Amor prohibido (adaptación de historia real) // Capítulo III: Comenzó la historia de amor.

Como era de esperarse, los encuentros entre Ella y Él comenzaron a ser más seguidos debido a que Ella visitaba mucho a su amigo, era prácticamente el único que tenía y en quien podía confiar con los ojos cerrados y, ¿Cómo no? Se conocían desde pequeños. Cada vez que Ella iba a la casa de su amigo, coincidía mucho con Él, a quien muy poco se le veía en la calle, solo para lo necesario, incluso trabajaba desde casa.

En una de esas visitas, está vez Ella queriendo sorprender a su amigo, Él se encontraba solo en casa por lo que para pasar el tiempo, entablaron conversación. Aquella vez fue todo muy formal…

-¿Cómo estás? –Preguntó Él- Qué bueno verte por aquí aunque tu amigo no está, salió desde muy temprano.

-Estoy bien, un poco apenada por molestarle, no sabía que mi amigo no estaría. Dijo ella agachando la mirada.

-No te preocupes, para mí es un placer tenerte aquí, ¿Quieres algo de tomar?

-Creo que agua estaría bien, con el corre corre antes de llegar hasta aquí quedé un poco exhausta.

-Toma asiento, ya te la busco.

Mientras Él buscaba el agua, Ella atendió la invitación de sentarse. No sabía por qué, pero los nervios comenzaron a invadirla a partir de ese momento, no quería meter la pata, Ella era muy particular.

-¿Qué hago aquí? Se preguntó a sí misma, las piernas le temblaban como gelatina y el corazón le latía a millón.

El regresó tan pronto como pudo con el agua, se la ofreció, Ella de un solo sopetón se la bebió, los nervios actuaban a través de Ella. Le devolvió el vaso a Él dándole las gracias y un silencio incómodo se apoderó de la sala.

-¿Sabrás a qué hora llega mi amigo? Dijo Ella para romper el hielo.

-No, no lo sé. Lo vi salir temprano pero no sé a dónde iba, no cruzamos palabras. ¿Sabe él que estás aquí?

-No lo sabe, vine de sorpresa, tenía una noticia muy importante que darle y no quería esperar mucho. Apenas lo supe, quise venir a compartirlo con él.

-Entiendo, -Dijo Él con curiosidad- Seguro no debe tardar, no llega tarde frecuentemente.

-Solo esperaré un rato, pero usted no se preocupe, siga en su trabajo, yo espero aquí tranquila. Comenzó a decir Ella inquieta pero no había terminado la frase cuando la puerta se abrió, era su amigo.

-¡Hey! -Dijo extrañado su amigo-, ¿Qué haces por aquí?

Ella saltándole encima le dijo muy alegre, ¡Me dieron el trabajo! ¡Quedé! Quería contártelo lo antes posible así que quise sorprenderte pero con la emoción no pensé en que quizá no estarías en casa para cuando yo llegara.

-¡Tranquila! Ya estoy aquí y debemos celebrar ese gran logro, me alegra muchísimo que hayas conseguido el trabajo que tanto querías, te felicito.

-Felicidades, -Dijo Él haciéndose notar- Ya veo por qué la inquietud desde que llegaste.

-Gracias, gracias a ambos. De verdad que estoy muy contenta. Dijo Ella con una gran sonrisa.

El amigo buscó una botella para brindar, los tres tuvieron un rato muy ameno entre la charla sobre el logro de Ella y las demás conversaciones que salieron al momento, Él y Ella comenzaban a conocerse aunque no directamente, pero inevitablemente se empezaron a interesar el uno por el otro. Se hizo tarde, como siempre, así que Él se ofreció a llevar Ella a su casa, como no vivía muy lejos y Ella no quería quedarse allí por compromisos que tenía al día siguiente, aprovechó la oportunidad para acercarse un poco más. Ella aceptó.

Tenía unos tragos de más encima por lo que la tensión que hubo al principio del día, se había ido. Iban teniendo una conversación muy amena, comenzaban a conocerse ahora si directamente. En el camino hablaron de su familia, de donde venían, que hacían actualmente y Él, sin perder tiempo y viendo que Ella también estaba a gusto, la invitó a salir.

-Hemos llegado a su hogar señorita -Dijo Él-, estoy encantado de que me haya dejado acompañarla

-Gracias a usted por traerme.

-Bueno, descanse y nuevamente felicidades por su logro.

-Buenas noches, gracias de nuevo. Dijo Ella abriendo la puerta.

No había terminado de bajarse cuando Él le preguntó muy rápidamente...

-¿Me aceptaría una invitación a tomar un café?

-¿Por qué no? Dijo Ella con una sonrisa picara y se bajó del carro, Él también sonrió.

Aquella vez se despidieron muy veloz pero luego de ese día se convirtió en una costumbre que Él la llevara cada vez más frecuente a su casa, las despedidas se fueron tornando cada vez más duraderas y las conversaciones más personales. El cariño que se tenían crecía velozmente aunque ellos no lo tuvieron en cuenta al momento.

La atracción fue creciendo, sus manos comenzaron a encajar perfectamente y aunque no había nada que se haya dicho sobre eso, decidieron vivir lo que les estaba pasando a su ritmo, a su manera, solo entre ellos, sin conceptos ni definiciones. Aquella historia de amor comenzó a escribirse en aquel carro, frente a la casa de Ella cada vez que Él la llevaba, aquella historia de amor estuvo llena de autenticidades desde un principio.