Permita que el niño se familiarice con usted desde sus primeros días. Cargar a un bebé y lograr calmarlo ofreciéndole contención no es un “poder” solo limitado a las madres. El calor corporal, los latidos del corazón, la voz y la respiración rítmica de papá también son útiles para relajar y dormir al bebé.
Si el niño llora, no se desespere. Los niños son capaces de captar la ansiedad de los padres e inquietarse aún más en consecuencia. Procure mantener una actitud serena, descarte causas lógicas —hambre, calor, sueño, malestar, aburrimiento, incomodidad— y distraiga al niño con otros estímulos hasta que se calme.
En las visitas al pediatra, no se abstenga de consultar cualquier duda. Si la mamá está preocupada y nerviosa, su intervención como papá para precisar detalles y reconfirmar el tratamiento puede ser de gran ayuda. Si le toca a Ud. quedarse a cargo del pequeño; pero no pudo estar presente en la consulta, asegúrese de tener a mano las indicaciones del médico: si se trata de un niño en edad escolar, no se confíe en que él se acordará de las dosis o a qué hora le tocan.
Ante la ausencia temporal de la madre, trate de conservar las rutinas y horarios a los que el niño está habituado, independientemente de su edad. Aunque sea tentador dejarlos trasnocharse o posponer la tarea para otro día, ceder demasiado en ciertas reglas puede complicar la coherencia en la aplicación de la disciplina más adelante.
No tema decir que no, pues los niños necesitan límites. Haga un frente unido con su pareja con respecto a los permisos que no son negociables y aquellos con los que sí sea válido ser flexibles.
Eduque con el ejemplo. Si desea que su hijo sea amable, respetuoso, ordenado, pacífico o responsable, compórtese en consecuencia. Los niños aprenden por imitación y una de sus mayores ilusiones es satisfacer a los padres.
No subestime a sus hijos. Si bien es importante que ellos sepan que cuentan con su apoyo en caso necesario, déjelos desenvolverse por sus propios medios cuando las condiciones lo permitan. Felicítelos cuando se comporten correctamente y cuando cumplan con sus deberes.
Procure escuchar a sus hijos sin prejuicios. No se apresure a criticarlos ni descalifique sus opiniones. El niño debe crecer con la percepción de que puede hablar de casi todo con sus padres sin temor a ser juzgado. Este nivel de comunicación valdrá su peso en oro a medida que se aproxime la adolescencia.
Una de los mayores favores que un padre puede hacer por sus hijos es no descuidar la salud emocional de la madre. Permitirle a ella que tenga tiempo para sí misma, asistirla en las tareas del hogar y reservar tiempo para ambos como pareja son variables que también propician un hogar feliz.
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