Estoy casi segura que todos conocen a la pequeña, creación de Quino. La niña de enardecidos discursos, con especial interés en la política y que además, no le gusta la sopa.
Una verdadera rol model de la que espero no se apropie Disney, para hacerla su princesa como a Lisa Simpson.
Yo la conocí gracias a mi abuela y al tata, que recibía religiosamente su periódico todos los días, pero los domingos era de tiras cómicas. Ahí venía la señorita profiriendo máximas, en blanco y negro sobre una sillita.
Yo tenía el buen gusto de odiar la sopa. La odiaba en serio, me repugnaba. Lloraba cuando la veía e intentaba cualquier cosa por saltarme ese "primer tiempo" de la comida. Y mi abuela me empezó a decir Mafalda. Mafalda para aquí, Mafalda para allá, total que cuando aprendí a leer, descubrir ese nombre entre las tiras cómicas del periódico del tata, y fue una revelación; ciertamente hay una tal Mafalda a la que no le gusta la sopa, cómo a mi. Y empecé a copiar sus defensas (citar después que supe que mamá sabía de donde había sacado mis argumentos).
La leía con hambre, claro que entonces no entendía todos los chistes. Luego mi tía al ver que en serio Mafalda me gustaba y sacó su sagrada colección de tiras cómicas. De la 1 a la 12. Hasta la fecha la tiene mi hermana en el buró y hojea un poco antes de dormir. Claro que no voy a presumir que están en perfecto estado, porque las hemos leído y releído hasta el cansancio (y mi otra hermana hasta les vio cara de cuardernillos para colorear).
En fin, que la niña de las historietas oía la radio, y yo me enteraba por el periódico. Ella se quejaba de la situación y yo era una niña normal que se quejaba por tonterías y jugaba a hacer obras de teatro o leía. A mi papá le gustaba que te sentaras con él a ver la tele, ¿y qué veía él? noticias... y películas de Pedro Infante. Ambas se me hacían insufribles. Hasta que tuve una clase de historia, y las noticias ya no fueron tan crípticas para mi. Al sentarme con mi papá ponía resistencia, pero ya no tanta como antes (era nada más para mantener el status de inconformidad).
Los salones conforme pasaban los años se volvían un hervidero de gente opinando. Una de las maestras pedía para iniciar su clase del lunes, recortes de noticias y se daba el tiempo de explicar la situación mundial o nacional. No se me quitó la maña de hurgar en los periódicos y noticieros (aunque confieso de que más de una vez se me olvidó llevar la tarea esa de recortar noticias) había llegado terminar secundaria cuando me sentía una Mafalda hecha y derecha. Ya entendía mas chistes y referencias e incluso llegaba a citarla en mis trabajos. Era divertido, pero también me asustaba lo puntual y atemporal que era. Tal vez ya no estaban tan de moda los Beatles, pero la amenaza de guerra, la pobreza, la crisis de cultura, la situación mundial, las inquietudes. Sus amigos, eran mis amigos. Sus veladas denuncias, se parecían (y de hecho aún se parecen) a las mías.
Había momentos en que no quería saber nada del mundo, me deprimía, entonces recordaba como Mafalda en una de esas ponía música en el radio y jugaba como cualquier niña feliz. No está mal abstraerse un rato.
Su carácter fuerte, inquisitivo, quejoso y preocupón moldeó mi crecimiento. Me enseñó que es necesaria una utopía a la cual poder aspirar, eso le imprime optimismo a la queja y se apela a la fe en la humanidad. Ahora cada que escribo algo "político" o twitteo mis opiniones a favor o en contra, me viene a la cabeza Mafalda parada en su sillita, o sentada cuidando del mundo porque "le duele el Asia". Yo no cambio el mundo (tal vez), pero ella y Quino a través de su comicidad y sátira, inspiran.
Bien dicen que Quino es dios y Mafalda su profeta. Y por eso mismo, tiempo después me regalaron mi biblia (biblia como palabra que deriva de un vocablo griego que significa “libros”, el término biblia se refiere a la obra que reúne los conocimientos sobre una determinada materia, en este caso el conjunto de la sabiduría de las historietas de Mafalda), cuando ya me iba a venir a vivir a Peñasco.
Su historieta se volvió mi libro de cabecera. Alegaba (y alego) tanto que mi abuela se quejaba entre risas «mala hora el día que le presenté a Mafalda».
No se me había ocurrido hasta antier, que me preguntaron que cual era mi inclinación política o incluso religiosa. Pude haber respondido cualquier cosa, sin embargo no supe porqué me golpeó la mente la imagen del tomo grueso amarillo y naranja, y me brotó en una sonrisa: Yo soy Mafaldista. La única forma en que se debe tomar en serio la política es si Quino la transforma.
Ya no odio la sopa, pero la evito hasta cierto punto como un asunto de "statement".
Si Mafalda odiaba la sopa es porque nunca probó un Clam Chowder. Nosotros si somos #TeamSopa y mas con estos fríos y bichos agripadores.
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Curioso que digas de la Clam Chowder, que ayer con solo probar y darle dos sorbitos (que estaba muy buena) se me hincharon los labios. Tachadísima de mi lista jajajaja
¡Saludos!
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Huy eso es mucha mala suerte, realmente lo siento. Yo en lo personal al menos una vez al año me tomaba mi sopa y un par de antihistaminicos jaja.
Worth it!
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JAJAJAJAJAJAJAJA. VA
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