¿Alguna vez has sentido que la noche, junto a su calma trae plenitud a tu alma?
Siempre he disfrutado más de la noche que del día, hablando literalmente. Su frescura, su quietud, su silencio, desde mi lugar, me hace desear que las noches duren cada día un poco más. Tal vez te preguntes ¿por qué? y quizá lo comprendas si al igual que yo, vives en una ciudad ajetreada como lo es el Distrito Capital (Caracas) de Venezuela, pero aislada hacia una zona montañosa de esas que así no lo quieras, te obliga a estar en contacto con la naturaleza y sus derivados. La luna es uno de ellos, una pequeña forma en el firmamento que al mirarla sin duda te puede tranquilizar y en épocas de angustia funcionar como ese té que prepara la abuela, así de eficaz. ¿No lo has experimentado? ¡te invito a que lo hagas!, pero eso si, nada se logra si no tienes fuerza de voluntad y procuras silenciar tu mente por algunos minutos, y lo sé, es muy difícil de hacer, pero no imposible.
Cada vez que tengo la oportunidad de fotografiar a la naturaleza y su inmensa belleza, agradezco la oportunidad de respirar para vivirlo y contar tanto a través de ella.
¿Y tú, qué opinas sobre la luna?