Cuando escuchamos la historia de una persona que desaparece en extrañas circunstancias, ya sea para aparecer más tarde con vida, muerta o desaparecer para siempre, algo dentro de nosotros nos hace preguntarnos:
¿qué es lo que pudo haberle ocurrido?
¿Su desaparición se debió a un infortunado accidente o a la intervención de una tercera persona?
Sin embargo cuando el caso en cuestión involucra no solamente a una sino a cinco personas adultas que de repente un día como cualquier otro desaparecen de manera sumamente misteriosa, podemos decir que estamos ante un verdadero enigma.
El 24 de Febrero de 1978 aproximadamente a las diez de la noche, un grupo de amigos iniciaban el regreso desde Chico (California), después de finalizar el juego de basquetbol universitario al que habían asistido, hacia la Ciudad de Yuba en donde residían la mayoría de ellos en casas de sus padres y familiares. Era un recorrido en auto relativamente corto de 80 kilómetros que supuestamente no debía tomarles más de una hora, sin embargo de alguna manera que aún no alcanzamos a comprender, terminaron aquel viaje en un apartado camino montañoso para no ser vistos con vida nunca más. La extrañeza de los acontecimientos que rodearon a este caso, hicieron que fuera considerado la versión americana del misterioso incidente del Paso de Diatlov en los Montes Urales (Rusia).
Los involucrados eran Gary Mathias, Jack Madruga, Jackie Huett, Theodore Weiher y William Sterling. Sus edades iban de los 24 a los 32 años y todos ellos sufrían de algún tipo de retraso, discapacidad mental o condición psiquiátrica, motivo por el cual formaban parte de un programa de discapacitados mentales para adultos, sin embargo esto no quería decir que no pudieran desenvolverse adecuadamente en sociedad. Gary Mathias por ejemplo sufría de esquizofrenia y tomaba medicamentos para controlar sus síntomas y Jack Madruga tenía un coeficiente intelectual bajo pero ninguno de los dos había sido diagnosticado con discapacidad mental, ambos habían servido en el ejército de los Estados Unidos y contaban con licencias de conducir.
Algunos de ellos incluso habían trabajado como empleados en diferentes empresas. Theodore Weiher había laborado como personal de limpieza y de mostrador, Madruga había sido mozo y Mathias era un asistente en la compañía de jardinería de su padrastro. Cierto es que este último tenía en su historial policial un par de denuncias por agresiones pues ocasionalmente se ponía violento, pero de acuerdo a su doctor esto no había ocurrido en los dos años previos a su desaparición.
La noche en cuestión después de culminar el juego en la Universidad Estatal de California y ya a bordo de un Mercury Montego del 69, propiedad de Madruga, decidieron parar a tres cuadras de distancia en una tienda para adquirir algunos pastelillos, barras de chocolate, refrescos y leche. Esa es la última vez que de manera confirmada se les vio con vida, al día siguiente cuando ninguno arribó a su casa sus familiares llamaron a la policía.
Se suponía que el grupo debía jugar un partido de básquetbol al día siguiente, parte de un torneo cuyo premio de resultar ganadores era una semana gratis en Los Ángeles. Su equipo llamado los “Gateway Gators” representaba al Centro de Rehabilitación Vocacional para Discapacitados de la Ciudad de Yuba. Los uniformes estaban limpios y listos, Weiher incluso le había pedido a su madre que le lavara los tenis relativamente nuevos con que jugaba, Mathias por su parte casi había vuelto loca a la suya al repetirle sin cesar que bajo ningún concepto lo dejara dormir más horas de las debidas, pues tenían un juego muy importante por disputar ese sábado.
El departamento del sheriff del condado inició la búsqueda de los hombres.
El martes 28 de Febrero, un guardia forestal encontró el automóvil abandonado de Jack Madruga en un camino de terracería cerca de Oroville, en el área de acampar de Rogers Cow a más de 1300 metros de altura sobre el nivel del mar. Para llegar al punto donde se encontraba el vehículo color turquesa con blanco se requerían dos horas y media de manejo en la dirección opuesta a la que se supone deberían haber tomado los jóvenes para llegar a casa, una ruta que los había internado directamente en las montañas del Bosque Nacional Plumas.
La policía no hallo ninguna evidencia que indicara que se hubiera cometido un crimen, pero se podría decir que resultaba extraño que el auto no tuviera los seguros puestos y no se pudieran encontrar las llaves por ningún lado.
Dentro del carro se encontraron las envolturas de los pastelillos y golosinas, los cartones de leche y los programas del juego de basquetbol, así como mapas en la guantera. Por fuera el auto no parecía dañado a pesar de que el camino era bastante sinuoso y accidentado, además tenía todavía más de un cuarto de tanque de combustible y no se encontraba atascado de ninguna manera en la nieve. El conductor debió de haber sido extremadamente cuidadoso y manejar con precisión para evitar los baches.
Los guardias forestales realizaron una búsqueda de cinco días por el área pero no encontraron pista alguna que indicara el paradero de ninguno de los cinco jóvenes, hay que considerar que una severa tormenta de nieve azotó el área justo después de iniciar las labores de búsqueda por lo que cualquier huella presente sobre la nieve debió quedar cubierta. Los mismos equipos de búsqueda estuvieron a punto de perder varios hombres debido a que incluso los vehículos de nieve tuvieron problemas con la nevada de más de 20 centímetros que cayó sobre las partes altas de dicha zona montañosa.
Un sujeto llamado Joseph Schons contactó a la policía después de enterarse de la noticia, para informar que él había visto a los hombres entre las 11 y 12 de la noche del viernes en que desaparecieron. Schons se encontraba conduciendo por el camino de terracería en dirección a su cabaña cuando su automóvil se atascó en la nieve y mientras lo empujaba para sacarlo sufrió un leve ataque cardiaco. La historia desde este punto se vuelve algo confusa ya que en una primera versión el testigo refirió que mientras esperaba dentro de su auto vio subir dos vehículos con los faros encendidos, un carro seguido por una camioneta pick-up. Inmediatamente salió de su propio automóvil para solicitarles ayuda. Los dos vehículos se detuvieron a unos 6 metros de distancia de él pero entonces los pasajeros de los mismos subieron a uno de los vehículos y se fueron de ahí. Joseph permaneció el resto de la noche en su auto hasta que por la mañana descendió de la montaña. En una segunda versión aún más misteriosa que la primera, Schons mencionó que mientras esperaba en su auto, escuchó una serie de silbidos y vio lo que él pensó que era un grupo de hombres y una mujer con un bebe, caminando frente a las luces de otro vehículo. Cuando Schons les pidió ayuda, las luces se apagaron y los silbidos cesaron. Unas horas después vio haces de linterna fuera de la ventanilla de su auto pero cuando pidió ayuda nuevamente las luces se apagaron. Schons permaneció en su automóvil hasta que se quedó sin gasolina para después caminar cerca de 13 kilómetros para pedir ayuda, pasando en su descenso por el lugar donde se encontraba el auto de Madruga. El testigo dijo no darle mucha importancia a los acontecimientos de esa noche hasta que se enteró de las desapariciones.
Una mujer reportó haber visto a los hombres a bordo de una camioneta pick-up roja los días sábado y domingo, a una hora de distancia del lugar donde abandonaron el auto. Ella era la dueña de una tienda, donde dos de los hombres llegaron a comprar comida. Uno de ellos hizo una llamada desde una cabina telefónica cercana mientras los otros permanecían en el vehículo.
Eso fue lo último que se supo acerca del caso hasta que las nieves de primavera comenzaron a derretirse en las montañas.
En junio de 1978, un motociclista que conducía por el área notó que había una ventana rota en uno de los trailers del Servicio Forestal. El tráiler estaba ubicado cerca de 30 kilómetros montaña arriba del sitio donde había sido abandonado el automóvil. Treinta kilómetros es una distancia considerable para recorrer en medio de una fuerte nevada sin equipo apropiado.
El 23 de Febrero, un día antes de la desaparición de los jóvenes, personal del Servicio Forestal había recorrido el camino hacia el tráiler en un vehículo de nieve dejando un rastro sobre la nieve que pudo haber servido de guía para cualquier persona extraviada, en este caso los cinco hombres.
Dentro del tráiler encontraron el cuerpo de Weiher. Los cuerpos de búsqueda y rescate entonces empezaron a peinar el área alrededor del mismo. El día posterior las cuadrillas descubrieron los cuerpos de Madruga y Sterling. Los restos descansaban en el mismo camino que llevaba al tráiler solamente que a unos 18 kilómetros del lugar donde habían abandonado el automóvil. El cadáver de Madruga había sido parcialmente devorado por animales y arrastrado cerca de 3 metros hasta un arroyo cercano, tirado bocarriba con su mano derecha enroscada alrededor de su reloj. El cuerpo de Sterling por su parte se encontraba en un área boscosa esparcido en un radio de unos 15 metros. No quedaba nada de él excepto huesos.
Dos días después, ligeramente apartados de dicho camino pero mucho más cerca del tráiler, el padre de Jackie Huett encontró la columna vertebral de su hijo junto con un par de jeans y sus zapatos. Un sheriff asistente del Condado de Plumas encontraría el cráneo al día siguiente a unos 30 metros colina abajo de donde se habían encontrado los primeros restos, el mismo sería utilizado para comparar positivamente los registros dentales.
Los cuerpos de Madruga, Sterling y Huett habían sido localizados al noreste del tráiler, a unos 400 metros al noroeste del mismo justo al lado del camino las cuadrillas de búsqueda localizaron tres mantas de lana pertenecientes al servicio forestal junto con una linterna a baterías. Esta última se encontraba algo oxidada y había sido apagada antes de abandonarla. Es imposible saber cuánto tiempo habían estado ahí y si habían sido utilizadas por alguno de los hombres.
No se encontró ningún rastro de Gary Mathias. Sus tenis se encontraban dentro del tráiler, lo que le sugería a los investigadores que quizás los había cambiado por los zapatos de piel de Weiher, debido a que este último calzaba más grande y quizá al congelarse los pies de Mathias pudieron haberse hinchado.
Aunque los cuerpos se encontraban en un avanzado estado de descomposición, los resultados de la autopsia arrojaron que lo más probable es que los hombres hayan muerto por exposición a los elementos.
Aparente Ted Weiher sobrevivió un periodo estimado de entre 8 y 13 semanas después de su desaparición a juzgar por el largo de su barba y por una pérdida de unos 45 kilogramos de peso. Pesaba cerca de 54 kilogramos al momento de su muerte. Había sido amortajado con varias sabanas enrolladas alrededor de su cuerpo, lo cual era indicativo de que había alguien con él en el tráiler ya que él mismo no pudo haberse enrollado de esa manera.
Como se mencionó anteriormente sus zapatos de piel no pudieron ser encontrados por ningún lado, en una mesa al lado de su cama se encontró un anillo de níquel con su nombre grabado, un collar de oro, su billetera (con efectivo dentro) y un reloj de oro Waltham sin cristal, que de acuerdo a las familias no pertenecía a ninguno de los cinco hombres. Los pies de Ted estaban muy dañados por efecto de la congelación.
Es aquí donde la historia toma un rumbo aún más extraño. Dentro del tráiler, las autoridades encontraron ropa para invierno, cerillos, juegos de cartas, libros, muebles de madera y otros materiales que pudieron ser utilizados para encender un fuego fácilmente. Pero no había ninguna señal de que hubiesen intentado encenderlo a pesar de las temperaturas congelantes de la montaña. No utilizaron tampoco un tanque de propano conectado al tráiler, que pudo haber proporcionado fácilmente una fuente de calor y fuego para cocinar. “Todo lo que tenían que hacer es abrir la llave del gas y habrían tenido calor y fuego para cocinar”, afirmó el Teniente Ayers del Condado de Yuba.
En un cobertizo de almacenamiento fuera del tráiler, había raciones suficientes para sobrevivir durante todo un año. Eran raciones para el ejército, enlatadas, precocinadas y listas para consumirse. Los hombres utilizaron 36 latas pero no tocaron las restantes. Una de las latas había sido abierta con un abrelatas P-38 del ejército norteamericano, lo que quiere decir que alguien con experiencia militar como Madruga o Mathias lo utilizó. Además había disponibles un gran número de comidas secas o congeladas.
“Extraño” es como lo calificaba John Thompson, agente especial del Departamento de Justicia quien se unió a la investigación “No hay explicación alguna, y mil pistas, todos los días tienes mil pistas que analizar”.
“Alguna fuerza los obligó a subir hasta allá” dijo Mabel, la madre de Madruga “No los veo metiéndose en el bosque por su propia voluntad, sabemos que alguien los hizo tomar esa decisión. No podemos imaginarnos a alguien imponiéndose sobre ellos, pero de alguna forma ocurrió”.
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