En las industrias cinematográficas siempre hay un productor, un camarógrafo, y principalmente un actor, este se encarga de aprenderse las líneas del guión, pero su mayor fobia es al miedo escénico, el estar frente a la pantalla, y que todas esas personas allá afuera lo miren, sin embargo son muy pocos los casos como este, después de todo, queremos aparecer en la pantalla siempre en cuando sea para bien.
Y este actor se mete en su papel cómo nadie más lo sabe hacer, logra hacer lo que el director le dice, sus escenas son ideales, así como crea ese sentimiento. Y nosotros mientras que vemos la película, la cual nos tomamos tan personal, en algunos de los casos incluso hasta lloramos, cómo si nos estuviera pasando a nosotros.
Es el dolor de alguien que no merecía morir o sufrir, y como en toda película, el actor principal siempre es el que termina en los peores momentos, y nunca la película termina con un final feliz.
Así como la película de “A dos metros de ti” O incluso “Bajo la misma estrella” cuyas escenas pautaron nuestras vidas, y a la vez dijimos, “Ojalá nos pasara algo así” sin embargo creo que todo tiene su momento, algunos de nosotros nos apresuramos mucho, y terminan pasándonos malas cosas.
A la vez quisiera volver a ser un joven adolescente, para sentir de nuevo lo que es ser amado, para mirar a esa chica como si fuera lo más hermoso que hay, y volver a decir “Me enamoré”. Pero no, porque eso implicaría dejar atrás todo por lo que he luchado hasta los momentos.
Es mi balada romántica, o tal vez una película que solo yo vivo, pero aun así no dejo de admirar a esos actores que me conmovieron.
