Las calles del pasado en una fotografía

in spanish •  7 years ago  (edited)

Una de las cosas que más me agrada es el de poder recorrer lugares que hace mucho fueron íconos en mi ciudad, y hacer de ellos una fotografía.

Gran parte de mi vida de niño estuvo llena de las historias que un sabio hombre me relataba cada que podía. Él, sentado en su mesedora, y yo en el suelo escuchando cada una de las anécdotas aún indelebles en su ya vieja memoria.

Ese hombre. Ese sabio hombre. Mi abuelo, sentado en su mesedor, dibujó imágenes en mi cabeza del cómo era la arquitectura del aquél entonces, me implantó recuerdos para siempre, me hizo enamorarme del pasado arquitectónico del Zulia, el estado donde vivo desde antes de tener mi primer recuerdo.

Y así, como muchos niños de mente fantástica, comencé a interesarme por aquellos lugares que él relataba con tanto detalle: las formas arquitectónicas del Empedrao, el Saladillo, Santa Lucia, de los Puertos de Altagracia y el centro de la ciudad de Maracaibo, en Venezuela.

—Así que hoy recorrí una pequeñísima parte de la ciudad y valiéndose de la fotografía, voy a mostrarles esos sitios, esos lugares en Maracaibo que quedaron atrapados en el ayer...

La Plaza

Visité la plaza Bolívar, que fue construida en 1867 y que era conocida en aquel entonces como la Plaza Mayor de San Sebastián de la Concordia.

Al verla lo primero que me dejó maravillado fueron las tres estatuas de ninfas que adornaban la parte sur de la plaza; mí abuelo me contaba sobre ellas, las estatuas. Él decía, que cuando era pequeño corría la leyenda de que por las noches las estatuas de aquellos seres místicos rompían su prisión de piedra, cobraban vida y danzaban por toda la plaza, y si las veías ellas te conseguían un deseo, aunque no era tan fácil de lograr pues siempre se escondían para volver a su forma original justo antes de que lograrás verlas.

Las calles del ayer

Al tomar esta fotografía, se me vino a la mente, casi inmediatamente, que antes las calles de mi ciudad parecían adornadas por hermosas estructuras de gran carácter, detalles y adornos que hacía pensar que las casas eran accesorios de decoración.

Esas calles, que ahora parecen un túnel en el tiempo, dan muestra casi exacta de las formas, contornos y rasgos estructurales que en la época era reconocidas por muchos como características icónicas de Maracaibo.

Siento que con la fotografía, podemos mostrar una parte de nuestra identidad, pero no esa, no la que parte del «Yo» sino la que comienza con el «Soy» esa que responde al Cómo, Cuándo y Dónde. Dejando a un lado el Qué y el Por qué. Mostrando solo lo que está y describiendo a detalle ese cómo, ese cuándo y ese porqué de ese «Somos» que nació con nosotros y nos rodea

“El desafío para mí ha sido en primer lugar, ver las cosas como son, ya sea un retrato, una calle de ciudad, o una pelota. En una palabra, he tratado de ser objetiva. No me refiero a la objetividad de una máquina, sino a la de un ser humano sensible con su misterioso y personal criterio... Un contexto visual e histórico, en el marco intelectual, lo que para mí es el arte de la fotografía.” —Berenice Abbott.

Baralt

Desde mucho antes de 1877 cuando Höet nos regaló el Baralt, dejó para siempre la esencia de la vida cultural en la ciudad y siempre que lo veo, llegó a la conclusión de que el Baralt no es sólo una estructura bellamente adornada y armada bajo los cimientos del primer teatro del Zulia, sino, aún más que eso, siento que es la expresión más pura de lo que solía ser mi ciudad.

—Mi abuelo me contaba como por las noches del centro parecía tener vida propia. El Baralt era el sitio predilecto para las parejas de enamorados: los hombres en corbata y bien peinados, las mujeres de tacón y vestido de volantes y prendedor. El teatro era una forma de socialización, la mejor distracción, la mejor salida nocturna de aquella época, las luces que llamaban la atención, las funciones que llenaban las butacas de gente que soñaba a través del espectáculo; Risas y llanto. Besos y maromas, maquillaje y encanto. Y al final, un sin fin de aplausos. Así eran las funciones de ese bello lugar que aún permanece intacto, como si se hubiese quedado dormido y el tiempo lo hubiese olvidado.

Dos templos de Fe

Cómo toda ciudad, Maracaibo tenía sus iglesias, y me habría gustado mucho mostrarles más de ellas. Pero la distancia era mucha y mi tiempo limitado. Así que les presento dos, de las cuatro favoritas que tengo.

Esta es la Catedral de Maracaibo, donde mi abuelo fue bautizado, y donde su madre, mi visa abuela, rezó cada domingo sin falta.

Su parte frontal, cuando niño, me recordaba a una casa de gigantes, toda banca, de grandes y pesadas puertas de madera color café.

Sus perfiles, me recordaban a un castillo, donde entonces quizás, (pensando a mis 10 años) llegaba a la conclusión de que los gigantes eran reyes que decidieron vivir en Maracaibo, porque les gustaba mucho el calor de la ciudad.

La otra, La Basílica de Maracaibo, es la que más me encanta, aunque no sé mucho sobre ella ni su historia, solo sé que fue construida en 1686 y que sobre sus hombros lleva la fe de Miles de habitantes que no dejan de creer en la imagen santa que guarda esta estructura en su interior.

Pero ni de fe ni de historia, yo vengo a hablarles. Así que saltemos esa parte.

Como detalles echos por Dios. Razón de identidad

Al entrar, te encuentras con esto. Y recuerdo que lo primero que pensé fue en que si así era el cielo, yo quería ser vivir allá.

Las tantas formas, geometrías echas con un único propósito: acercarnos más a la concepción del glorioso mundo después de la vida.

Cada pilar me parecía infinito, sentía estar dentro del palacio más hermoso jamás construído.

Sus adornos, de carácter elaborado basados en esa mezcla entre lo barroco y lo gótico.

De niño, nunca pude responder el por qué me gustaba tanto estar ante este tipo construcciones. Pero de grande lo comprendí: que desde temprana edad, aún si conocer nada sobre esos movimientos estéticos y culturales, yo ya me sentía identificado. Ya formaba parte de mí.

Debo confesarles que disfruté mucho este paseo, puesto que a medida que recorría estos lugares las imágenes que de niño aquel sabio hombre creo en mí volvieron a la vida.

Fue un pasaje al tren del tiempo, un viaje con destino a la ciudad de antaño. A la Maracaibo del ayer.

Espero que a ustedes, amigos de Steemit hayan disfrutado este viaje conmigo.

Gracias por leerme y hasta pronto, compañeros Steemians.

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Muy completo este post

Muchas gracias con tu comentario, @itzikuna. Intento crecer en Steemit y así como son buenas las críticas constructivas, de la misma forma lo son las opiniones como las tuyas. ¡Gracias por apoyarme!

Mi Maracaibo city <3. No pudiste haber hecho este post mejor, ya lo hiciste todo lo bien que se podía hacer l..l

Jajajaja ¡Muchas gracias amigo!