En aquel lugar oscuro

Desde hace días quería sentirlo dentro de mí. Tiene esa mirada con la que enamora a todas, sonrisa perversa, manos ásperas que da señal de un hombre trabajador, pero que acariciaban cada parte de mi piel y apretaba con todas sus fuerzas mis nalgas cada vez que me penetraba, no me importo el tamaño de su miembro, porque su experiencia de hombre casado y las amantes que tiene cada vez que quiere, me hizo ver las estrellas que desde hace tiempo ni en una oscuridad de la noche veía.

Sus gemidos de placer cada vez que me penetraba retumbaba en mis oídos, palabras obscenas, declaraban que era suya, que era su preferida, en ese momento entendí que disfrutaba al igual que yo del sexo.
El tenia el completo dominio de mi cuerpo, pero me encontraba dispuesta a recibir todo el placer que el me brindaba. Al llegar al clímax, ambos quedamos en completo silencio, el no sabia que hacer y yo tampoco, mis piernas aun temblaban, intente arreglarme la ropa, cuando me dice: “Te gusto”, levante la mirada, y lo veía anonadada, no pude contestarle, le di un tierno beso y salí de aquel lugar oscuro.