Blogtober: Nublado y en las rocas, gracias. XVI- XX

in spanish •  6 years ago 


XVI

No puedes regresar a casa. Ni si quiera lo pienses, reprendieron Renata y Rufino. Yo aún le estaba dando vueltas al asunto de cómo matarme y así dar por terminada mi relación formal y legalmente como hija de familia.  No señorita, no va a ser como un divorcio de mutua acuerdo. Un deceso siempre es un evento trágico, aún en los casos de mujeres que enviudan y heredan misteriosamente. Ya que soy fuera, lo ideal es que me quede fuera. Tengo ropa, un posible esclavo con una muy conveniente ambulancia.

Tengo el dinero del secuestro. Comento si debería regresarlo. Quédatelo, velo como un ahorro para el retiro. De nada les sirve a los muertos. Les hago la observación de que mis padres no están muertos. Me responden que lo van a estar mucho antes que yo (más si llego a casa). 

No es algo en lo que quiera ocupar mi mente por el momento y sugiero ir a la casa de Edgar, para entregarles su snack. Después de que amarré a doña silicona, decidí que su padrote debería de contestar algunas preguntas, y así llegamos justo al atardecer a su guarida, de donde me traje unos tres o cuatro tipejos más. 

Una fiestecita no le cae mal a nadie. La vista es espectacular. El ventanal inquieta un poco mis invitados (las cortinas me las había llevado para la casa), pero la idea es salir de ahí temprano. Descubrimos el buen sistema de sonido y pusimos música. Se emocionan mucho con la variedad de bebidas que se pusieron a bailar. 

Hay dos formas de hacer fiestas: una fresa y una forma interesante: la fresa, coquetean un poco con la comida, la hipnotizan un poco y con la uña hacen un hoyito. Pero este no es el caso, lo sabes desde que cierran todas las puertas con llave. 

Por el cómo me inicié en esta vida, la verdad es que no había necesidad de guardar las apariencias ni quedar bien con nadie. Después de bailar, los pusieron a desfilar, Tony (otro del grupo) les arranca las ropas. Hay gritos y rugidos. Hablaron a un conocido dealer y pidieron una variedad de drogas que a los pobres les meten por todos los hoyos corporales haciendo alarde de sadismo. Los violan, los hacen cogerse entre ellos, pero nada de golpearse o cortarse (sería un desperdicio ). Miss silicona no es el show principal, Renata se la reserva para ella solita. 

Ven como les pega y los vuelven a inocular. Cada uno con una droga diferente, solo el que me secuestró goza del lujo de recibir un cóctel cuya receta secreta era exclusiva de Nidia (otra del grupo), y que garantiza el éxtasis total.

 Por un segundo siento cierta compasión por los mafiocillos, pero en algún momento hasta parecen disfrutarlo.

 Cuando deciden que ya están listos, los amarran de pie con un agujero en la muñeca llenando copas para degustación. Cambian la música y empieza la segunda parte, más sofisticada que la primera. 

Rufino hace de catador y satisfechos, me dan a probar de cada uno, sobretodo de la “cosecha especial”. Al parecer esta es una forma de las que te integran al clan; si no te dan a probar, estás fuera, eres ajeno. Además que tienen el conmovedor detalle de hacerlo con el cabecilla de mi predicamento. Esa es la forma en que se ponen high en el after life, porque la droga directa no pega.  

No dejamos nada. Y lo que sobra... bueno, no quiero pensar en eso .


XVII

Son las cuatro de la mañana y me invitan a la fraternidad, que le dicen. Es la casa donde viven todos los de este clan. Ahí me puedo quedar el tiempo que desee.  

Es importante para los seres como yo, tener un lugar privado para atraer a eventualmente tu catch of the day (sea presa o ligue), y o convivir con otros seres. Sin embargo, argumentan que estoy muy joven y la casa de Edgar que ya no sería más la casa de Edgar, si no mía, no parece muy segura como para pasar ahí el día. 

Normalmente los que viven solos son los muy antiguos y lo hacen con uno o varios sirvientes. Algo que definirá llama la atención En la actualidad el ser roomies es algo bien visto. 

La Fraternidad es una mansión enorme de roca y en una colonia boscosa, yendo por la carretera vieja, hacia el norte, donde siempre está frío y nublado. Una delicia. Desde que bajo del auto, tengo la misma sensación de modorra feliz de cuando llegas a tu cama después de un viaje largo.  

Hay un cuarto para mi. La cama es una caja de laja pesada prime quality. Me conmueve hasta las lágrimas, que disfrazo con un bostezo. Nunca pensé que yo al ver algo así, pudiera asociarlo a confort y lujo. 

Quiero meterme ahí y no salir nunca. Una tapa pesada genera la misma sensación de arroparse con una colcha esponjada y calientita. Dormir a la intemperie sobre un colchón como humanos comunes, nos genera desconfianza y no descansamos. 

Buenos días Irina, dulces sueños.


XVIII

En la fraternidad se puede andar de día. Las ventanas son pocas y lo nublado con (o sin) lluvia ayuda a mantener la temperatura agradable. El día se ve claro, pero no lastima. Pareciera que puedes salir a la calle, sin problema alguno. De hecho dice Nibia que, estando así de gris y cerrado el cielo, con un buen abrigo, lentes obscuros y una sombrilla, puedes salir, pero nadie quiere intentarlo. Tampoco es que haya mucha necesidad de hacerlo.

Hay electricidad, una alberca techada (que más bien parece gruta o baño romano), sala de juegos, sala de estar, biblioteca, múltiples cuartos, oficinas, garage techado… Una entrada al subsuelo con rejas de plata (no quiero preguntar). Y yo pensando que vivían hacinados en alguna funeraria, catacumba o departamento de las barrancas que rodean el centro de la ciudad. 

Buenos negocios, buenos arquitectos y constructores, pero sobretodo, buenos supervisores, dan por resultado una casa en la que se puede simular vivir como diurno. De hecho, muchos trabajan desde ahí, con horarios regulares. Estoy maravillada. 

Solo hay algunas reglas que seguir, una cuota que cumplir y unos estándares que mantener. Por ejemplo, esta es guarida, no centro social. Aquí el humano que entre, si no es mozo o esclavo, se bebe. Está prohibido decir la ubicación del lugar, ya sea a pre o post difuntos. No se debe atraer la atención al lugar, por lo tanto no se debe volar cerca de la casa. Esta en especial me agarra en curva ¿podemos volar? Es más una manera “activa de flotar” que propiamente volar, me dice Tony. 

Seguimos. Dependiendo del número de habitantes, la responsabilidad nutrimental de la guarida se va turnando; un día le toca a uno, otro día a otro, y obvio hay que cubrir un mínimo de calidad. No se debe comer de de la comida de otros sin permiso, y para eso hay plumones en la cocina. Hay que cumplir con las obligaciones de limpieza (los mozos y sirvientes se dedican a otra cosa y no se les quiere rondando por la casa mientras estamos dormidos). Y. Esas son las principales. También están las condiciones del uso del wifi, la recomendación de que cada uno tenga su propio servicio de datos y la de usar campos médicos en el área en que decidimos alimentarnos. El separar la ropa por colores, y el de usar el agua oxigenada en seco (o sea, antes de lavar), y no aventar medio litro a la lavadora cuando se está llenando. También está la de quemar la ropa cuando ésta ya no tiene más remedio. Obviamente también está la de que nadie puede ordenarle nada al mozo o esclavo de alguien más. 

Los mozos se generan de forma especial. Por principio de cuentas, tiene que ser una persona servicial, que se sienta muy atraído por tu persona sin ser sexualmente agresivo. En otras palabras, es un eterno habitante de la friendzone con cargo vitalicio. 

El ingrediente secreto es la sangre del empleador. Entonces lo que recomienda Renata es morderte el labio y besar al o a la incauta. Después se da una dosis mensual (puede ser en gotero), que se simplemente se suspende cuando desee liberarlo del servicio (y entonces envejece de forma natural).  

Los esclavos en cambio, son lamebotas que ante la insistencia, “se les deja con hambre” provocando cierto grado de trastorno, con la promesa de transformación (que casi nunca se cumple). 

Joaquín recibió el tratamiento de mozo. Su ambulancia me es muy conveniente.


XIX

Ordené a Joaquín que trajera el carro (de Edgar), las cortinas del cuarto y la famosa chamarra anti UV (que se llevó mi mamá después de que me ingresaran al hospital). Hubiera querido mi computadora y teléfono, entre otras cosas, pero lo ideal es empezar ahora de cero. 

También le pedí que revolviera un poco la casa. 

Sabía que no iban a usar el carro, por miedo a que lo reconocieran en la calle. Lo querían vender, pero tampoco era el momento. 

Me enteré que por la irrupción en el hogar y empacaron sus cosas. Bye. No sé a donde se fueron. Mi hermana ya estaba estudiando en Canadá desde hace un rato (poquito antes de que yo me quemara), así que una opción es que se hayan ido con ella. Se me había pasado un poco la mano. Entraron en pánico y en un chispazo de lucidez trataron de mantener a salvo lo que aún quedaba que les importaba. 

La casa la dejaron en manos de una inmobiliaria para que la vendieran. Pido verla, alegando que solo tengo tiempo después de las 7. El agente, me trata de convencer que haga un espacio más temprano, para que no me pierda el mejor atributo de la casa: la bien pensada iluminación con luz natural. 

La casa está tal y como la había dejado, solo que sin algunas decoraciones que seguramente se quedaron con algunos tíos. Ya no había ropa pero ahí estaban la tele y el tapete acolchonado en el que me acostaba. El garrafón de agua, el espejo de cuerpo entero entre los dos cuartos y el que está en el comedor, con la intensión de que vea más amplio. 

Se renta/vende amueblada. La voz del agente es un poco abrupta. 

Quiero preguntarle por pura diversión que cual es la historia, pero estoy abstraída girando, alternando la mirada a uno y otro espejo. Algo que me había pasado por alto todo este tiempo: No hay reflejo. Soy un espejismo, incluso vestida. 

Hubiera querido comprar la casa, por simple nostalgia, porque no haría otra cosa que sentarme durante la noche a ver el tragaluz, pero es algo que está más allá de mis capacidades monetarias y sentimentales. 

Observo que las cerraduras con las mismas y me alegro de aún tener las llaves.


XX

Camino por el centro. Sola. Sin rumbo, sin sombra, sin reflejo, sin mozo, y sin hambre. 

Puedo culpar al placer de una buena comida, y un poco a la nostalgia de ver mi casa deshabitada, que no es lo mismo que vacía.  

Camino hasta que entro a un bar que no tengo idea que existiera. También me topo con un individuo nuevo que no conozco y me tropiezo con sensaciones que puedo vivir sin saber que existen. Pero existen ¿y lo peor? No sé lidiar con eso y, después de un rato de estarlo cazando, me abalanzo sobre el tipo. 

Lo acorralo en el baño y no lo dejo ni respirar. Siento sus manos por todos lados, no me importó si jalando o empujando. Estoy segura que él sintió mis manos también. Pasan unos segundos y el deja de resistirse y se rinde a mis abruptas necesidades. Su respiración agitada se acompasa con la mía. Tardamos unos minutos, y termino de la misma forma que empezó, pero con una satisfactoria violencia explosiva para ambas partes. 

Estoy impactada y una vez que se me pasa del estupor, llamo a Nidia, para preguntarle que había sido aquello. 

A los seres humanos, después de comer les da el mal del puerco; baja la energía gracias a la digestión que demanda grandes cantidades de sangre para realizarse. Bueno, a nosotros, el golpe sangre nos regala una urgencia sexual bastante urgente, (no sé sí gratificante, porque es la primera vez que me pasa y durante el corto lapso del encuentro, estuve asustada). No quiero que me pase de nuevo, perdí todo control y noción de lo que pasaba alrededor.

Tranquila, dice Nidia, en un rato se olvidará de lo qué pasó. Cuando no convivimos regularmente con las personas, nos esfumamos de su memoria. Entonces asesta: Sí, como tus padres. 

Y ahí, parada en la calle también me entero de que una vez fuera de su vista, no existía para mi familia. Lo más seguro es que fuera una extraña desde que regresé con mi hermana. También que ni se acordaran de mi, a las horas de haberme ingresado en el hospital. 

Fui nadie. Soy nadie. Y yo no pedí nada de esto.

Algo quebrado en mi interior se termina de romper. 



Creación original de Moka Misschievous.

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