Hace unos 24 años, el 22 de septiembre, salía al aire la serie Friends. Una versión light, juvenil y un poquito más fresa de Sienfield, y que arrolló con su éxito hasta su capítulo final en el 2004.
¿Quien no conoce esta serie? Es iconica, tiene frases geniales y otras bobas, puso de moda el café, hay un corte de cabello que se le conoce como el Rachel, gente que firma de forma socarrona como Chanandler Bong, la canción de cuna para Ema Big Butts (Baby got back de Sir Mix A lot). En algún momento te identificabas con alguna situación de la vida de amigos que se reúnen en su cafetería favorita a pedir lattes y capuchinos.
Para mi, verla a las nueve de la noche (según recuerdo) con bebida caliente (emulando, claro) era ya un lujo. Una novela con formato de serie cómica, más palpable que la Nanny, por ejemplo (no me imaginaba a mi tener una nanny, ni a mi siendo nanny, por eso se descarta), que trataba sobre el transito a la adultez, la libertad respirable, la emoción por la independencia y las consecuencias de sus elecciones. Todo esto al final tranquilizaba, porque lo que pudiera ocurrir (eso de la severidad del mundo cayendo encima y la sensación que cualquier paso en falso no hay salida), al final resultaba que nada era tan grave e incluso era chusco. Un problema tenia tantas soluciones como amigos tuvieras, porque para eso estaban los amigos; para hacer idioteces en conjunto mientras te abres paso por el mundo y salir medianamente bien librado.
Corazones rotos, enamoramientos, situaciones incómodas, vecinos extraños, reencuentros de la infancia, despedidas laborales, embarazos, decisiones difíciles, manejar un taxi, o que tu amigo te haga el paro saliendo con tu jefa....Trabajar, convivir y tomar café con los amigos para echar chisme.
Sí, Friends puso de moda las cafeterías, y dignificó el trabajo del barista , cuando gracias a la edad de algunos estar en un bar estaba fuera de nuestro alcance, y no los veo agradeciendo como debieran.
Pero... sí, exacto, ahora hay peros. En pleno aniversario en las redes pululó el odio a la serie. Confieso que no fui fan acérrimo ni me la sabía de memoria como mis compañeras de escuela, sin embargo si la consideraba un referente pop en su momento.
El caso es que han achacado a la serie todos los males de la sociedad moderna, desde relaciones enfermizas, pasando por aspiraciones poco realistas, hasta el ya renombrados machismo, homofobia, reafirmación del heteropatriarcado privilegiado y por supuesto, racista. No necesito entrar en detalles, con esas palabras filtro en mente, corran la serie y denle vuelo a la imaginación.
Una serie de hace veinte años y que abrió camino para otros tantos tipos de temas e ideas, resulta que ahora, a los ojos de la juventud, y uno que varios chavorucos, es altamente ofensiva (y Pepa Pig y lo que le hicieron a los thundercats y a She-ra no, eso no es ofensivo, eso ha de ser de gente muy decente).
Se pasaron por alto la construcción de los personajes, el humor simplon, la moda (quién no deseó el estilo de Rachel, las botas de Phoebe o la decoración del departamento de Mónica), los temas sobre los altos y bajos económicos, las inseguridades y las gorduras, el nervio de las relaciones amorosas y las niñerías de adultos en un programase convirtió en el epítome de los noventas.
Eso replanteó para muchos también el significado de amistad y la idea del “roomienato” con sus pros y contras.
Seis protagonistas, cuyas aventuras y desventuras neoyorquinas , resulta que tienen la culpa de las altas expectativas y de que la gente no pueda conseguir un departamento con súper vista siendo barista y/o guitarrista amateur de cafe. O de que las relaciones con científicos rusos, o chicas británicas no funcionaran, o ¡peor aún! Que la convivencia importa haciendo que un amigo se enamore de ti y quiere hacer todo lo posible para que te des cuenta/no te des cuenta.
No se que piense esa gente de Games of Thrones.
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