¡Buenas noches Steemianos!
Hoy les comparto un relato que me envió la colega periodista Yasmielen Beatswine, que como muchos emigró de Venezuela y se encuentra residenciada en Quito, Ecuador.
En tres (3) partes publicaré la experiencia de conocer y recibir en su casa a los jóvenes que partieron de Venezuela hacía Perú caminando.
Una anécdota que en lo personal me marcó mucho, no espero que les guste porque la situación por la que pasaron esos muchachos no es fácil, pero si que venezolanos y extranjeros vean de lo que somos capaz de hacer con tal de superarnos y buscar un bienestar lejos de nuestros familiares.
Iniciamos...
I Parte
Emigrar no es un desafío fácil, sin embargo, en el camino del andar es común recurrir a la queja, a la tristeza, al desaliento y a veces hasta querer tirar la toalla al piso. Hasta que te topas con historias que te resquebrajan por completo y te demuestran que tu obstáculos han sido pocos.
Hace una semana leí en las noticias que 20 jóvenes venían caminando desde Bogotá con rumbo a Perú, solo por una razón: huían del socialismo del Siglo XXI que ha tomado posada por 18 años en mi país, Venezuela. Le comenté sorprendida a mi amigo con quien comparto departamento y él con total firmeza me contesta "ya verás que cada vez aumentará el número de venezolanos que se vendrán caminando porque no tendrán los recursos para salir". Y es lógico porque la crisis en Venezuela se ha agudizado a tal punto que el salario mínimo está por debajo de 1 dólar.
Para mayor sorpresa, una semana después a mi amigo lo contacta su primo pidiéndole que le eche la mano con lo que pueda. Estaba en Quito junto con unos amigos que se venían desde Bogotá. Le dijo que reuniría para el pasaje y al otro día estaría en Guayaquil (ciudad donde estamos radicados).
En la mañana llegaron los seis amigos a la casa, en sus rostros demostraban trasnocho, agotamiento, y sus olores afirmaban el poco aseo. Allí el corazón se diluye entre tantas carencias que saltan a la vista.
No espero más y comienza mi ciclo de preguntas a las cuales una periodista no renuncia aunque no esté en ejercicio.
El mayor de todos alcanzaba 25 años, los demás portaban 18 y 19 años. Salvo dos que tenían 21 y 22 años, estos últimos eran colombianos.
El joven de 19 años, oriundo de Barinas, cumplió años cuando venía en camino por Colombia. En su infinito pensamiento el marcar de los días le recordó que era su cumpleaños. Preguntarle cómo la pasó sería cinismo. Bastaba con saber que la forma en que viajaba, el estar lejos de la familia, el haber abandonado las comodidades que brinda un hogar, y lo más demoledor el abrazo de mamá y una torta en familia ya era peso suficiente como para remover sus sentimientos.
Continuará...
Foto de Yasmielen Beatswine junto a los 6 jóvenes
v nice
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Mucho éxito hermano!
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Admiré el trabajo que hacía Yasmielen, incluso intenté echarle una mano cuando buscaban corresponsales de Crónica.Uno en Carabobo. Me duele que se haya ido. Y ya pensaba que eran demasiados. Impresionante texto, en el cual nos enfrenta con una realidad hiriente.
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Admiré el trabajo que hacía Yasmielen, incluso intenté echarle una mano cuando buscaban corresponsales de Crónica.Uno en Carabobo. Me duele que se haya ido. Y ya pensaba que eran demasiados. Impresionante texto, en el cual nos enfrenta con una realidad hiriente.
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