Vidas Mágicas e Inquisición: la Dama Azul de Ágreda (Primera Parte)

in spanish •  7 years ago 

‘Obró en mi la fuerte y suave fuerza de la sabiduría, manifestóme lo más oculto y a la ciencia humana más incierto. Púsome delante de los ojos a Ti, oh imagen especiosa de la divinidad y Ciudad Mística de su habitación, para que, en la noche y tinieblas de esta mortal vida, me guiases como estrella, me alumbrases como luna de la inmensa luz, y yo te siguiese como a Capitana, te amase como a Madre, te obedeciese como a señora, te oyese como a Maestra y en Ti, como en espejo inmaculado y puro, me mirase’.
[Sor Mª. Jesús de Ágreda(1)]
Menos relevante, quizás, que Santa Teresa de Jesús, la mística más encumbrada y reconocida del denominado Siglo de Oro español, Soria conserva, en esa metafórica cuenta de resultados que recoge avaramente su historia, sus leyendas y sus tradiciones, una figura verdaderamente inquietante, las vicisitudes de cuya vida se desenvuelven en esa imaginaria tierra de nadie, que separa las líneas de trincheras psicológicas, donde dirimen sus diferencias dos gigantes antagónicos, como son la Fe y la Razón: Sor María Jesús de Ágreda.
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Tan mística y visionaria y coincidiendo también con la avulense en la aparente fragilidad de su constitución y la inaudita propensión a la enfermedad –detalle muy a tener en cuenta, pues puede explicar una predisposición natural a los fenómenos que experimentaron ambas, así como también otros singulares personajes- la menuda María Jesús Coronel Arana, pronto habría de convertirse en protagonista soterrada de una fabulosa historia, que por extraño que resulte, parece haber calado muy hondo en diferentes ámbitos de carácter fáctico, incluido, por supuesto, el religioso.
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Figura indivisiblemente unida a una población, Ágreda, que situada en las proximidades del emblemático Moncayo, retoza perezosamente viendo la vida pasar –como diría el poeta- al amparo de su longeva historia, sus leyendas y ese apio aderezante que son los misterios de un tiempo pasado, que sin duda en su caso, fue popular y populosamente mejor, el Convento de la Concepción reproduce en su interior, metafóricamente hablando, el mito de la Bella Durmiente, donde el cuerpo incorrupto de la célebre monja parece esperar, desde la falta de intimidad del ataúd de cristal que lo contiene, el beso del príncipe encantado que la suma en el éxtasis de la revelación.
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Poco importa, en comparación, si en el haber histórico y cultural de esta perla castellano-leonesa de las Tres Culturas –cristiana, judía y musulmana- que mantiene estrechos lazos de proximidad con Aragón, la historia se obstina en recordar otros edificios más antiguos y relevantes, como la iglesia-santuario de la Virgen de la Peña o de los Milagros –Virgen Negra o morenita por haberla tostado el sol, como se afirma en el Cantar de los Cantares y como ella misma luce en su manto- donde también se conserva un magnífico Cristo gótico, con cruz de gajos y forma de Tau –esa señal que respetó el Ángel de la Muerte, cuando se llevó a los primogénitos de Egipto y que lucían en sus hábitos tantos templarios como antonianos- que se dice que perteneció a los templarios agredenses o la vecina iglesia de San Miguel, que aparte de los nobles y escatológicos sepulcros de su interior, conserva, si bien venidos a menos, retablos de maestrías probablemente de influencia flamenca; por el contrario, seguro de ese punto de mistérica transgresión, el visitante sabe que su primera visita ha de ser, ineludiblemente, a ese lugar austero, poco relevante e incluso feo, si nos atenemos a los cánones de belleza arquitectónica de otros estilos artísticos más ricos y displicentes, donde la Fe y la Razón –los dos gigantes contendientes que se mencionaban al principio del presente trabajo- han de suspender momentáneamente sus diferencias, sometidos, cuando menos, al juez implacable –y quién sabe, si también imparcial- de la curiosidad.
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Ese movimiento perpetuo o inercia que ejerce ésta, se ve extrañamente recompensado cuando aquél acierta a encontrar abierta la puerta de la iglesia y apenas franqueado el umbral, tiene la sensación de que ha puesto los pies por primera vez en una luna desconocida, donde la falta de gravedad se llama silencio. Un silencio decoroso, al que ronda de cerca un sempiterno y seductor donjuán, de nombre claroscuro, que cual Polichinela desaparece tras el telón, toda vez que se acierta a encontrar el interruptor de la luz.
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Tal cual el Ángel Negro se convirtió en el capitán de la nave machadiana que no ha de tornar –no sería descabellado preguntarse, si quizás fue el mismo que le ofreció el Cáliz Amargo a Cristo en el Huerto de los Olivos- el rostro incorrupto de esta pionera del oniroverso esboza una severa sonrisa. Frente a él, resulta difícil no dejarse llevar por el demonio de la duda y claudicar incondicionalmente ante la tentación de pensar en la posibilidad de que haya pulso en esas venas aparentemente yertas, mientras el espíritu permanece viajando a su antojo por los cielos de esa Mística Ciudad de Dios –de cuya idiosincrasia escribió la nada despreciable cantidad de dos mil páginas, supuestamente al dictado de la Virgen- donde no se admite el pesado equipaje de la carne. Difícil resulta, en consecuencia, mantener durante mucho tiempo –relatividad de relatividades- el pulso con el magnetismo que se despliega de ese sarcófago encantado, y cuando se abandona la iglesia, se hace casi de puntillas, respetuosamente, con un temor reverencial a perturbar su sueño, del que sería difícil sugerir que fuera eterno.
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Pero más allá del reconocimiento a su obra, a su persona y a su indudable misticismo Sor Mª. Jesús de Ágreda –aquélla menuda y enfermiza mujer, que a diferencia del cura de Bargota, nunca abandonó las sólidas paredes del convento cuya iglesia acabamos de dejar atrás- es mundialmente conocida por sus alucinantes episodios de desdoblamiento o bilocación. O lo que es lo mismo, pura y llanamente hablando: por su increíble facultad de estar en dos sitios a la vez. Facultad, que aparte de levantar peligrosas suspicacias en las mentes inquisitoriales de la época, poseídas por la fiebre Diabolus –por esa época, aproximadamente, éste ofrecía cursillos magistrales de nigromancia en la famosa Cueva de Salamanca, en los que participara con febril entusiasmo el díscolo y pendenciero estudiante de Espronceda- la hizo acreedora al sobrenombre por el que es más conocida: la Dama Azul de Ágreda.

[Fin de la Primera Parte]

Notas:

(1) Sor María Jesús de Ágreda: 'Mística Ciudad de Dios'.

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Es curioso como en la actualidad es perfectamente posible y habitual la bilocación debido a la tecnología (una cámara de TV o un smartphone). Pero en el siglo XVI solo se podía conseguir con milagros.

Cierto. Ahora bien, según eso, ¿qué tecnología usaban en el siglo XVI?. Te emplazo a que leas la segunda parte y luego me tires a la hoguera.

Ja, ja. No dudes que lo haré... Leerlo.

buenos y frios dias Juancar, Lo poco que tenia de religión me lo quito el vaticano, que ateaaaaaa, pero me gusta ver iglesias monumentos y algún cura por el cuello
feliz martes

Ainssss, cómo semos... Pero todas las razones y todas las opiniones son respetables. Yo sigo otros senderos, pues no hay mejor ni mayor Religión que la Verdad. Y en esa búsqueda, no hace falta ser talibán ni colgar a nadie...aunque a veces ganas no nos faltan, ja, ja. Feliz, frío y neboso martes. Al menos por aquí.

holita tenemos sol pero un frió que pela, creo que por eso estoy agresiva jeje

Pues bajaté aquí y con la que está cayendo, seguro que se enfría la agresividad, ja, ja

Primera leida,jeje voy a por la otra.
No le diste un beso? Te daba miedo que se levantara?😁😁😁😗

Miedo no, pero respeto sí. Cuando se viaja por ahí, hay que viajar sin miedo, pero siempre respetando. Y ese lugar, después de todo y de haberme 'colado', pues impone su respeto, con su silencio y sin embargo, siempre con la sensación de que hay muchos ojos observándote.

That perpetual movement or inertia that exerts this, it is strangely rewarded when he succeeds in finding open the door of the church and barely crossed the threshold, he has the feeling that he has put his feet for the first time in an unknown moon, where the lack of gravity is called silence. A decorous silence, which is close to a sempiternal and seductive donjuán, chiaroscuro name, which Polichinela disappears behind the curtain, every time you hit to find the switch of light.....

Thanks for your English traduction.

i can do it for you in every post if you wish @juancar347. in each language you wish.please inform
if you wish so.

No at this moment, thaks. Maybe in the future. Greetings

great writing

Thanks

la Dama Azul de agreda debió ser una de las hermanas que se entrego en cuerpo y alma a los necesitados,excelente relato ,como todos señor Juan,esperando los siguientes capítulos,mil abrazos

Bueno, lo realmente curioso es que estuvo toda su vida encerrada detrás de los muros del convento y entre los portentos que supuestamente realizó, también fue consejera del rey Felipe IV, con el que mantuvo una nutrida correspondencia.

'He had in me the strong and soft force of wisdom, manifested to me the most hidden and the most uncertain human science. Put before me the eyes of You, oh specious image of the divinity and Mystic City of your room, so that, in the night and darkness of this mortal life, you would guide me as a star, light me like the moon of the immense light, and I I followed you as Captain, I loved you as Mother, I obeyed you as a lady, I heard you as Master and in You, as in an immaculate and pure mirror, I looked at mysel.......

rear place photography nice post

Thanks

Vidas realmente mágicas

Ciertamente lo fueron