Mi trabajo tiene la virtud o el problema de mantenerme ocupado y aislado de lo que ocurre a mi alrededor, por lo que por unos días estuve fuera de servicio, como acostumbro a decir y pasada esa etapa, como siempre había ocurrido hasta el momento me tropecé con el vagabundo a la salida de un edificio.
Un grupo de personas escuchaban a alguien que imaginé era algún vendedor ambulante ofreciendo esos productos milagrosos que promocionan en la TV, pero a precios increíblemente más económicos.
La curiosidad le ganó a mi sentido común, sobre todo cuando la voz se me hizo conocida y apartando a algunos logré tener un campo visual perfecto para reconocer al que hablaba, quien lo hacía de manera pausada y con un timbre de voz fuerte.
Como el propio profeta bíblico de los tiempos de Jesús, el hombre sentado sobre un escalón de la entrada respondía las preguntas que las personas le hacían.
Por unos segundos fijó su vista en mí y con un gesto me saludó.
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Los presentes inmediatamente voltearon su vista hacia donde yo estaba y eso me puso nervioso y a punto de salir corriendo de allí, pero cuando me disponía a hacerlo el grito de una señora hizo que la atención se centrara en ella y eso me tranquilizó.
Había algo en él que lograba crear en mí sentimientos contradictorios.
Por una parte curiosidad y hasta cierto grado de admiración y por la otra confusión y temor ante algo que desconocía.
Su frugalidad, carisma y manera de hablar no delataban alguien sin estudios o conocimientos, sin embargo sus palabras cortantes y directas, dadas como respuesta a alguna pregunta no tenían nada de elegancia ni ponderación.
En voz alta ella le dijo:
-¡Gracias por curar a mi hijo!
Se abalanzó sobre él haciendo que se levantara y le dio un abrazo que casi lo asfixia.
Se encontraba en tal estado de frenetismo extremo que a pesar de su esbeltez física logró casi levantarlo en vilo.
Lloraba sin vergüenza y mucho sentimiento.
Él sin inmutarse, aprovechando lo estrechamente juntos que se encontraban, le susurró algo al oído.
Ella le respondió igualmente y soltándolo se dio la vuelta y marchó ante el asombro de todos, incluido el mío.
Todos sin duda, intentábamos adivinar cuales habían sido las palabras de ambos en ese dialogo balbuciente.
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Dirigiéndose a todos, cual maestro de ceremonia, dijo:
-Si creen que lo que desean puede cumplirse, no necesitarán a nadie para que se los cumpla, ya que será suficiente su fe para que el Señor de Todo permita que sus deseos se hagan realidad.
Me miró por unos instantes al pronunciar las últimas palabras, como retándome, producto de nuestra ultima conversación en el pasado encuentro pero preferí quedarme callado.
Los murmullos que siguieron fueron creciendo y fomentaron en cierta forma divergencias entre los presentes, algunos de los cuales se marcharon.
Yo casi los imito pero mis pies se negaron a abandonar el lugar donde me encontraba.
Gracias a esto pude ser testigo de lo que siguió.
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Eres un escritor de primera!!
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Me dieron ganas de seguir leyendo y eso es muy bueno . 😀👏
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good work in the article.looking good in the picture.keep going
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