Hoy siento nostalgia, por el País que una vez tuve, por mi infancia, mi adolescencia, y por todo este recorrido de experiencias de vida, que me han servido para reflexionar como ser humano y darme cuenta al final de esta encrucijada en la que estamos en nuestro País, que al final de cuentas somos nosotros mismos los que provocamos la felicidad ante los demás con: una ocurrencia, un chiste, una sonrisa, una mirada cómplice, y que en el devenir del día a día solo nosotros estamos en este mundo para algo, y ese algo es aprender a cada instante que LA VIDA en sí misma ya es un MILAGRO DE DIOS, y que a él le debemos toda nuestra existencia.
