Esta es la historia de la guardiana más fiera de los llanos venezolanos. Ni sayona, ni brujo, ni llorona, ni rabipelados... Ningún ser se atrevía a darle frente a la Chata. Cuentan los que la conocieron que hasta los espantos le huían para no salir mordisqueados; que no hubo muerto, sombra o fantasma que pudiera hacerle frente y que ahora su espíritu camina y ronda la casa donde sus dueños moran; porque el perro bien tratado te acompaña también en espíritu.
La Leyenda de la Chata.
Cuenta la leyenda, que en una noche oscura y llena del más siniestro de los silencios, donde ni siquiera el Silbón se escuchaba, se apareció el mismo Belzebú con patas de cabra y cabeza de gato; mandado sabe Dios por quién para atormentar a los habitantes de Cristina (la casa de la Chata). Y que cuando llegó a la puerta, se encontró con la fiera guardiana.
-Muévete - le dijo el Diablo.
-No.- Contesto a secas la Chata.
-Te mataré.
-No puedes.
-Te quemaré.
-No es verdad.
-Te comeré.
-Inténtalo si quieres-
Y cuando el Diablo abrió su deforme boca de gato con patas de cabra y se acercó, la Chata le mordió la lengua. El diablo no sabía que hacer, ni como contestarle, solo pegaba alaridos en la madrugada, que sonaban como pájaros llorando. Cambió de forma mil veces, se hizo caimán y la Chata allí guindada; se hizo zamuro y la Chata allí colgada; se hizo ratón y la Chata allí ceñida; se hizo culebra y la Chata allí sujetada; se hizo dragón y la Chata seguía allí guindada, sin soltarle ni retroceder.
-¿Por qué no te quemas?
-Porque no temo.
Y más enfurecido que nunca y con la lengua mordida empezó a gritarle el diablo:
-¡Suéltame!
-No- contestó la chata entre dientes.
-¡Suéltame y me iré!-
-Júralo-
-Si me sueltas, juro que me iré.
-¿ En nombre de Dios?
-En nombre de Dios...
Y así la Chata soltó la lengua del diablo, quien sangrando azufre y maldiciendo por lo bajo se retiró en medio de la noche al lugar del que vino y/o fue mandado. Despuntó el alba y de la fiera pelea solo quedó la marca de una cruz donde el Diablo desapareció.
Ahora si...
Chata mía:
I
Chata mía tu fiereza
bajo el sol de los venados;
mataste rabipelados
con tus dientes y destreza.
Patas grandes, ¡Que belleza!
Buen olfato y peligrosa,
ca-cri bella y buenamoza
con recelo nos cuidó
y el recuerdo que quedó
fue cariño, chata hermosa.
II
Tu tamaño impresionante,
cual salchicha era tu talla,
y presentaste batalla
a un san bernardo gigante.
Te pensabas semejante
a los temibles dragones
guardiana de nuestros dones,
perra fiel y centinela,
vigilante que nos vela
con la fuerza e´ mil leones.
III
Que gusto por las iguanas,
tu platillo favorito,
mejor reptíl que lomito
pa´ la Chata en las sabanas.
Y así todas las mañanas
¡Corriendo contra el cercado!
Coronando lo cazado
disfrutando del manjar,
gusto de tu paladar,
comer reptíl derrotado.
IV
Vives entre los recuerdos
de quienes te conocimos.
Mucho amor nos compartimos,
también chuletas de cerdo.
Y tu fuiste el lado izquierdo
de Olafo el que te quería;
fuiste Chata, la alegría
de la casa allá en Barinas.
La Chata de patas finas
fuiste tu la vida mía.
¡Rawrf!
La Chata falleció en diciembre de 2014.