Jueves 19 de Noviembre.

Ayer tuve una crisis emocional horrible, hoy me he despertado de mal humor y terriblemente fatalista. Me pregunto: ¿Para qué escribo este diario? ¿Qué fuerza masoquista me hace garabatear mis desventuras para que algún día puedan ser leídas por otros? ¿Qué dirán? ¿Ese humorista feo era solo un resentido?
Me visto lentamente, mi esposa estará unos días fuera por asuntos de trabajo.
El teléfono me interrumpe, es mi manejador que me confirma que tendré una presentación benéfica este fin de semana. Me niego a participar y casi le da un infarto.
“¿Qué dirán de ti si no participas? Es para recolectar fondos para los niños de la calle.”
“Me importa un pepino lo que piensen, no asistiré, estoy pensando en retirarme”
¿Estás loco?

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Le corto la llamada e insiste pero no vuelvo a responder. Para que no fastidie dejo el celular y me voy a la oficina, estaré allá solo unas horas ya que pienso hacerle una visita al sicólogo. No soy muy amante de esos profesionales que le cobran a uno para que le cuente las cosas privadas en lugar de pagar ellos por escucharlas, pero debo hacer algo antes de pensar en lanzarme del edificio o a un auto. En ambos casos no solo perderé la figura con el impacto, sino también complaceré a mis detractores que encabezan mis suegras, que desean una muerte de ese tipo para mí. La vida es así de contradictoria, eres bueno cuando tus disposiciones están a la orden de quien las necesite y malo cuando por alguna razón no lo están.
El rostro denota mi estado porque al llegar a la oficina mi secretaria comenta.
-Jefe se ve horrible y se le olvidó peinarse. ¿No durmió?

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Eso me explica la expresión casi hilarante del portero y la ascensorista, mientras subía hasta acá.
-Es peor que eso. Consígueme algo para el dolor de cabeza.
Tal como imaginé mi manejador llama a la oficina y le digo a la secretaria, quien me ve con cara de asombro, que le diga que me fugué con una quinceañera, tal vez en segundos su cerebro asoció mi estado y dolor de cabeza con el hecho de tener sexo toda la noche con una chica de esa edad. Posiblemente incluso internamente me ha llamado pervertido.
Pero no espero que me comente sus pensamientos sino que me marcho a la oficina de mi superior, a quien doy banales explicaciones y de allí al sicólogo.
Al final de la noche solo tengo mi estado depresivo y el retorico diagnostico del médico.
-Tienes una crisis de stress, producido por el exceso de trabajo. Debes descansar o tomarte unas vacaciones.
¿Les dirán a algunos pacientes otra cosa?
El stress es la gallina de los huevos de oro de los sicólogos modernos.
Antes de dormir anoto en mi libreta de frases otra palabra.
“Cintura de coco” Sin dudas detallándola bien, una alusión a los excesos de grasa que la rodean.

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