El legendario actor 3 veces ganador del óscar de la academia, Daniel Day-Lewis, encarna a Reynold Woodcock, un modisto londinense en la época de la posguerra en los años 50, que conduce su propia casa de modas junto a su hermana Ciryl (Lesley Manville). Un día conoce a Alma (Vicky Krieps), una joven camarera de un restaurant y luego de invitarla a cenar decide convertirla en su nueva musa, llevársela a su casa y empezar un romance.

Aunque la obra es un romance no es un típico romance rosa que estamos acostumbrados a ver, Alma se enamora perdidamente de Reynolds, que es un controlador de cada detalle de su vida y de los que habitan a su alrededor, pero Alma poco a poco va ganando su espacio en su casa y en su corazón y amándolo cada vez más. El romance va tornándose retorcido y nos hace recordar que ningún romance real es un cuento de hadas.

Lo primero que se me vino a la mente en cuanto empecé a verla fue: elegancia. Hay elegancia por todas partes, en la manera de caminar de las mujeres; en la música, en las telas, en las tomas… Quedé absolutamente enamorada de estas tomas detalladas, minuciosas y de primeros planos a casi todo; tomas a puntadas, a alfileres, a cintas métricas, detalles por todas partes y eso es gracias a la dirección y a la fotografía de Paul Thomas Anderson. ¿Y la comida? Una cosa de otro nivel, aunque fueron pocas imágenes, las pocas que proyectaron me hicieron agua la boca (No recomiendo verla con hambre).

La moda también tiene un papel importante en la película, no en vano ganó el Oscar al mejor vestuario; los vestidos son parte del elenco y es que su hacedor dejaba mensajes ocultos cosidos dentro de los vestidos con hilo lavanda, lo que me pareció un detalle exquisito.

Si les gusta el romance no se aburrirán y más cuando este se va volviendo retorcido, además que Daniel Day-Lewis no dejará de mantenerte atrapado con su impoluta actuación para el cual estuvo preparándose durante 3 años, tanto fue su ahínco con la preparación que pensó en hacerse diseñador. Pudo haber ganado el Oscar a mejor actor fácilmente si Gary Oldman no hubiese aparecido este año con su magnífica actuación en “Darkest hour”.