Pasaron cuatro meses y cuando pensé que nunca lo volvería a ver, se apareció en una tarde noche lluviosa, que se vislumbraba mala en cuanto a posibles clientes que visitaran el lugar, dado la situación climática.
Tenía otro semblante menos lóbrego y cansado.
Le dijo algo a la regente del lugar y esta se acercó hasta donde yo estaba y me dijo.
-Puedes salir fuera del local con ese caballero.
Quedé impactada.
Es algo que ocurre pocas veces al año y solo con clientes muy comunes, quienes llevan a alguna como compañía a determinado evento, generalmente fuera de la ciudad y la hacen pasar por pareja o trabajadora suya.
Pedí unos minutos para cambiarme y realizar la metamorfosis de mujer de la noche por dama distinguida.
Una metamorfosis que pocos son capaces de notar, ya que por encima de los perjuicios está la impotencia de observar.
Caminamos hasta la plaza.
Me habló de su viaje, de lo que había hecho en el lugar donde fue.
Negocios de compra y venta, adquisición de otra vivienda y visita a familiares y amigos residentes allí.
Sentados cerca de la fuente contemplamos el correr del agua en ella y le dije mi nombre, también otras cosas que creí olvidadas.

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Dejamos que la luna nos arropara y contrario a lo que pensé nos fuimos a un hotel poco concurrido y suigeneris situado en las afueras de la ciudad.
Un lugar muy exclusivo del que no sabía su existencia y donde estaba prohibida la entrada de mujeres que ejercieran la profesión más antigua del mundo.
Sonreí externamente ante la mirada escrutadora del encargado e internamente me burlé de su experta requisa visual, que supuestamente era suficiente para detectar a las damas de la mala vida que según sus propias palabras eran una vergüenza para el lugar.
Tomamos brandy en el bar donde un grupo de guitarra entonaba canciones melancólicas y me percaté que en la mano derecha de mi acompañante había un anillo de matrimonio.
No sé por qué razón me extrañó, ya que la mayoría de los visitantes del sitio donde trabajo comparten esa situación.
No hice preguntas sobre el tema, aunque la curiosidad de mujer me taladraba las neuronas.
Cenamos a la luz de las velas, como dos enamorados que avivan la llama de sus pasiones con detalles tradicionales.

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Luego subimos a la habitación que estaba en el segundo piso.
Lujosa, con detalles de moda, con una cama de madera amplia y con tallados de ninfas y sirenas en su espaldar.
Me besó suavemente en los labios y nos desnudamos lentamente, como siguiendo un ritual milenario.
Para mi sorpresa me tomó de la mano y no nos tiramos en la cama, sino que me llevó al cuarto contiguo donde una bañera con agua tibia y sales minerales nos esperaba.
Tras unos minutos de adaptarnos al agua y relajar nuestras humanidades, como imanes que se buscan nos abrazamos y nos quedamos quietos con los ojos cerrados por una eternidad
Hasta que su boca se apoderó de mi pezón y mis labios buscaron los suyos como forma de defenderme de ese ataque desprevenido. Para mi sorpresa su lengua danzó miles de sinfonías con la mía, mientras sus manos tras tomar posesión de toda la extensión de mi anatomía, se detuvo entre mis piernas. Su dedo, cual minero en búsqueda de un tesoro, se introdujo en mi cueva húmeda y excitada, rozando el hueso púbico, cayendo en un vacío formado en la parte frontal de la vagina, que da a la parte posterior del clítoris y con la última falange del apéndice, de forma casi imperceptible la yema de su dedo acarició las extrañas paredes rugosas y esponjosas que en ese lugar se encuentran, provocando en mi cuerpo corrientes eléctricas incapaces de ser superadas por una tormenta, el cataclismo de contracciones profundas y rítmicas que emanaron de mi interior me llevaron a experiencias extra corporales más profundas que la muerte, junto a la G, él había descubierto todo el abecedario de mi cuerpo.

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En la cama, mojados y delirantes nos olvidamos de todo.
Nos elevamos al punto máximo del placer y nos sorprendió la madrugada exhaustos y satisfechos.
Me dormí y cuando abrí los ojos desperté sola.
Si no hubiese sido por la nota dejada en la mesita de noche hubiera pensado que todo había sido un sueño.
"Regreso en la noche, allí te dejo dinero para que compres lo que deseas si deseas salir, si no lo haces puedes pedir cualquier cosa allí,"
¿Y mi trabajo?
Me pregunté, antes de quedarme dormida de nuevo.

Capitulo 1

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