Reyes de la maldad. Aquellos que ríen y gozan frente a las tragedias de otros. Aquellos que sin escrúpulos escupen veneno que destruyen la inocencia.

Reyes de la maldad. Aquellos cuya alma en pena mantienen divagando en el exterior y a quienes mantienen encerrados en el interior sin compasión alguna.

Reyes de la maldad. Aquellos que atentan contra ellos mismos sin pensar en quienes tendrían que padecer la tragedia de atenderlos cuando su propio veneno surjan efectos.

Reyes de maldad. Aquellos sátrapas que destruyen todo a su paso valiéndose de artimañas, amparándose en otros, perdiendo su esencia, abandonando su propia decencia…

Reyes de maldad. Aquellos que nunca verán el talento ajeno porque su incapacidad les limita a valor lo bueno, lo bello, lo puro, lo real.

Reyes de la maldad. Aquellos que profesan valentías perdiendo la palabra antes de abrir la boca para hacer algún comentario.

Reyes de la maldad. Aquellos que niegan el derecho si ser jueces, niegan el aprendizaje sin ser educadores, niegan la poesía sin ser poetas.

Reyes de la maldad. Aquellos que arman el circo, presentan a los payasos, aplauden como focas y cierras el espectáculo atribuyéndose el éxito que no les corresponde.

Aquellos que matan el color de la pasión, el dulce néctar de las flores, el aroma natural del ambiente, el cantar de los pájaros… los que arrebatan la vida, la alegría, la distracción de la mente… Reyes de la maldad