No era escritor y mucho menos buen lector, pero cuando se sentaba frente al computador alguna idea desarrollaba para su felicidad y quizás para la de algún otro, solo algún otro era suficiente, y éste aparecía con frecuencia, levantando el pulgar.
En un período corto, durante uno de esos días indeseados el escritor se encontró triste porque el algún otro había quedado con el pulgar tieso antes que él.
12/03/2017 11:58 a.m.
Ciudad Guayana, Venezuela