállate o te mato aquí mismo” me hicieron desistir.
Rodamos un rato, que me pareció una eternidad y antes de llegar al sitio de reclusión nos vendaron los ojos, los dos autos, pues uno de los delincuentes conducía el mío, entraron a una especie de estacionamiento y en medio de empujones nos llevaron a un cuarto, nos revisaron y semidesnudos siguió la agonía.
Mi novia lloraba, asustada y ultrajada pues al revisarla los tipos le habían tocado sus partes íntimas y hacían comentarios entre ellos. “esta lo que esta es buena”, “vamos a entretenernos un rato con ese cuerpito”, no llevando a cabo sus deseos solo porque el jefe de ellos no lo quiso así.
Y a punta de golpes y amenazas empezó el interrogatorio, ¿Quiénes son ustedes?, ¿Dónde viven?, ¿a quién llamo por la plata?, ¿Dónde trabajas? Y cada titubeo significaba una nueva patada o un golpe en la cabeza. Rogándoles que no nos mataran y en medio del miedo y del llanto les proporcionamos toda la información posible y nos dejaron solos y encerrados.
Al cabo de un rato regreso uno de ellos con un poco de agua y un pan con margarina, el cual nos dio sin desatarnos nos dijo; les tengo buenas noticias, parece que se van a salvar, los viejos van a soltar la plata y se fue.
No se cuánto tiempo estuvimos allí, escuchábamos risas y a veces discusiones, haciendo interminables esos momentos de incertidumbre y sufrimiento, me preguntaba: ¿Qué van a hacer con ella?, ¿nos van a matar?, ¿Cuánto estarán pidiendo por el rescate?, ¿Cómo estará mi mama? Y muchas otras preguntas sin respuestas que avivaban mi martirio.
El dolor de los golpes y el hambre no me dejaban dormir a pesar de estar vendado, atado y amordazado sabía que era de noche pues el silencio así me lo indicaba. Ella tampoco dormía, la escuchaba retorcerse en el piso y me recriminaba no poder hacer nada por ayudarla.
Y de pronto el silencio se partió en pedazos, los ladridos de un perro y un golpe fortísimo, seguido de disparos acabo con la tranquilidad de la noche y la muerte se presentó sin aviso, gritos de agonía, maldiciones y lamentos. No sabía lo que pasaba, pero lo intuía, cesaron los disparos y un olor raro de sangre con pólvora invadió el ambiente, abrieron la puerta, me quitaron las vendas y mordazas, desataron mis amarras y vi a esos hombres con pasamontañas y armas largas como héroes, voltee la mirada buscándola a ella y lo que vi me horrorizo por completo, una bala atravesó la puerta y se alojó en su pecho, causándole la muerte en el acto.
Eso termino con mis fuerzas, me desvanecí y desperté en una clínica con mis padres y familiares al lado y al recordar la tragedia rompí en llanto en los brazos de mi madre, un llanto amargo, largo y profundo, por ese ser inocente, que por caprichos de la existencia misma estaba en el momento y sitió equivocados.
Luego de saber los detalles del rescate, que aparte de mi novia, murieron tres secuestradores, que mi papá puso la denuncia y a través del gps de mi auto y un cruce de llamadas dieron con la ubicación del sitio donde nos tenían secuestrados, hice las declaraciones pertinentes del caso y asistí a los funerales de ella, de mi novia.
Desde ese momento soy otro, no confió en nadie, mi alegría por la vida se desvaneció por arte de magia, cuando duermo tengo pesadillas, tuve que renunciar al trabajo, en todas partes la miro a ella, tengo que andar acompañado a todas horas pues según los médicos tengo un síndrome depresivo agudo.
Soy joven, estoy seguro que me recuperare física y mentalmente, pero lo que nunca voy a olvidar es la imagen de ella tirada en el piso, en medio de un charco de sangre, esa será mi pena por sobrevivir y la causa de mis eternos sueños de terror.
Fuente de la imagen 1
Fuente de la imagen 2
Fuente de la imagen 3
Esa historia es verdadera o es una ficción?
Si es verdadera y vives en Venezuela, no me extrañaría y lamentaría mucho lo sucedido.
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tiene de ambas cosas, gracias por tomarte un tiempo
para leerme
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