Relato: En Honor A Los Diamantes (Desarrollo: Parte I)

Hace un tiempo tuve la dicha de conversar con uno, me dijo que estaba triste. Yo no le supe entender, ¿qué tanto le afligía como para derrumbar su dureza? Lo peor es que no fue el único, luego conversé con otro, y otro, y otro, y todos me compartían lo mismo. “Si ser fuerte en estos días es difícil hasta para un diamante”, pensé, “¿qué quedará para mí, una simple roca de cuarzo?”.

Un minero apareció después de mucho, y comenzó a evaluar torpemente parte de la mina. Tenía cara de perdido, se nota que no sabía nada de nosotros. Cargaba unas botas llenas de barro, un bolso y una chaqueta, y en su cintura colgaba un arma, quizás era un revolver. Yo nunca quise saber mucho de ello.

El visitante tomó un pico y comenzó a golpear los muros de la mina, pero “¿qué tanto podía hacer un tonto?” me pregunté, confiado.

El hombre cada vez aplicaba más fuerza. Unos diamantes se fueron a otro lugar, buscando tranquilidad. Otras rocas siguieron su ejemplo, y algunas solo fueron a estorbar a otra parte. Un grupo de diamantes quiso hacerle frente al torpe minero, se unieron entre ellos abultando la roca, y juntos eran tan fuertes que el pico, pese a la furia del minero, no hacía nada más que chillar y poco a poco doblarse.

Por otro lado yo seguí caminando descuidado, pensando que los golpes de la vida no apagan luces, sólo agitan un poco la llama y pasan de largo. Pensando que podía sonreír siempre, porque si la vida no me echaba un chiste, yo sacaba la gracia de mi sombrero y la esparcía por el aire, y hasta los diamantes se reirían. También quise creer que no tenía nada que perder, que a pesar de todo tarde o temprano los que se alejaron volverían, y los que desaparecieron aparecerían.

Me equivoqué.

Sonó una explosión y la luz que brindaba el brillo de algún diamante se opacó, como si después de tanto agite cedió ante la brisa oscura, porque el minero ya no daba para más, y decidió ahorrarse el protocolo. Yo no sentí el disparo, pero me voló el sombrero, y con él toda mi gracia fue a dar al suelo. El impacto genero tal vibración, que una de las paredes de la mina se vino abajo, y quienes se habían alejado desaparecieron por completo de mi alcance. El derrumbe hizo que los desaparecidos reaparecieran, pero ya no tenía caso. Pues un mineral pulverizado, es al fin y al cabo polvo de estrellas, de esos que la brisa levanta y aleja.