MI MONTAÑA MAGICA

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Namaste

Caracas está enmarcada por una montaña hermosa que dicen que es mágica, de lo que sí puedo dar fe. La magia de hacerte olvidar los problemas cotidianos y disfrutar de los hermosos paisajes que brinda por cualquiera de los costados que la veas. Cuando llegue a Caracas pase un año solo pesándole a un lado, solo viéndola y nada.

Un día una amiga me invito, “vamos al Ávila” y ese domingo por primera vez subí la montaña, el aire puro y el paisaje me encanto, el único detalle es que por donde subimos había mucha gente y la verdad eso no me gustó mucho.

FUENTE

Un tiempo después me conseguí un domingo con una amigo que subía todos los domingos con la esposa y el perro y me fui con ellos por otro lado y ese si me gusto porque era menos transitado y más bonito según mi apreciación.

Iba todos los domingos, sola o acompañada, llegaba al punto agotada pero feliz, recorría un rato la montaña y bajaba relajada.

Feliz

Como un tomate

Domingo tras Domingo

Comencé a subir con una amiga y hacíamos diferentes rutas pero siempre por donde veíamos gente, un día le dije vamos por aquel lado a ver que conseguimos.

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Nos fuimos por un sendero con vegetación bien espesa, caminábamos y comenzamos a escuchar un sonido de un rio, y el clima más templado, seguimos andando ansiosas de saber dónde nos llevaba aquel camino, un rato y unos metros más adelante conseguimos una bajada de piedras y ahí estaba, el paraíso:

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Ahi esta, un pedacito de cielo

Un pozo con una caída de agua, estamos solo nosotras dos, caminamos rio arriba, ahí nos sentamos y nos quitamos los zapatos y metimos los pies, no lo podía creer, sabía que había ríos y casadas ahí en la montaña, pero no lo había visto. No podía estar solo mojándome los pies, tenía que meterme ahí, así que me termine de quitar la ropa y entre en ropa interior (deportiva) a aquella agua pura y refrescante. Mi amiga Yuli hizo lo mismo. Ahí estuvimos un rato relajadas en aquel paraíso.

La semana siguiente volvimos y las otras, nos comenzamos a encontrar con gente ahí, llevábamos frutas y galletas y pasábamos un rato ahí súper agradable de domingo en domingo, y pasábamos casi medio día ahí.