Capitulo 2: El corazón de una reina
Leona caminaba bajo el sol de la mañana primaveral, cargando en una mano una cubeta con flores recién cortadas y una caja de madera en la otra, tal y como hacia todos los meses viajaba al reino de Lomos, para visitar el monumento que ahí se había erigido en honor al héroe. Despues de haber saludado al Rey de Lomos se dirigió de inmediato al risco donde “La espada real de Fly” se encontraba. Leona había insistido en que se colocara ahí, mirando en dirección a la isla Dermurin, el hogar de Fly; si bien era cierto, habría preferido colocarla en algún santuario en el reino de Papunika, pero pensó que seria mejor ponerla aquí, en donde Fly había hecho su primera proeza como héroe. Subiendo la diminuta colina que llevaba al risco, Leona sintió la temperatura de su cuerpo aumentar por el esfuerzo físico y el sol que brillaba intensamente sobre ella; no se detuvo sino hasta llegar a unos pasos de la ornamentada base en la que descansaba la espada.
- Hola Fly… - le dijo a la espada como si de aquel niño se tratara. Observo la perla roja que adornaba el arma, aun brillaba con magnificencia – Me da gusto saber que es bien – agrego con una sonrisa.
Lon Berk le había dicho que esa espada había sido hecha solo para Fly, y mientras el siguiera con vida la perla mantendría su fulgor. Habían pasado ya 5 años desde ese día en la que su querido héroe salvo al mundo de la destrucción, sol para tener que arriesgar la vida inmediatamente después para evitar que el corazón negro acabara con sus amigos; en un acto tanto de valentía como de egoísmo se había echado al hombro la responsabilidad de eliminar la amenaza, y con ello había privado a sus compañeros de su presencia. Cada mes Leona acudía para limpiar la espada y colocar nuevas flores en el monumento, eso era lo único que podía hacer por Fly, después de la guerra Leona había ascendido al trono de Papunika como legitima heredera, la ahora reina Leona tenia en sus manos no solo el destino de una nación que reconstruir si no por su importancia y cercanía con los demás gobernantes era requerida en las cumbres de los reinos, ceremonias de la paz y demás eventos reales. “La reina sabia” le llamaban; siendo una de los 5 discípulos de Aban y habiendo sobrevivido a la gran batalla contra el gran rey del mal, la vida de la realeza le parecía simple y poco gratificante, ella entendía la importancia de su cargo, pero eso no era suficiente para llenar el hueco que aquel joven había dejado en su corazón.
Hallándose perdida en sus cavilaciones, se enfoco en su tarea para no pensar mas en algo que la deprimía. Le había pedido a Lon Berk que le enseñara como limpiar la espada, en principio la corte real de Papunika se negó a que la reina se rebajara a semejante tarea, pero con el apoyo del rey de Lomos y sus mas leales súbditos logro imponer su voluntad, esta era una tarea que no podía dejar a nadie mas.
La briza marina mecía su largo cabello castaño, igual que la vez que conoció a Fly, sus ojos se llenaron de lagrimas sin que pudiera evitarlo y continuo su tarea entre sollozos. Al terminar se despidió de la espada prometiendo volver nuevamente – Por favor regresa pronto – susurro antes de partir. Al volver al castillo guardo sus herramientas de limpieza en la habitación que el rey de Lomos había dispuesto para ella, sentados a la mesa se encontraban los sabios de Papunika Apolo y Marin desayunando tranquilamente, al ver entrar a su reina ambos se pusieron de pie apresuradamente. Leona sonrió al ver su reacción, a pesar de la cercanía que había entre ellos seguían manteniendo su respeto por ella.
- Bienvenida su majestad, ¿desea que llame a la cocina real para que le preparen el almuerzo? – pregunto Apolo
- Si, por favor hazlo, Marin, ayúdame con mis atuendos, y pide que calienten agua para el baño también… pensándolo mejor, terminen sus alimentos antes.
- Si, majestad, ah, acabamos de recibir una carta de Eimi – comento la chica bastante emocionada.
Marin abrió un cajón del buro aun lado de la cama y le entrego un sobre sellado a la Reina Leona, esta la tomo agradeciendo cortésmente, para abrirlo apresurada mente; una carta de Eimi, la sabia del viento de Papunika y hermana de Marin, era algo que siempre la alegraba. Después de la Guerra, Hyunkel, el primer discípulo de Aban y Larhalt, el ex miembro de la cofradía del dragón partieron para viajar por el mundo, con el fin de entrenar y tratar de localizar a Fly, mientras que Eimi, quien estaba perdidamente enamorada de Hyunkel, suplico a Leona le permitiera dejar su puesto como sabia de Papunika, para estar a su lado; Leona que estaba al tanto de sus sentimientos, autorizo su retiro con la condición de que le mantuviera informada regularmente de su situación, así como de cualquier descubrimiento que hubieran hecho.
- “KNOC KNOK” – de pronto un llamado a la puerta interrumpió a las dos mujeres antes de que pudieran abrir la carta.
- Adelante – respondió Leona.
- Muy buenos días majestad – saludo un paje de la corte de Lomos – el rey me ha mandado para invitarle a tomar el almuerzo con el.
- Dile que agradezco su invitación y que será un placer acompañarle.
- Así lo hare alteza, con su permiso.
El paje hizo una caravana y salió inmediatamente – Marin, démonos prisa, no podemos hacer esperar al rey – dijo Leona con una sonrisa. Luego de un rato Apolo volvió con dos sirvientes que cargaba grandes cantaros con agua caliente para llenar la bañera, mientras leona se aseaba, Marin preparo un vestido de fina tela de Papunika y adornos de plata para el cabello, así como algunas joyas y perfumes. Leona era de un espíritu libre y gustaba de vestir con sencillez, pero sabía bien como acoplarse a los protocolos reales, ahora como reina debía comportarse como tal, al menos en público. Tomo poco mas de una hora para que Leona estuviera lista, al caminar por los pasillos del castillo la presencia de la reina se hizo notar, caballeros, cortesanos y sirvientes por igual quedaban cautivados por igual, mientras que causaba gran admiración entre las mujeres del castillo; desde muy joven Leona había sido sumamente hermosa, pero ahora que era una mujer, su belleza era casi sublime, sin mencionar la gran seguridad que emanaba de su persona, no se podía esperar menos de aquella que fuera compañera del gran héroe Fly. Al llegar al comedor real, el rey de Lomos ya estaba a la mesa y al ver entrar a Leona se levanto sonriente y amigable como siempre, Leona le respondió con una elegante reverencia, al aproximarse al el, este le estrecho las manos con cariño y calidez.
Mi estimada reina, lamento no haberla recibido a su llegada, pero usted sabe, deberes reales – comento el barbado rey.
No hay necesidad de disculparse su majestad, solo espero que no haya sido algo malo lo que lo mantiene tan ocupado.
Ahh, me gustaría decirle que todo esta bien… pero acabo de volver esta mañana del reino de Teran, mi buen amigo el rey Folken no se encuentra bien – la alegría del rey de lomos se había esfumado como la luz del sol tras una nube negra – ya hace mucho que estaba enfermo, pero ahora ya no le queda mucho tiempo.
Que tristeza.
Así es, y justo ahora que por fin volvió la paz al mundo. Pero por favor, no deje que eso le arruine el apetito – el dio dos palmadas y de inmediato en el gran comedor media docena de sirvientes con fuentes, jarras y platillos.
Leona se sintió un poco abrumada por la inmensa cantidad de comida, si bien había vivido gran parte de su vida con los lujos propios de ser de la realeza, nunca considero apropiado el desperdicio de comida. Una vez que los sirvientes terminaron de servir, la mesa había sido dispuesta para unas 30 personas, este hecho ya confundía bastante a Leona quien estaba apunto de objetar por el banquete tan ostentoso, cuando uno de los sirvientes solo una campanilla dorada, pronto decenas de personas mas entraron y tomaron asiento a la mesa del gran comedor, ancianos, jóvenes y niños por igual saludaban tanto a Leona y el rey con cortesía. Esta era la primera vez que desayunaba con el rey a pesar de sus visitas constantes a Lomos; lo que veía dejo a la joven reina atónita.
- ¿Sucede algo reina Leona? – Pregunto el rey con preocupación.
- En, en absoluto, solo me sorprendí al ver a toda esta gente.
- Oh, ya veo – respondió con una tierna sonrisa el barbado rey – vera, cuando termino la guerra mucha gente perdió sus hogares, no tenían un techo, una cama, ni siquiera donde comer. Por lo que decidí albergar a los necesitados en el castillo; mi mesa, mi cama y mi techo son también de mi pueblo… y bueno, después de 5 años se me hizo costumbre comer acompañado por la gente, a fin de cuentas un comedor tan grande no debe solo ser usado para fiestas ¿no lo cree?
- Si, tiene mucha razón.
Aquella pintoresca escena le lleno de calidez a Leona, comer al lado de toda esa gente le hizo comprobar que la fe de Fly en los humanos no estaba equivocada. Deseaba con todas sus fuerzas que Fly volviera pronto y viera todos esos rostros felices. Después desayunar, Leona anuncio su partida para la tarde, después de visitar la isla Dermurin, además de sus visitas a “la espada real de Fly” cada mes, Leona visitaba al abuelo de Fly, Blass; después de la batalla contra el rey Van la paz había vuelto a la isla de los monstruos, Chiu el ratón gigante, Crocodain el antiguo rey de las bestias y Hym el ex miembro de la guardia personal de Hadora se habían mudado a la isla para hacerle compañía al viejo Blass, además por la naturaleza de cada uno, no había un mejor lugar para que ellos pudieran habitar. Partiría en un par de horas rumbo a la isla en un pequeño barco que le facilito el rey de Lomos, Apolo y Marin prepararían su equipaje para cuando volviera, al ver a la joven sabia del agua recordó a su hermana Eimi y la carta que le había enviado.
Se dirigió a sus habitaciones tratando de evitar a los demás ocupantes del castillo, deseaba con ansias conocer el contenido de la carta; muchas otras veces las cartas de Eimi resultaban una desilusión al no haber ninguna mención sobre Fly, pero Leona no dejaba de esperar con grandes esperanzas cada una de ellas. Cuando llego a la puerta no escucho nada en el interior, probablemente Apolo y Marin estarían supervisando los preparativos de la embarcación, o quizás alguna otra cosa, desde hacia tiempo su “instinto femenino” le decía que había algo entre esos dos – bien por ellos – pensó con picardía. Abrió la puerta y comprobó que no había nadie en el cuarto, se acerco al buro donde había dejado la carta en la mañana, pero para su sorpresa había algo mas que la carta, sobre el papel se encontraba una pequeña bolsa de cuero atada con un listón blanco, dentro de esta había una perla de color rosado poco mas grande que un ciruelo, la joven reconoció el objeto de inmediato, era un “ojo de ángel” un artefacto mágico que servía para transmitir lo que uno veía a otra persona, la elaboración de esta joya era sumamente complicada y solo sabios de alto nivel eran capaces de fabricarla con éxito, colocándola de nuevo en la bolsa se apresuro a leerla.
A su alteza real, Leona reina de Papunika y mis amigos Apolo y Marin
Espero se encuentren todos bien y gozando de salud. Tengo noticias de suma importancia para su majestad, le pido disculpe mi descortesía al ir directo al grano. Larhalt, Hyunkel y yo llegamos ayer por la tarde al reino de Teran, aprovechando la cercanía Larhalt decidido ir a presentar sus respetos al dios dragón y rezar por el alma de Baran. Cuando llegamos a las ruinas del templo del dragón, nos encontramos con mucha gente reunida en torno al lago del bosque de Beruna, llevando consigo figurillas del dios dragón.
Al aproximarnos a las ruinas del altar nos sorprendió ver en su lugar el emblema del dragón grabado en el suelo donde solía estar erigido. Larhalt fue el que mas se sorprendió al verlo, y nos dijo que parecía haber sido hecho con el rayo del emblema, aun que era mucho más grande. Estamos desconcertados por la aparición de la marca, por lo que Hyunkel sugirió viajar al reino de Kahr, para hablar con el maestro Aban, esperando que quizá el pueda ayudarnos a descifrar este misterio.
Le envió junto con esta carta un “ojo de ángel” con el que podrá ver la marca tal y como la vimos nosotros.
Le deseo lo mejor… Eimi
El corazón de Leona comenzó a latir con fuerza, su mano temblaba mientras sostenía el ojo de ángel al ponerlo a la altura de sus propios ojos pudo ver una neblina brillante en el interior de la diminuta esfera, pero pronto se disipo revelando la misma marca que aparecía en la frente de Fly, el emblema del dragón. El recuerdo de aquellos días invadió sus pensamientos haciendo que las lágrimas llenaran sus ojos; después de tanto tiempo por fin había una pista sobre el paradero de Fly, estaba segura que si descubría su significado estaría un paso mas cerca de encontrarlo.
Sin perder un solo momento salió a de la habitación y llamo a sus sirvientes con voz imperiosa, en breve Apolo y Marin aparecieron corriendo por el pasillo hasta llegar a los aposentos de la reina; esta se encontraba sentada en la cama con la pierna cruzada y la carta en sus manos.
- A sus ordenes majestad – dijo solemnemente Apolo al tiempo que se incaba en una rodilla.
- ¿Esta todo listo para partir? – pregunto Leona con inusual firmeza.
- S- si su majestad, podemos ir a la isla Dermurin cuando usted lo desee.
- Bien, Marin, escribe una carta dirigida al sr. Blass; comunícale que no me será posible visitarle en esta ocasión.
- ¡Si alteza! – respondió enérgica Marin – ¿Se encuentra usted bien?
- ¡De maravilla! – le respondió con una sonrisa llena de optimismo – Apolo, que el capitán cambie el rumbo hacia Teran, quiero partir en una hora.
- ¡Si!
Marin y Apolo salieron de la habitación tan veloces como entraron. Leona tomo nuevamente la perla rosada y observo por un momento antes de guardarla junto con la carta, para luego preparar una mochila con su ropa y otras cosas. No iba a requerir el resto de su equipaje, asi que dio instrucciones a una de las sirvientas para que mandara cargadores para llevárselo; este viaje seria el de una aventurera, como los que tuvo al lado de Fly y sus amigos, el exceso de equipaje solo le estorbaría. Sentía una nostálgica agitación crecer dentro de su pecho, la agitación de la aventura y caminar así lo que le deparaba el futuro; no era solo la posibilidad de encontrar a Fly lo que la exaltaba, sino también el volver a reunirse con sus compañeros…
- Es cierto, será mejor que le avise a Pop y Mam – dijo para si misma.
Decidió escribir una carta una vez que estuvieran rumbo a Teran para enviarla en una de escala en el camino, además no estaba muy segura de donde podrían estar, hacia ya un año que Pop, Merle y Mam viajaban por separado. Deslindándose de ese pensamiento, termino de empacar y salió de la habitación. Su atuendo era mas sencillo y cómodo, un sencillo tocado de plata en el cabello, una capa de viaje, un vestido corto de seda de Papunika, botas de cuero y la daga de Fly, una de las 3 dagas sagradas de su país, era su tesoro mas preciado.
Pronto llego al estudio del castillo donde el rey Shinana aguardaba para despedirle. Luego de un breve abrazo la joven reina se encamino hacia el muelle real, donde la embarcación la esperaba.