Cómo renuncié a mis sueños

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Me baje rápido y comencé a correr, ya iba tarde.

1500 palabras, 5 cuartillas y un sinfín de párrafos, y el trabajo no estaba concretado.

¿Qué acabas de redactar? ¡Es un disparate! Me dijo mi jefe.

Yo asentí, y mientras daba una media vuelta puse mala cara.

Lo volví a intentar, traté de ser más precisa, clara y directa, y al parecer funcionó.

El mismo proceso día tras día, solo que a veces no cruzaba la misma calle y no llegaba tarde.

¡Jefe obstinado! Era lo único que repetía mi mente.

Luego de unos días decidí retornar a mis labores, y empecé la búsqueda de un nuevo empleo en un nuevo periódico de
la ciudad, para mi sorpresa al primer intento fui aceptada ¡esta será mi oportunidad!

Al menos eso creía, pues me tocó un tema que odio: la farándula.

En poco tiempo, a decir verdad en un par de semanas, renuncié nuevamente.

¡Soy un fracaso total! Pensé.

5 años estudiando en una universidad para nada, para que a la final odiara mi propia existencia.

¿Piensas estar toda tu vida de vaga? Me preguntaba a cada segundo la tía Rocío.

Desde entonces he intentado conseguir empleo pero nada de lo que encuentro me gusta, todo es una vil basura.

Pero nadie lo entiende, de verdad que no. Creen que uno es vago y mal agradecido.

A ver, ¿qué pueden entender un centenal de personas que viven pegados a la mesa de su escritorio?

¡Nada! Monotonía, monotonía, es lo único que les rodea.

Un día inesperado vi un anunció que decía: se necesitan FreeLancer.

Para mi suerte, era un conocido mío, ¡vaya no me gusta trabajar con conocidos! Me dije.

Sin embargo lo intenté, y creo que lo encontré, bueno solo creo, no estoy segura.

Pero como siempre hay un “pero”, por insistencia de otras personas lo probé.

Ahora…

Tengo varios años en esta labor, y me fascina, pues en el transcurso he podido ejercer otros quehaceres que me gustan.

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