EL TRIPLE CERO DE SAVIANO

in spanish •  7 years ago  (edited)


Angélica López Gándara
Kate del Castillo actuó como traductora en el encuentro de Sean Penn y el narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán. De lo anterior se deduce que el capo no entiende el inglés. Por eso es extraño que en el video de su guarida aparezca el libro del italiano Roberto Saviano: Zero Zero Zero en la versión en inglés. ¿Por qué el Chapo tenía este tratado sobre la cocaína, en inglés? Pues se esperaría que leyera Cero Cero Cero, en español. Este ensayo hace alusiones recurrentes a el Chapo: su leyenda, sus tres mil asesinatos, y entre estos últimos, los periodistas Eliseo Barrón Hernández, de Torreón y Bladimir Antuna García, de Durango; no todos “los periodista empiezan con ganas de cambiar al mundo y terminan con ganas de ser directores”. Muchos terminan muertos.
El título de Cero Cero Cero, podría explicarse porque quienes entran al negocio de la cocaína, al poco tiempo, agregan tres ceros a sus ingresos. “La cocaína se vende más fácil que el oro y sus ganancias pueden superar a las del petróleo”, asegura el autor. O por la historia del narco colombiano: Salvatore Mancuso, apodado “Triple Cero” o “El Mono”. Sin embargo, Saviano expone: “La coca es el ingrediente sin el cual no existiría ninguna masa” e igual que la harina se clasifica por ceros de acuerdo a su pureza. “La mejor coca: 000”. Pero esa, la perlada, es para muy pocos. La mayoría la consume mezclada con anfetaminas, efedrina, lidocaína, manitol, harina, lactosa, e incluso, raticida.
Este libro describe cómo Estados Unidos frenó el cultivo de amapola en México, para después, en la Segunda Guerra Mundial, exigir su producción, debido a que “sin morfina no se hace la guerra”, porque “la guerra es el dolor de los huesos rotos y las carnes desgarradas”. Entonces, el Jefe de jefes: Arturo Beltrán Leyva, en Sinaloa, comenzó la alucinante y cruel historia del narcotráfico en México.
El autor retrata a los más prominentes narcotraficantes y explica cómo están conectados a través de una red que cubre los cinco continentes. Historias que causan asombro como la del mafioso ruso Semión Moguilévich, licenciado en economía y políglota, o los casi analfabetos asociados a Pablo escobar. Los hay con calzones de diseñador como Roberto Pannunzi llamado el Pablo Escobar italiano. Otros, visten marcas de tatuajes como los Mara Salvatrucha que mataron a Christian Poveda, el francés que filmó un documental sobre ellos. Los hay espías dobles, que se salen con la suya, como el mafioso italiano de la 'Ndrangheta Bruno Fuduli. También, relatos de telenovela como el de Natalia Paris que inspiró el libro Sin tetas no hay paraíso y que sucedió en Colombia, tierra donde “muere más gente por envidia que por cáncer”. Historias de crueldad y sangre: los Kaibiles, guatemaltecos, ejército entrenado con métodos deshumanizantes o el Lazca matando a sus víctimas de inanición. Allí, dos mujeres aparecen como jefas de cárteles: la colombiana Griselda Blanco, “Reina de la cocaína” o “Viuda negra”; mujer vulgar y cruel, que bautizó a su hijo como Michael Corleone. La otra, la mexicana Sandra Ávila Beltrán “La Reina del Pacífico”, quien tras siete años de cárcel fue liberada en 2015. (El libro tiene una imprecisión: dice que en el 2012 fue extraditada a Estados Unidos).
Se escala el frondoso árbol de la cocaína. La droga que provoca sensaciones poderosas pero que su adicción hace guiñapos. La polvareda blanca omnipresente: “hay lugares donde falta lo indispensable pero no la droga”. La cocaína viaja como polvo, pastillas o líquida; por barco o submarinos; por avión, en maletas de doble fondo, en pañales… o a través de “mulas” que son personas o perros con su estómago-almacén. Y si una de esas bolsas plásticas revienta provocará una muerte de espanto.
Cero Cero Cero, deslumbra pero también angustia, encontramos allí párrafos escritos con un lenguaje metafórico y voces narrativas más propias de la novela que del ensayo. Roberto Saviano vive con escolta luego de que la mafia italiana lo amenazará de muerte por su novela Gomorra. “¿Vale la pena el sacrifico?” se pregunta Saviano y responde que no. Entonces la frase bíblica adquiere sentido: ”Siervos inútiles somos; hemos hecho sólo lo que debíamos hacer”. (Lucas. 17, 10).

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