La vocación artística

La vocación artística es una vocación de comunicarnos. Los artistas actuamos por necesidad, una necesidad acuciante de trascender hacia el otro transformándonos recíprocamente.
Todos los seres humanos intentamos lograr algo similar a través de nuestra actividad y por ello, ningún terreno en el arte o en la vida tiene vedada la oportunidad de ser instrumento de comunicación.
Para el espíritu creativo la vocación de estar con los otros revalorizando permanentemente la concepción de la realidad es un impulso muy profundo.
Los que inventamos en cualquier disciplina jamás podemos conformar nuestra necesidad interna de producir significados. La creación es, de hecho, una manera de reestructurar valores existentes en la realidad para fomentar una lectura de la vida que hasta entonces permanecía en sombras. Esa labor creadora incluye la posibilidad de influir sobre la organización concreta de esa realidad e iluminarla.
En este sentido puede ocurrir que traigamos al mundo un nuevo ser y cada ser tendrá un nacimiento diferente y una constitución que nos aporte en su diferencia algo nuevo. Un ser que se plasma desde lo que conocemos y tenemos capacidad de conocer pero nunca una generación original que surja de un vacío o de una realidad mas allá de los mortales.
El deseo de comunicarnos y modificarnos participa en una complejidad de procesos que conducen al artista a recorrer varios caminos, a investigar diferentes modos de lo creativo que pertenecen al contacto con otras disciplinas.
La vocación artística es, en este sentido, holística y el creador honesto es rebelde e interdisciplinario.
Todos los artistas anhelamos el éxito. Algunos lo imaginan como un ascenso al monte Olimpo y descubren que desde la cima de la concreción profesional se contempla el vacío.
Para los que poseen una vocación creadora ese vacío se transforma en un deseo intenso que les revela una cadena de montañas extendiéndose más allá del horizonte visible. Estas personas se comprometen con la necesidad de atravesar cada montaña, una por una y son creadores desde la música, la literatura, el cine o la matemática. No cejan en su deseo de investigar para comunicarse productivamente.
La capacidad artística establece puentes y en ese proceso de reconstrucción del significado surge una serie de perspectivas renovadoras.
Las personas que estudian conmigo son jóvenes, de edad real o de estado de conciencia.
Ellos perciben la carencia, son inconformistas o están disconformes porque desean pero temen.
Ellos tienen la oportunidad de trabajar a conciencia sobre la permanente multiplicación del significado. Para ellos el compromiso con la producción puede conducirlos a integrarse y aun más a modificar el contexto en el que deben actuar.
¿Cuál es el contexto en nuestro país? Los artistas buscamos negar las carencias materiales y organizativas obstaculizando de esa manera nuestra comunicación; o justificando nuestra falta de compromiso con la producción escudándonos en esas carencias.
Si necesitamos comunicarnos y esa es nuestra vocación, crearemos las situaciones necesarias, descubriremos los lugares que parecieran no estar y diseñaremos mensajes sonoros entre las personas. Esta es nuestra posibilidad de hacer, concientes de nuestro propio regocijo.