-No sé - murmuró Manuela, compungida.
-¡No sé, no sé! ¡Últimamente parece que no sabes nada! ¿Cuánto dinero has sacado del banco? No sé. ¿Cuándo tienes la visita con el reumatólogo? No sé. ¿Con quién hablabas por teléfono? ¡No sé! Por lo menos sabrás con quién has dejado que tu nieto vaya a hacer los deberes, ¿no?
Manuela no se atrevió a levantar la vista del suelo, por miedo a que su hija adivinara que ni siquiera recordaba tener un nieto.
