Dos contrincantes históricos que por asumirse potencias mundiales, juegan a la guerra con el claro objetivo de repartirse mercados sin importarles nada a cambio, para ellos no valen las decisiones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y tiene mucha menor importancia las consecuencias de la guerra: niños asesinados, heridos o vulnerables, familias enteras destrozadas, hogares acabados después de tanto esfuerzo por lograrlo, deterioro de la biodiversidad, agentes altamente contaminantes esparcidos por cada bomba o misil.
¿Habrá alguien que detenga estas masacres internacionales en nombre de las amenazas de Estado o la libertad?
Pues el panorama es desalentador, China otra potencia mundial sólo tiene sus propios intereses en el Mercado mundial: colocar sus mercancías es su único interés; la guerra se presenta para las grandes potencias como una oportunidad de negocio que permite la reactivación de la macroindustria armamentista y una vez destruido lo que deja a su paso, vendrán con sus empresas multinacionales a reconstruir el país.
Nada se dice de las armas químicas que amenazaban al mundo en Irak, y que jamás lograron conseguir ya que todo fue una mampara por intereses energéticos de las grandes potencias, sin importar sus consecuencias; hace días escuchábamos al Presidente de los EEUU Donald Trump diciendo lo mismo de Siria y rememoraba las palabras el Presidente George W.Bush en 2002, fueron casi las mismas palabras por distintos personajes, tomando decisiones similares en el mismo Salón Oval de la Casa Blanca 16 años más tarde.
*** La paz hoy es la utopía soñada de un mundo sin guerras***
La paz se ha convertido en una utopía soñada, cuanto querríamos un mundo sin guerras, un mundo donde podamos vivir en perfecta armonía con la naturaleza, donde las fronteras sólo nos separen de territorios limítrofes pero que cada día estemos más unidos y en perfecta sintonía como están las especies animales y vegetales en la naturaleza. No podemos dejar de insistir en la necesidad de un mundo mejor, donde podamos convivir en perfecta armonía con la naturaleza, lo que algunos llamamos cultura de amor por la naturaleza “Culturaleza”