Este es la historia del pastor Crispin. Y así se titula su obra que recientemente promociono dentro de la Iglesia Cristiana Fuente de Salvación de Santiago en la Estrella Sadhala. Cuenta este pastor su historia de la vida real, y deseo compartir lo que escuche en su presentación del libro. Que por cierto no pude comprar.
Y erase una vez un chico de los barrios de Santiago de Macori, donde muchas veces solo tenia un pedazo de caña para comer por las noches, pero que se acercaba a donde el podía mitigar un plato de comida. Durante su crecimiento acostumbraba ir a donde había construcciones de viviendas y ofrecía ayudar por un plato de comida. Fue creciendo en ese ambiente rudo. Donde se acostumbro hacer trabajos pesados a cambio de un bocado de comida. No era que le retribuían una paga, no. Solo recibía a cambio un bocado de comida.
Un día, todo cambio, llego a la construcción de un extranjero. Donde como niño curioso e inquieto solía vigiar al dueño de aquella construcción donde había acudió a conseguir un poco de comida. Cuenta Crispin que observaba con atención como solía comer aquel inmigrante mientras con paciencia esperaba terminaran de construir su casa. Hasta que un día lo sorprendió vigiandole, y se acerco y le pregunto si deseaba un plato de comida. A lo que inmediatamente lo recibió con agrado, pero salia rápidamente de allí y se escondía entre los escombros a comer ese plato de comida. Transcurrió el tiempo en ese mismo afán. Pero esta vez era distinto. El señor de la casa le fue tomando cariño, y le decía que lo podía hacer en las escaleras de la entrada de la casa, desde entonces no tenia que aventurar para encontrar ese plato de comida.
Transcurrió el tiempo y un día el dueño le hizo una promesa, que cuando culminara toda la construcción y arreglos de la casa el tendría un lugar en su mesa para comer. Y llego aquel día. Pero como niño al fin, no era mucho lo que entendía. Y como de costumbre fue por su plato de comida. Llego su sorpresa, el dueño le dijo Crispin recuerda que cuando acabe de amoblar tu tienes un puesto en mi mesa para comer. Desde entonces el tuvo un lugar en la mesa de aquel señor que con amor lo recibía. Allí consiguió un amigo, que le abrió las puertas de su casa, lo aconsejo, lo apoyo, lo vio crecer, y le contó muchas cosas de su vida. Crispin era su amigo.
Acontecio que por la misma situacion la madre de Crispin para para EEUU en busca de una mejor calidad de vida. Y Crispin habia aprendido a trabajar con piedras para las construcciones de viviendas. Junto a sus hermanos buscaban piedras y las picaban, las cuales intercambiaban por un plato de comida. Asi se fueron formando. Hasta que un dia llega la noticia que su mama ya les tenia la ciudadania.
Crispin llega a dar la noticia. Aquel señor, su amigo fiel se entera de su partida. Y Crispin, con gran alegria le dice no te preocupes que yo te voy a conseguir y mandar toda la medicina que tu necesitas. A lo que su amigo le agradecio, y le dijo: Mejor me voy a sentir si tu logras retribuir lo que yo te hice en otras personas. Pero Crispin muchacho al fin, no entendía, y partió con la ilusión de trabajar mucho para enviar la medicina.
Del otro lado. Todos llegaron y de inmediato su madre los ubico en trabajos para comenzar a tener una casa digna, con la ayuda de todos. Todos unidos con un propósito. Y Crispin con el suyo en su corazón, las medicinas de su amigo. Todos reunidos después de sus quehaceres, reciben una llamada de Santiago de Macoris, y la tristeza llego al corazón de Crispin, su amigo fue acogido por la muerte, sin haber podido retribuir en algún modo todo aquello que ese maravillo hombre había hecho por el.
Todo cambio. Siguió su vida. Creció, se preparo, avanzo, se caso, tuvo familia. Pero había un sueño recurrente. Una idea fija. Aquella la de su amigo, espero que algún día puedas hacer a otros lo que yo hice por ti. Y muchas veces su alma entristecía por aquel recuerdo, pero al mismo tiempo ese pensamiento que no se borraba. Haz a otros lo que yo hice por ti. Un día salia de una reunión de su trabajo, donde realizaron un agasajo y sobro mucha comida, y Crispin como hombre amoroso, toma un recipiente y coloca comida para llevarle a su esposa. La reunión termino con éxito. Crispin sale y comienza a conducir hacia su casa, pero de pronto ve en la avenida de Broswey a una mujer pidiendo para comer. De inmediato se detiene, y baja el vidrio de su carro, gritándole a la mujer le pide que se acerque y le extiende aquel plato de comida. Desde ese día comenzó hacer realidad aquella idea que martillo durante mucho tiempo en sueños en su cabeza y corazón. Hasta hoy, Crispin reparte mas de 1000 platos de comida en los lugares mas inhóspitos de la ciudad de New York.
El llamado. Todos estamos a cumplir un llamado en la vida, llámese talento, don, privilegio, o como usted lo desee llamar, lo importante es que Crispin hoy vive felizmente acompañado de su esposa a realizar una labor de misericordia para con sus semejantes.
Espero puedan leer el libro, Convirtiendo piedras en pan por Hilario Crispin y Angely Fernández, lo podrán comprar por Amazon.
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