Enigmas del Arte: la Sagrada Familia de Jacob Jordaens

Muchas veces, el Arte nos sorprende con detalles que lejos de aparentar una idílica inocencia o reflejar motivos estéticos o estilísticos que contribuyan a embellecer más el tema principal de la obra, ocultan, probablemente, referencias mucho más profundas, especialmente referidas a los ámbitos políticos y religiosos establecidos en la época en la que vivieron sus autores. En base a ello, podría hablarse de una ‘hermenéutica oculta’, que ha sido utilizada subrepticiamente, como un recurso de protesta con el que los artistas de todas las épocas han manifestado su desacuerdo, sus propias convicciones, y posiblemente también ese despertar del deseo transgresor, frente a la intransigencia de lo ortodoxamente establecido, como consuelo a esa silenciada libertad de expresión.

Atribuido a Jacob Jordaens, o cuando menos, realizado en su taller, la visión aparentemente mundana de la Sagrada Familia que aquí se representa, invita a especular. Como detalle inusual, o cuando menos poco corriente, llama poderosamente la atención esa aparente sonrisa, cualquiera diría que de felicidad, que se refleja en un personaje, San José, generalmente representado mohíno, con gesto adusto, cuando no ausente, apartado en escenas de especial relevancia, como puede ser la Epifanía, lo que quizás nos pueda indicar –como ya fue ocurriendo progresivamente con la figura de la Madre-, la idea de alejar el fantasma del hieratismo que caracterizaba a las representaciones anteriores, para ir introduciendo una visión más humana y carnal del concepto familiar, sobre todo referido a las figuras del padre y de la madre. El ángel, aun formando parte de ese aspecto sobrenatural que otorga un cariz divino y categórico a los personajes, ha de llamarnos también la atención, por el objeto, igualmente inusual, que porta en su mano: un racimo de uvas.

Por otra parte, tampoco parece usual la corona de flores que ciñe la frente de un Niño, con rostro de ‘pequeño César’, que junto con el racimo de uvas del ángel, induce a pensar, no sólo en esa denominación que exotéricamente se utilizaba para designar la figura de Cristo y su genealogía –la Cepa o la Viña-, sino además, en aquéllas otras figuras mitológicas y precristianas, como Baco o Dionisos, cuya vida y culto tantos paralelismos tienen con Cristo y el Cristianismo.