El gato masoquista (Cuento)

in spanish •  6 years ago 

En mi adolescencia llegué a tener hasta veinte gatos, pero esta historia no habla de ninguno de ellos ya que es sobre el único que tenía permiso por mi padre para estar en la casa, por lo que el resto eran forajidos que desaparecían cuando sentían que llegaba o que estaba presente. Ninguno tenía nombre ya que mi interactuación con ellos era el de darles de comer, pero raramente los abrazaba, por lo que nuestra relación era de cierta manera platónica, tal vez por eso todos éramos felices. Todos eran gatos comunes, de pelaje corto y regular tamaño, menos el protagonista de este cuento, que a pesar de no tener nombre lo conocimos como Coco, ya que así lo llamaba mí pequeño hermano y con este apodo por algún tiempo llamaban algunos obreros que tenía mi papá a este. Era hijo de una gata angora que tenía mi tía Marucha y llegó hasta allá como regalo para él, por medio de estas, ante las lógicas protestas de mi papá, pero el argumento de ellas terminó convenciéndolo. Este era: “Siempre los niños deben tener un animal para que no le caigan los malos deseos de la gente”


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Coco era grande, de color negro con blanco, peludo y juguetón, una antítesis de mis forajidos y vivía haciendo travesuras, le gustaba que lo acariciaran y que lo agarraran, aunque su dueño, que tenía apenas unos seis años y era tan travieso como él, raramente lo hacía, ya que su forma de expresarle cariño era al estilo bam bam, ese rudo niño de los picapiedras, o sea dándole golpes con lo que tuviera en la mano.
Era risible y de cierta manera lastimosa ver como con cara de angelito Carlitos, mi hermano, llamaba tiernamente al animal y este alegre le obedecía, recibiendo siempre su respectivo golpe. Yo comparaba esa relación con la de Ignacio y la gata loca, una comiquita muy popular para la época, donde el primero le pegaba bloques a ella y esta exclamaba “Me ama”.
Nunca el fiel y masoquista animal desobedeció los llamados de su dueño, aunque en ocasiones tardaba en decidirse a hacerlo, eran los momentos en que mi hermano decía a quien estuviera cerca.
-Coco no viene.
Era imposible no reírse ante el reclamo y menos aun ante la obediencia del animal, conociendo lo que vendría luego.
No fue muy larga la estadía de Coco en nuestra casa, un día, posterior a la celebración de un cumpleaños de mi hermana, apareció muerto en el patio, curiosamente golpeado en la cabeza con algo.
Tal vez nunca imaginó que sobreviviría igual que las cientos de veces ante los golpes de mi hermano.


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que hermosa historia, al igual que tu soy un adorador de los gatos
en mi caso si les tengo nombre jajja pero no tengo 20, tengo 2.
triste saber que aparecio muerto coco ;(

buen post hno, saludos!!

  ·  6 years ago (edited)

hermosa tu historia,esos pequeñines llenan nuestras vidas aunque sea de paso,saludos